Según un estudio realizado por la Universidad de Liverpool, una persona que beba con moderación puede hablar más y ser más creativo y sociable, recomendación que, al parecer, han seguido gran cantidad de escritores.
El alcohol ha estado presente en la vida de múltiples autores, incluyendo varios escritores premiados que lo consideraban un medicamento o aseguraban que no les hacía efecto.
A algunos, la bebida les arruinó la vida, pero otros sostuvieron que, si no hubieran bebido una gota de alcohol no habrían podido crear sus mundos literarios y, a lo mejor, no hubieran existido algunas historias que, hoy en día, son grandes clásicos de la literatura.
Un ejemplo de ello son cinco premios Nobel de Literatura estadounidenses: Hemingway, Sinclair Lewis, Faulkner, Eugene O’Neill y Steinbeck y otros autores que reconocieron haber creado varias de sus más conocidas historias bajo los efectos del alcohol:
Ernest Hemingway
Su diabetes no le tenía permitido ingerir cosas dulces, pero una de sus bebidas favoritas fue la absenta , realizada a partir de una hierba medicinal conocida como ajenjo y la cual tiene un sabor anisado
En algunos momentos bebía champán mezclado con absenta bajo su propia receta: “Pon un dedo de absenta en una copa, añade champán helado hasta que coja una consistencia irisada y lechosa. Bebe de tres a cinco copas lentamente”.
Hemingway bebía normalmente en su vida cotidiana, pero fue un accidente de avión, en África, lo que lo llevó a refugiarse en el alcohol para sobrellevar el dolor de sus heridas. Su consumo fue el doble a partir de ese momento y esto agravó su trastorno bipolar.
Edgar Allan Poe
El problema del autor de “El cuervo”, al cual sus amigos reconocían como “el tipo con la botella del mejor brandy Benny Haven”, no fue su tanto que fuera alcohólico sino que no tenía resistencia a la bebida.
Una de sus cocteles favoritos era conocido como licor de huevo, el cual preparaba con siete huevos, leche azucarada, brandy, nata y nuez moscada.
Una de las consecuencias de la bebida en este autor fue un terror demencial, que finalmente reflejó en sus macabras historias ,que hasta el día de hoy son las favoritas de muchos.
Truman Capote
El escritor tenía la manía de beber mientras escribía. En las tardes iniciaba con una taza de café o té y ya para la noche se le podía ver con una copa de martini, siendo esta su bebida favorita. En algunas entrevistas aseguró que mientras escribía su novela “a sangre fría” llegaba a tomar tres o cuatro martinis al día.
“Soy alcohólico, drogadicto, puto y un genio”, aseguró Capote.
En algún momento se rumoró que su muerte había sido producida por la adicción, tanto al alcohol como a otras sustancias tóxicas; sin embargo, el dictamen oficial es que lo mató un cáncer de hígado a los 59 años.
Juan Rulfo
El mexicano escribió tres libros y fueron más que suficientes para ser reconocido en la literatura universal. Sin embargo, después de haber finalizado El Gallo de Oro le prohibieron el alcohol.
Tras doce años de adicción al tequila se tuvo que desintoxicar, con lo cual, aseguró lo obligaron a abandonar el motor de su escritura. Reconocía que gran parte de sus textos los escribió borracho y que siempre tenía una bebida en la mano mientras trabajaba. Murió de cáncer de pulmón, tras fumar durante medio siglo.
Otros autores como: Samuel Beckett, Graham Greene, Jim Worwood, Raymond Carver, Herman Melville, Juan Onetti, Pablo Ramos, María Moreno, Alfredo Bryce, Oscar Wilde, Clarice Lispector, Tennesse Williams, Frank Merlo, “O’Neill, Dorothy Parker, John Cheever, Anne Sexton, Marguerite Duras, Jack London, Dylan Thomas, F. Scott Fitzgerald, Swinburne, Berryman, Allen Tate, Lord Byron, Ian Flemming, Samuel Coleridge, J.D. Salinger, Faulkner, Yeats, Martin Amis, Chandler, Lope de Vega, Quevedo, Verlaine, Elizabeth Bishop, Dostoievski y Kerouac tienen una cosa en común: el alcohol.
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