Al emblemático neoyorkino Walt Whitman, cuya obra poética ha sido muy alabada, se le consideró el “primer poeta de la democracia estadounidense”.
Uno de los logros de este personaje fue el de llevar ese “corpus poético” a toda una generación de lectores, dando importancia a las decisiones que tomaba, con las cuales buscaba eliminar la diferencia entre los escritores y “aceptar por igual a los autores supuestamente cultos y a quienes viven de satisfacer el apetito de las masas”.
Los textos del poeta, que nació el 31 de mayo de 1819, revolucionó a los habitantes de la gran manzana, al punto de ser considerado uno de los grandes exponentes de la ciudad, especialmente después de la publicación de su libro Hojas de hierba (1855).
Una de las cosas que no muchos conocen es que Whitman no solo hacía poesía, tiene un libro (el único) el cual desarrolló el género literario de la novela llamado Franklin Evans, el borracho.
Y mientras vemos que en sus poemas engloba a la raza humana con todas sus pasiones, también el poemario de Withman “encierra en sus páginas la totalidad de lo real”. En la novela añade las preocupaciones y gustos del autor.
Eduardo Lago menciona que “encarna los dos grandes valores asociados con el nacimiento de la joven nación americana: la democracia y la libertad, a los que hay que unir”.
Pero su novela fue despreciada hasta por el mismo autor, ya que esta pertenece a un género que, en el siglo XIX fue el tema que se habló durante muchos años tanto el mercado literario como la vida de los norteamericanos: la ficción antialcohólica.
Este tema estaba integrado “en las corrientes reformistas que barrieron los Estados Unidos de la primera mitad del siglo XIX”.
La educación y el aprendizaje de los jóvenes estadounidenses, que crecieron en esa época, eran los temas que están dirigidos por los cambios y la crisis económicas, pues estos eran “preocupaciones y gustos” del joven periodista.
“Una respuesta novelada, muy alerta al clima reformista en el que se movía Whitman, pone sobre todo de manifiesto su proximidad al pueblo y a la juventud neoyorquina, por más que el sensacionalismo gratuito y la moralina alejen al lector actual”, señala Félix Martín.
En 1888 Whitman despreció su única novela porque empezaron a integrarse varias ideologías del antialcohólicos en las que él no estuvo de acuerdo, pero según Vivian R. Pollak:
“El padre de Whitman pasó gran parte de su vida amenazado con la ruina económica porque era adicto al alcohol, y es muy posible que el poeta pensara que el trastorno mental que su hermano pequeño Eddy sufría se debiera también a este hábito, ya que por aquel entonces la ciencia médica estaba dominada por el degeneracionismo”.
Por eso, Fiedler creía que Franklin Evans, en realidad era “un alegato profundamente comprometido con la lucha por la abstinencia total”.
Esta novela tuvo un puesto favorable en la lucha antialcohólica, además de posicionarse en la primera fila de combate alejado de la poesía.
El texto salió en partes en el periódico “New World”, publicación semanal dedicado a “la ciencia, la música y las artes, que contiene las últimas obras de los más distinguidos autores, los sermones de los más eminentes predicadores, una gran selección de narraciones y poemas originales, etcétera”.
La primera vez que se publicó en el medio escribieron que esta obra se mandó a hacer con el fin de “rescatar a los jóvenes del demonio del alcoholismo”, la primera parte apareció el 24 de noviembre de 1842.
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