29 de mayo de 1969. Córdoba capital. Un movimiento heterogéneo se gesta y protesta contra la dictadura de Onganía. Obreros, estudiantes y la sociedad civil son los protagonistas de uno de los momentos históricos insoslayables en la Historia argentina: el Cordobazo. Un hito para la militancia política y para la creación de un movimiento popular. Una foto y muchas caras. La lucha, las banderas, los bombos. Y mujeres, muchas. Olvidadas. ¿Quiénes son esas mujeres que acompañan a los principales referentes sindicales en las fotos? ¿Qué fuego estaban por prender? Esas son las preguntas que se formuló la periodista y fotógrafa Bibiana Fulchieri para escribir el libro Las mujeres del Cordobazo. Memorias, editado por Editorial Las Nuestras (Gobierno de la provincia de Córdoba).
En el libro, Fulchieri posa su mirada sobre lo que no está en primer plano, lo que pasa adentro de la foto. “No hay epígrafes con nombres de pila en las fotos dónde aparecen mujeres y el colmo-tal vez- fue que en el listado de los detenidos tras el Cordobazo había varones con nombres y apellidos y ‘una femenina’, señala la periodista en el epílogo. Entonces busca, entrevista y reúne el relato de veinte mujeres, en cuyas narraciones se enlazan lo individual y lo social; una suerte de péndulo entre lo íntimo y lo público, el gran relato histórico y las historias particulares. Qué hacían, por qué lo hicieron, dónde estaban y cómo vivieron esa época, es el disparador de estos relatos en primera persona. Y cómo la fotografía construye memoria y, para Fulchieri, estas mujeres también son símbolo de resistencia y esperanza.
Con prólogo de la escritora argentina María Teresa Andruetto -también conocida por los ejes de su obra como la construcción de identidad individual y social y el universo femenino- las mujeres que fueron invisibilizadas ahora toman la escena por completo. Dar visibilidad a lo que fue clausurado es uno de los objetivos de este trabajo. El contexto histórico fue realizado por Ana Noguera, doctora en Historia, especialista en el estudio de la militancia política de las mujeres en la década del 70.
Fulchieri logra reconstruir las historias de Nené Peña, Soledad García Quiroga, María Lila García, Lina Averna, Ida Heumann, Marta Aguirre, Susy Carranza, Isabel Guzmán, Marilí Piotti, María Cristina Salvarezza, Dinora Gebennini, Flora Quinteros, Marta Sagadín, Avelina Ferramola, Susana Fiorito, Lucía Fortuna, Reyna Carranza, Laura Sabasta, Ilda Bustos y Patricia López. Y desde sus testimonios dar cuenta de la militancia, de los cuidados y de cómo se pone el cuerpo a la lucha por los derechos laborales.
“Ellas dueñas de sus decisiones, ellas aprendiendo de otras mujeres (sus madres, otras trabajadoras militantes más viejas que ellas, estudiantes universitarias que ingresan a trabajar en las fábricas), en eso que ahora llamamos sororidad. Ellas dando sentido a sus existencias, transitando intensamente la experiencia, diciéndonos que es posible todavía hacernos esa pregunta por una vida –vida responsable para nosotros y para con los otros– digna de ser vivida”, dice Andruetto en el prólogo de Las mujeres del Cordobazo. Memorias. A 53 años del Cordobazo, las mujeres siguen prendiendo fuegos.
Fragmento de El Cordobazo de las mujeres:
1) María Lila García
“El Cordobazo en pleno nos agarró a toda mi familia viviendo en la calle San Lorenzo al 141, en el barrio Guemes. Por supuesto que este día se venía preparando desde hacía bastante. Lo digo como escribana, que estaba colaborando con la gente de Derechos Humanos; fui protagonista testigo directa de las tomas de fábricas que se producían y tengo recuerdos de haber salido de raje a las cuatro de la mañana, porque los obreros llamaban, para a hacer las actas y el protocolo y así dejar sentado todo lo que acontecía.
“Anduve esquivando los caballos de la montada que se pegaban una patinadas bárbaras entre las bolitas y también los manifestantes ¡les tiraban gatos!” María Lila García
Muchas veces iba junto al Cuqui Curutchet, pobrecito ¡cómo lo asesinaron! Anduve esquivando los caballos de la montada que se pegaban una patinadas bárbaras entre las bolitas y también los manifestantes ¡les tiraban gatos! claro, los caballos se iban a la mierda…Así los obreros y los estudiantes fueron ocupando toda la ciudad. Pero el despelote total vino cuando nos enteramos que lo matan a Máximo Mena, la furia fue enorme y se incendia la Xerox de Colón; la verdad nos alegramos mucho, porque tenían unos guardias tan hijos de puta que apenas nos veían volanteando ¡nada más! y ya llamaban a la policía para que nos llevaran. Tenía terror de caer en cana.
