La familia como centro de los dilemas humanos y fuente de infinitas historias enmarca esta novela, la primera del escritor colombiano Jhon Galindo (Bucaramanga, 1978), ganador de diversos galardones en su país, como el XIX Premio Nacional de Poesía de la Universidad Externado de Colombia, 2007; su libro ‘Ventanas de otros días’ (2007) recibió el IV Premio de Impulso a la Poesía Joven Colombiana (2008) y en 2009 recibió la mención de honor en la Bienal de Poesía Julio Flores.
Por medio de esta historia, Galindo se adentra en la universalidad de las tragedias familiares, la búsqueda del propósito, la profundidad de los afectos, la maternidad, el dolor, el perdón, la tragedia y la hostilidad de una paternidad silenciosa, lo que conforma una entrega de crudeza, realidad y si es necesario, desolación también. Los cuentos y poemas del autor han aparecido en publicaciones y antologías a nivel nacional e internacional. Su obra incluye los poemarios ‘Ventanas de otros días’ (2007), ‘Karaoke Demon’ (2010), ‘[L]’ (2012) y ‘No hace falta que te digan que te quites’ (2017).
Capítulo 19
Quizá no sé de dónde pueden venir mis recuerdos, quizá no sepa nada. Ni del calor, ni de por qué esta ciudad se haya empecinado en separarme de lo que soy. Sin embargo, la pregunta sigue siendo la misma porque la enfermedad sigue siendo la misma, y a nadie le interesa qué mierdas estás metiendo para frenar el avance irremisible de los días. Iba a quemar la ciudad y empezaría por la Alcaldía. Porque, desde no sé dónde, Steven se cagaría de risa y me lo agradecería. No tengo idea de dónde vienen mis recuerdos. Por aquellos días la ciudad ardía. Steven había muerto. El último vínculo que tenía con mi hermano se había roto. La policía había matado a un tipo de Ingeniería Mecánica en un tropel. Las cosas por la universidad estaban a punto de estallar y Óscar y Liza se encontraban en medio de todo. El calor insoportable nos hundía en la desesperanza. Las cosas no iban bien en el trabajo ni en ninguna parte. Los sueños habían vuelto y mi cabeza era un abanico de indecisiones. De todas formas, era consciente de que había que guardar cierto orden. Me refiero a un orden de prioridades. Fue así como decidí arrojarme al vacío que esta ciudad me ponía enfrente, fue así como decidí dejarlo todo para arrancar el viaje crucial de mi existencia. La única forma posible de reivindicarme con mis muertos. Nunca pensé que tuviera que mirar a la cara de tantos fantasmas y ahora era mi turno. La ciudad era entonces un espejo en el que me reflejaba después de muchos años, como quien regresa de un naufragio y no reconoce su nuevo rostro. Yo habría de afeitarme y dejar mi pasado al borde de la carretera, junto a la estrella negra que señalaba el punto exacto en el que Steven murió.
Todo esto puede sonar muy estúpido. Lo sé. en cualquier caso, aunque hay un millón de maneras distintas de arreglarlo todo, yo escogí el fuego. Estos no son los días de lluvia en que solíamos ser más felices. Llegaron los días de nuestros muertos, de los que aparecen en nuestras canciones. El fuego de todos los incendios puede estar contenido en el fuego de un solo fósforo. Si me preguntas, te diré que no me gustaba mucho como estaban las cosas, que debía acabar con todo de cualquier manera. Acabar conmigo por dejarme morir del aburrimiento, por dejar morir a mis amigos, por no soportar el olor a guardado de mi ropa. Saldría a ponerle fin a todo. No sé muy bien en dónde se fabrican los recuerdos. Los incendios, en cambio, nacen en la región más feliz de nuestro deseo. Recuerdo la primera vez que quemé algo grande. Un potrero solitario que estaba cerca de mi casa. Mierda que ardía ante mis ojos y que configuraba un territorio nuevo en el que mi existencia se perdería para siempre.
No quería ser el dueño de una mirada escrutable, me quería vestir con las ropas de mi madre y echar a correr. Solo quería saltar de un avión y no tocar el suelo nunca. Caer indefinidamente. No puedo salir de aquí. Nadie puede sacarme de aquí. Las ventanas son negras. Las paredes son de hierro. El ascensor está descompuesto y las escaleras van desde el sótano hasta el techo sin detenerse aquí. Ahora puedes dormir. Duerme tranquilo como un punk muerto sobre la autopista, como un niño asesinado por la policía, como un loco que le da la vuelta al mundo en ochenta días. Ya quisiera yo avisarte cuándo debas despertar.
Fragmento ‘Aviones que se estrellan contra todo’, John Galindo (2022)
Ficha
Nombre: ‘Aviones que se estrellan contra todo’
Autor: John Galindo
Editorial: Lugar Común
Género: Novela
Año: 2022