Juan Ramón Jiménez Mantecón, poeta destacado de España, es recordado no solo por su trabajo lírico sino también por ser, supuestamente, un autor que enamoraba al instante.
El galardonado con el Nobel de Literatura en 1956 fue un autor que cautivó a muchas personas con sus textos. Su libro “Platero y yo” es uno de los más populares que existe, entre la vasta obra que escribió y una de las cosas que siempre recordó fue cuando se enamoró de su esposa, Zenobia Camprubí.
Su principal encuentro fue en 1913, cuando Juan Ramón conoció a Zenobia, algunos de sus biógrafos mencionan que el poeta cayó profundamente enamorado de la risa de la joven escritora y que siempre aseguró que escucharla reír fue lo primero que llamó su atención.
Se dice que el autor de Eternidades (1918) logró escuchar unas risas que “atravesaban paredes”, fue ahí en donde quiso encontrar a la dueña, dejando a un lado a sus amigos para encontrar a la que en un futuro sería su esposa y musa.
Esto fue algo muy sorprendente para los que conocían al poeta, pues se menciona que él tenía un trastorno de percepción, de la cual hace que las sensaciones del cuerpo de bajo estímulo se sientan intensos, cualquier ruido lo “ensordecía”, algo sarcástico porque gracias a una risa tan fuerte, como la que hizo su esposa, fue como la conoció.
El estar enamorado fue una de las mejores cosas que le pudo haber pasado al poeta, pues ya que necesitaba de una inspiración y de una musa para poder conquistar a todos sus lectores, utilizó el amor que tenía por Zenobia como un elemento más por su obra, hasta que en 1916 logró ser su esposo.
A partid de que se casó y contrajo matrimonio hasta el descubrimiento que hizo después del mar fueron dos elementos que ayudaron mucho a sus obras, pues fueron muy decisivos en sus textos y más en Diario de un poeta recién casado.
En esta obra encuentra un equilibrio sensible y a su vez lírica, pues logra fusionar su parte intelectual con la poesía.
Esto fue el inicio de su trabajo como escritor y de relación de pareja, pues ya en un futuro los dos empezaron a trabajar en traducciones, que en este caso trabajaron juntos veintidós obras del poeta indio Rabindranath Tagore. Hasta que en ese mismo año fue nombrado director literario de la editorial Calleja.
Se menciona que antes de contraer matrimonio Juan Ramón fue un rompecorazones, pues se dice que él “solamente las amaba” dejando en rumores que él salía con muchas mujeres.
En el Diario 2, Estados Unidos (1939-1950) Zenobia escribió casi veinte años (lo que duró su exilio) los datos que vivió junto al ganador del Nobel de Literatura de 1956.
En este diario describió cómo fue que pasaron de trasladarse de Cuba a la Florida, en donde narró cómo no encontraban departamento y el conflicto de tener un auto, porque ahí era “obligatorio”, escribió.
En la fecha que escribió Zenobia en su diario que data del 5 de febrero, ella hace un recordatorio muy específico del momento en que están buscando tanto cómo sobrevivir en Estados Unidos.
“J. R. y yo planeamos salir a ver chalés en Coral Gables; pero después de sacar cuentas y ver que teníamos USD 1.38 decidimos que era un desatino viajar en autobús, sobre todo teniendo que pagar el almuerzo”, narró.
En este día también hace alusión a que los dos se sentaron en un banco, de una escuela que quedaba cerca de su casa, donde pensaban en sus problemas económicos, de su juventud y como antes estaban más angustioso, pero “poseíamos muchas cosas materiales bonitas”.
En 1931 se le detectó a Zenobia los primeros síntomas de un cáncer que desgraciadamente acabó con su vida tres días después de que Juan Ramón Jiménez recibiera el Nobel de Literatura, siendo recordada como una de las primeras mujeres pioneras en el feminismo, además de estar a favor en varias campañas de niñas y niños.
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