Creo que a partir de este día la gente se radicalizó más. Se empezaron a pedir abiertamente elecciones libres y el regreso de Perón y era impresionante cómo se iban incorporando cuadros medios con mucha conciencia de lucha. Siempre pienso que, justamente, esa generación no se pudo reponer, porque quedaron vivos los chicos, los viejos y el miedo.”
2) Lina Averna
Nuestro sueño era convertirnos en las primeras mujeres de Córdoba en tomar una fábrica. Y lo logramos, pero dos años después del Cordobazo, en 1971. En septiembre de 1964 comencé mi tarea en ILASA. Tenía que soldar cables entre unas 300 chicas que iban desde los 16 a los 20.
No usábamos ninguna medida de protección, ni el menor equipamiento personal. Nos hacían convenios por separado de los varones y después supimos que no sólo cobraban más sino que tenían los puestos más calificados, cómo capataces o en mantenimiento.
Nosotras éramos todas operarias; encintábamos y cortábamos cables para colocarlos en terminales de las Estancieras de IKA-Renault.
“Recuerdo cosas muy terribles de las jornadas laborales; por ejemplo no teníamos libertad para ir al baño”. Lina Averna
Recuerdo cosas muy terribles de las jornadas laborales; por ejemplo no teníamos libertad para ir al baño; para hacerlo debíamos ir a la oficina del capataz y pedirle un permiso de plástico, para entregarlo a la Sra. Álvarez -en la puerta del baño- que nos controlaba marcando en una planilla cuanto tiempo demorábamos. ¡A mí esas cosas me hacían bajar la tensión de los nervios que pasaba!
Una vez surgió una compañera que nos dijo que debíamos afiliarnos al SMATA y ahí nomás trajo las solicitudes para llenarlas.
Nos subimos a una Estanciera del SMATA y enfilamos hacia el centro de Córdoba. Me agarré un susto grande cuando vi en la parte trasera del auto un montón de Molotov… pudimos llegar por Colón hasta el Cinerama y allí nos enfrentamos con la policía montada ¡a pura bolita los hacíamos retroceder! Nosotras estábamos todas juntas y me acuerdo de la alegría que teníamos, yo me animaría a decir que el Cordobazo fue un verdadero bautismo para las que nunca abandonamos la lucha. La jornada del Cordobazo duró para mí en la calle hasta las 5 de la mañana del 30. Aunque estábamos muertas de hambre ninguna participó de saqueos.
Lo otro duro que vivimos fue cuando en 1971 decidimos las mujeres tomar ILASA. Estábamos cansadas de tener tanta diferencia salarial con los de Ika-Renault que ganaban casi el doble. La toma duró tres días que fueron tremendos, apalarearon a todos los metalúrgicos y después vino lo peor: despidos a todas las delegadas y activistas.
Pasé años sin trabajo, llevando el pesado cartel de “tomadora de fábrica”, después cuando volví a conseguir me empezaron a tildar de “montonera” y otra vez sin empleo. Vivía espantada de entrar en cana por nada, sentía que querían asustarme.
Me parece increíble después de todo estar viva”
3) Ana María Medina “Nene” Peña
“Mi mamá fue correo entre John William Cooke y Perón en el exilio; esto lo digo para que se entienda el porqué de una militancia tan temprana.
En mi familia eran peronistas, sobre todo mi papá José Medina. A él le vinieron a preguntar si mamá estaría dispuesta a organizar la “Rama Femenina”. Una vecina me avisó que el Banco de Préstamos de la Provincia estaba llamando a concurso y podían presentarse las mujeres porque su presidenta era una mujer, Leonor Alarcia, en esa época frondicista. Rendí mi examen y entré al “banco de los pobres”, en octubre de 1960.
Me largué a militar siendo secretaria de actas de la mutual del banco. Estaba en el área de la de las Secretaría General porque se escribía mucho y yo tenía buena redacción, el secretario era Cabrera Fernández y me enseñó enseguida deberes y derechos. Entramos juntas quince mujeres al banco y nos afiliamos todas. Los bancos estatales fueron pioneros en emplearnos a nosotras.
Al poco tiempo formamos con mis compañeros el Movimiento Bancario de Base, compuesto por gente-estatales y privados-de todas las ideas políticas y nos llevábamos divino; levantó el ánimo a los viejos bancarios muy golpeados después de la huelga del 58 y 59. Los bancarios recibíamos órdenes de dirigentes nacionales, ya que no había elecciones libres porque era una “asociación bancaria,” manejada por burócratas sindicales de Buenos Aires. En cuanto empezamos a hacer listas para ganar la Seccional Córdoba se dieron cuenta que estábamos enfrentados a esa burocracia porteña que nos manejaban como patrones de estancia. Ganamos la seccional y ¡así también nos fue! Nos intervinieron antes del año. La CGT se dividió y nos pasamos a la CGT de los Argentinos, y nos invitaban a todas las reuniones. Allí dije: ¡dejenmé de joder con ser secretaria de actas! Ya estábamos en otras cosas, peleándola en forma al reunirnos con Raimundo Ongaro, enfrentado a la otra CGT vandorista y ¡allí empezó a prepararse el Cordobazo!
