Entre el nazismo, la tragedia, el horror y la muerte, una mujer encontró su refugio a través del arte. Tal vez, como una forma de canalizar el espanto vivido en carne propia hasta el último día de su vida.
La historia de Charlotte Salomon es un ejemplo de lucha, tenacidad y supervivencia. Nació el 16 abril de 1917 en Berlín -por entonces, el Imperio Alemán- en el seno de una familia de origen judío de la burguesía germana: logró escaparse en pleno auge del nazismo y luego se refugió en Francia. Ahora se estrenó en Estados Unidos una película animada, dirigida por Tahir Rana y Éric Warin, que cuenta su vida.
Pero una vecina la delató y en 1943 fue llevada a Auschwitz, el mayor campo de concentración y de exterminio de la Segunda Guerra Mundial, donde murió gaseada. Tenía 26 años y 5 meses de embarazo.
Antes, había dejado un legado: una serie de 784 pinturas dan cuenta del horror experimentado, con muchas pérdidas familiares. Todas son mujeres: su madre, abuela, su tía que llevaba el mismo nombre, otra tía y su prima se suicidaron.
Pero el arte la salvó de la depresión y la resguardó durante mucho tiempo de la Guerra. Como si fuera una manera de contar lo vivido. Se trata de un impresionante relato a través de sus cuadros, el primero de la novela gráfica.
Primeros años en Berlín
La familia Salomon pertenecía a la alta burguesía alemana: Albert, su padre, era un prestigioso médico cirujano y profesor universitario. Su madre, Franziska Grunwald, trabajaba como enfermera. Vivían en Charlottenbourg, un barrio asociado a la clase alta en la capital alemana.
El 22 de febrero de 1926, la mujer se suicidó arrojándose desde una ventana de su casa. Charlotte tenía 9 años. A la niña le dijeron que su madre había muerto a raíz de un fuerte estado gripal y vivió gran parte de su vida con esa creencia. En tanto, su tía, que también llevaba su nombre, también se suicidó cuando tenía 18 años.
Tras la pérdida de su madre, Albert interpretó que lo mejor para su hija era que estuviera educada por institutrices hasta que, cuatro años más tarde, el hombre se casó con Paula Lindberg, una cantante lírica alemana de renombre internacional. La mujer impulsó a la joven Charlotte a que siguiera una carrera artística y musical en tiempos en que el nacionalsocialismo se imponía en Alemania. De esta manera, el arte y la música se convertirán en sus dos grandes pasiones.
Sin embargo, los Salomon lograron escapar de la persecución nazi tras la llegada de Adolf Hitler al poder, en 1933. A fines de ese año, sus abuelos maternos también huyeron de la Alemania nazi y se exiliaron en Italia. Un año más tarde, se instalaron Villefranche-sur-Mer, una región costera situada al sur de Francia.
A pesar del acoso nazi, Charlotte, siguió estudiando arte y más allá de su condición 100 por cien judía fue aceptada en la Escuela Nacional de la Academia de Bellas Artes, donde incorporó varias técnicas tradicionales oficiales. Sus trabajos realizados en los años ‘30 muestran la influencia de las obras modernas. Esas pinturas se salvaron de milagro y actualmente se encuentran en la biblioteca de la Academia.
La joven logró salvar su pellejo en “La Noche de los cristales rotos”, la denominada marcha de los nazis que derivó en una serie de ataques, agravios y linchamientos contra varios judíos los días 9 y 10 de noviembre de 1938 en Alemania y Austria. Ese mismo día, Charlotte había ganado el primer premio en la Academia. Para ese momento había abandonado sus estudios en ese establecimiento pero otra alumna recibió el galardón ante el temor de que Salomon fuera descubierta por su origen judío.
El hostigamiento nazi hacia los judíos en la Alemania de Hitler comenzaba a ser cada vez más insostenible. De hecho, Albert quedó detenido durante un breve período. En tanto, su hija aprovechó la ocasión para escaparse de Berlín; abandonó su hogar y se marchó a Francia para juntarse con sus abuelos maternos. Luego, Albert y su esposa Paula Lindberg huyeron hacia Holanda.
El mayor secreto revelado en Francia
En 1939, al comienzo de la Segunda Guerra Mundial, Charlotte se encontraba recluida en el país galo. Allí vio cómo su abuela se suicidaba delante de sus ojos, víctima de un fuerte cuadro de depresión. Y cuando su abuelo intentaba reanimarla, le contó el oscuro secreto, lo que jamás hubiese imaginado: su madre Franziska no había muerto por una gripe sino que también se había suicidado. Lo mismo ocurrió con su tía Charlotte, con otra tía más, con su abuela y también su prima. Es decir, todas las mujeres de su familia se habían quitado la vida.
