Además de los cuadernos de notas o las lecturas subrayadas en los libros, algo que durante años se relacionó con los escritores fue el tabaco, que por décadas se consideró un elemento casi que fundamental para la creación artística.
A pesar de que, para algunos, es solo un mal hábito, eso de aspirar nicotina se extendió desde las regiones tribales de América, hasta los rincones de Europa y los escritores eran consumidores comunes de este productos que, aseguraban les ayudaba a superar el cansancio o aburrimiento.
Esto es seguro ya que muchos escritores o artistas plásticos tienen la rutina de escribir y fumar tabaco, siendo este un compañero inseparable de la redacción.
Y no es que sean pocos los fumadores que escriben, sino todo lo contrario: existen muchos escritores que se han acompañado del cigarrillo para crear diversas obras como son: Paul Auster, Pío Baroja, Simone de Beauvoir, Roberto Bolaño, Charles Bukowsky, Albert Camus, Camilo José Cela, Raymond Chandler, Gilbert K. Chesterton, Arthur Conan Doyle, Joseph Conrad, Julio Cortázar, entre otros.
Incluso los mismos autores utilizaron el tabaco como tema central de novelas que escribieron, como es el caso de Paul Auster al escribir “Smoke & Blue in the fase” que en el desarrollo de este texto cuenta la historia de un novelista, un vendedor de cigarros y un adolescente afroamericano que busca a su padre. La cual estas tres historias, en algún momento, llegarán a cruzarse sus destinos.
Eta historia empezó como un cuento de navidad que escribió Auster para “The New York Times”.
En la entrevista que está en el libro y en donde describe cómo fue que hizo “smoke”, Annette Insdorff le preguntó al autor sobre cómo fue que inició con la idea del libro, lo cual el autor respondió que uno de los editores, de dicho periódico, le pidió un cuento de Navidad.
“Así que pasaron unos días y, justo cuando estaba a punto de renunciar, abrí una lata de mis adorados Schimmelpennincks —los puritos que tanto me gusta fumar— y empecé a pensar en el hombre que me los vende en Brooklyn. Eso me llevó a otros pensamientos sobre la clase de encuentros que uno tiene en Nueva York con personas a las que ve todos los días pero no conoce realmente. Y, poco a poco, la historia comenzó a tomar forma dentro de mí. Literalmente, salió de aquella lata de puros”, respondió el autor.
La lista de escritores aumenta y otro personaje que podemos detectar que fumaba, en su tiempo, y eso por el soneto que escribió Julio Cortázar titulado “Los amigos” y se puede leer lo siguiente:
En el tabaco, en el café, en el vino,
al borde de la noche se levantan
como esas voces que a lo lejos cantan
sin que se sepa qué, por el camino.
En otro texto de Aurelio Asiain, titulado Octavio Paz, Jaime Sabines, tabaco y otras yerbas, publicado en Cuadernos Hispanoamericanos, rescata frases de autores que gustan del cigarro. Tal es el caso de Tomás Segovia quien decía “sus bienamados cigarros”.
También escribe que “los fumadores no eran mal vistos como ahora, y la imagen de un cigarro evocaba una hoguera intemperie, la intimidad en la noche fría, cosas así, no el cáncer y la muerte”.
En este mismo texto hace referencia a una conferencia que Octavio Paz realizó en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) donde mencionó que no escribió durante seis meses “porque no lograba hacerlo sin un cigarrillo en la mano”.
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