Los Bancarios de Base quedamos en la CGT Córdoba que estaba en manos de la CGT de los Argentinos. Nos sacaron la sede gremial, pero todos seguíamos luchando por la federalización, esa fue nuestra consigna; nunca lo logramos porque nos fueron despedazando a la gente, con acusaciones cómo que éramos comunistas y qué sé yo ¡bravo para esa época!
Al llegar el 69 se sucedieron los paros en Corrientes, Rosario y en Córdoba debatíamos en asamblea, cómo y cuándo, realizaríamos el paro general. Recuerdo que cómo la seccional Córdoba estaba intervenida y sin oficina, solidariamente el gremio de Luz y Fuerza nos alojó en su sindicato.
Conocí mucho a Agustín Tosco y valoramos que se jugara tanto. Sus discursos eran famosos y la gente que lo acompañaba era fabulosa. En el Plenario de la CGT del 28 se habló del paro general; tomé la palabra y expresé que tenía el mandato de mis compañeros de anunciar que esperaríamos a que todos los cajeros entregaran el conteo del dinero y después abandonaríamos las tareas y ahí saltó Tosco y dijo: “Tienen que ser bancarios para no ser disciplinados” y yo lo paré: escúcheme compañero, nos interesan las bases bancarias y en la movilización estaremos al frente ¡se lo digo como mujer! Lo que pasa en que Tosco se había quedado con la idea del bancario antiguo. Alguien le sopló que había metido la pata y él me pidió disculpas con un gran abrazo junto a Felipe Alberti.
“Vimos una cadenas flojas y las comenzamos a arrastrar y allí armamos un cuadro patrio ¡cadenas rotas y bandera!” Ana María Medina “Nene” Peña
El 29 de mayo de 1969 dejamos nuestros puestos de trabajo a media mañana y no marchamos porque estábamos a un paso del punto de reunión que era la CGT. Estoy convencida de que la columna que más mujeres traía era la de ILASA.
Después de que los compañeros Tosco y López hablaron aparece la caballería tirando gases lacrimógenos y de golpe salgo corriendo y me veo sola como una loca; en eso aparecen tres jóvenes estudiantes que se acercan con una bandera argentina por la General Paz- siempre en las movilizaciones buscaba una bandera argentina para marchar cerca-, entonces les digo desesperada: “soy bancaria y me quedé sin mis compañeros puede sumarme a ustedes”. Ellos me aceptaron inmediatamente y allí caminamos hacia una plazoleta -que tenía un viejo al medio que no me acuerdo quien era- y vimos una cadenas flojas y las comenzamos a arrastrar y allí armamos un cuadro patrio ¡cadenas rotas y bandera!
Llegando a la Cañada pierdo la bandera y con muchos calambres me refugié en el Sindicato de Luz y Fuerza. Descansé y un periodista de La Razón que estaba allí me llevó a mi casa.
Después al otro día me veo en primera plana en La Voz del Interior y La Razón y creo que eso les sirvió a la policía para identificarme, me sacaron del banco y llevaron detenida. Me preguntaron si yo había prendido fuego y yo le dije: ¡No, solo llevaba una bandera argentina! Me trasladaron al comando del Tercer Cuerpo del Ejército y allí me hicieron un Consejo de Guerra. Me tiraron al suelo amontonada con todas las detenidas mujeres. Encontré dos de Luz y Fuerza, una era Susana Funes, la conocí allí y tenía un cargo sindical me parece. Charlamos, pero me miraban frío; confesaron después que tenían miedo de que fuera una infiltrada.
A todas las liberaron, pero quedé cómo que fui la única mujer juzgada en el Consejo de Guerra N°3; ¡dijeron que porque la bandera que llevaba era la comunista! Me mostraron las filmaciones que salieron en los canales y yo me veo cantando: “¡El macho Ongaro a tomado la batuta para que se vayan estos hijos de puta!”, pero sin sonido, entonces los milicos me preguntan que venía cantando y a mí se me ocurrió decirles que gritaba: ¡Libertad, libertad, libertad! Menos mal que no sabían leer los labios. El cargo que me habían hecho era “Incitación a la rebelión” igual que a Tosco y todos los demás. Insistían en que la bandera era la roja comunista y yo les gritaba “¡pero miren las franjas! La cuestión es que me declararon culpable, pero por ser madre de tres hijas me dieron la condena del Código Civil y no del militar, si no me dejaban adentro. Debía tener los límites de mi casa como encierro.”
Quién es Bibiana Fulchieri:
♦ Nació en Córdoba en 1959.
♦ Estudió Ciencias de la Comunicación en la Universidad Nacional de Río Cuarto, de donde egresó como Técnica Profesional en Comunicación por Imágenes.
♦ Trabajó como reportera gráfica para los diarios Puntal, Córdoba, Página/12 Córdoba, La Voz del Interior.
♦ Actualmente, se desempeña como fotógrafa, periodista y docente.
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