La vida, corazón y mente de Charlotte quedaron sensiblemente sacudidas por la ola de suicidios de sus seres queridos. Entonces, Charlotte se puso a pintar cuadros como un una forma de supervivencia, como una manera de sentir la vida, para canalizar el dolor de la tragedia y evitar la depresión que pudiera costarle su existencia. Así, comenzó pintar frenéticamente para “crear algo verdaderamente loco y singular”.
Y en apenas dos años, entre 1940 y 1942, la joven artista elaboró una obra compleja que exhibe varias expresiones artísticas como el teatro, la música y la pintura. Se trata de 1.325 gouaches (una técnica que consiste en diluir colores en agua) que van desde la primera imagen, la del suicidio de su tía Charlotte (1913), a quien jamás pudo conocerla, hasta la última, donde se pintaba a ella misma.
En 1940, Salomon se convirtió en una notable artista plástica: se representó pintando frente al mar y sobre su espalda escribió el nombre de la obra ¿Vida? o ¿Teatro? (“Leben ? oder Theater ?”).
A raíz de este enorme trabajo, Charlotte logró preservar su salud mental y también salvaguardar su vida. Charlotte desplegaba su talento artístico: con sólo 23 años, describía el horror que vivía a través de estas secuencias de 784 pinturas mientras se escondía de los nazis.
¿Vida? o ¿Teatro?
Su monumental trabajo es nada menos que el relato de su propia vida que tiene como protagonista a Charlotte Kann, un personaje autobiográfico y a su vez ficticio. Para muchos, su labor artística es la antesala de la novela gráfica.
Su obra fue construida mediante un lenguaje simbólico. Consiste en una selección de 769 aguadas, con varios textos y otras piezas musicales, y está dividida en tres partes: Preludio, Parte Principal y Epílogo. La primera detalla con maestría episodios de su infancia en Berlín. La segunda está dedicada exclusivamente a Alfred Wolfsohn, el profesor de canto de su madrastra, quien sería su primer amor y también su pareja. Mientras, en la última concentra su vida en la Costa Azul.
Estas pinturas muestran el desarrollo de Charlotte como mujer y como artista: su lucha contra la locura y su primera historia de amor a medida de que el gobierno nazi va acumulando poder.
Charlotte fue cambiando notablemente su estilo entre un período y otro, ya que sus primeras pinturas tienen mucho colorido. Además, exhibe los espacios y lugares donde la artista pasó su infancia gracias a su prodigiosa memoria. Luego, sus pinturas se convierten en obras cada vez más abstractas.
Los primeros dibujos que había creado recuerdan a los cómics. También hablan de los padres de Charlotte, la depresión que sufrió su madre Franziska Grunwald y hacen referencia a la extensa lista de enfermedades mentales que aparecieron en el seno de su familia. Al presenciar el suicidio de su abuela, la protagonista suplica: “Dios mío, por favor, no me dejes enloquecer”.
La diferencia entre las pinturas del suicidio imaginado de su madre y el de su abuela, que había presenciado, van desde la sensación de pérdida de una niña a la pena de una adulta herida. En la primera, esgrime su bella a pesar de la tragedia y, en la última, Salomon focaliza su arte a través del dolor.
De esta forma, Salomon grabó superposiciones semitransparentes cubiertas por textos en más de 200 de sus pinturas. También conjugó texto e imagen, logrando que las piezas adquirieran una narrativa gráfica, con escenas entrelazadas.
Su obra sobrevivió a la Guerra
En 1943, poco antes de ser delatada por un colaboracionista francés a los nazis, Charlotte tomó la decisión de cuidar la inmensa obra que había creado. Entonces, decidió entregar sus pinturas a su médico y pidió que las ocultara antes de ser descubierta antes de ser descubierta por los soldados alemanes.
Ese mismo año, Charlotte fue enviada al campo de concentración y de exterminio de Auschwitz-Birkenau, en Polonia, donde fue asesinada el 10 de octubre. Tenía 26 años y estaba embarazada de cinco meses.
En 1947, dos años después del final de la Segunda Guerra, sus padres encontraron esos trabajos. Estaban sanos y salvos en el refugio donde el médico las había ocultado. Entonces, en 1971 la familia decidió donar las obras al Jewish Historical Museum de Ámsterdam. El museo expuso gran parte de sus obras en 2020 junto con otro material fílmico actual y de la época.
Salomon creó más de mil obras en su vida, de las cuales, 784 pertenecen a la serie “¿Vida? o ¿Teatro?”. Su legado aún perdura.
Recientemente se estrenó el film Charlotte en los Estados Unidos, la película animada sobre la vida de Salomon, la primera novelista gráfica del mundo quien fuera asesinada durante el Holocausto. La historia narra los últimos diez años de la vida de Charlotte, en un contexto de guerra. La actriz británica Keira Knightley puso su voz para interpretar a la protagonista que dejó su legado a través de sus obras.
“Estamos haciendo esto por Charlotte. Ella ha sido pasada por alto y menospreciada. Esta película está destinada a llamar la atención sobre ella”, dijo Julia Rosenberg, una de las productoras de la película.
SEGUIR LEYENDO