Un día, cuatro momentos, una fiesta y al cumplir años se va a tener que ir Ana, aquella mujer que pasó los últimos 15 años de su vida con Pedro, quien, después de medianoche, ya no va a despertar con ella.
Este instante podrá retomarlo alguien que ya sufrió un rompimiento, esos enamorados que duran muchos años o meses cultivando un amor que, al final siempre se trastorna, en algo más.
El día que describe Gastón García Marinozzi, en su nuevo libro “Los Lugares verdaderos”, es el del fin del amor, ese que muchos no quisieran que llegara, el de las dudas que se intentan responder, casi siempre sin éxito, el de las frases que no se quisiera recordar.
— ¿Cuál es su perspectiva del libro después de haberlo finalizado?
— Es un momento interesante porque es cuando empiezas a conversar con los lectores sobre lo que te llevó tanto tiempo, lo tuviste tanto tiempo en la cabeza, ya no lo sueltas y cambias de otros proyectos, pero es el momento de conversar y uno tiene la expectativa, seguridad, miedos, todo lo que sucede en estos casos.
No me puedo queja, todo lo contrario, todas las evoluciones han sido muy interesantes, muy buenas. Creo que tiene esa atmósfera que hace que muchos se sientan identificados en algún momento.
Si bien el tema del amor es universal y todos sabemos lo que se trata el amor, más o menos, de lo que se trata el amor, un corazón roto o ambas cosas. Ya todos hemos pasados por estas vivencias. Entonces la intención que a lo mejor tenía con contar esta historia, esta atmósfera, contar todo en un día de como transcurre en la novela, este momento de estos personajes de Ana y Pedro que emprenden un camino diferente, después de muchos años juntos.
Me siento bien, halagado que ante tantas cosas alguien pueda detenerse a compartir esta historia.
— Me llama la atención la referencia a “Moby Dick” que está en el título “Los lugares verdaderos”
— Es una novela fundamental, para mí, en mi formación. Es una novela que leo recurrentemente cuando puedo y la vuelvo agarrar y la vuelvo a leer y vuelvo a entender otra cosa o no entiendo nada o le encuentro un sentido totalmente diferente. Y siempre me gustó mucho esa parte, la que dice: “los lugares verdaderos no existen, no están en los mapas”.
Entonces me preguntaba ¿cuáles son esos lugares verdaderos? Ya no solo en Moby Dick que es: después de recorrer medio mundo, cazar esa ballena, luchando o escapando de ella, a ver si la encuentran. Esa obsesión que hace a esas personas y a esa historia que al final se resumía en algo que no estaba a la vista publica, que eran los mapas, los lugares verdaderos.
Yo me preguntaba también en nosotros ¿cuáes son esos lugares verdaderos? ¿de qué estamos formados? nos hemos hecho de las fotos de Instagram y de las cosas que le demostramos a la gente. Hay algo íntimo que solo es para nuestra vida y para lo que nos rodea.
El título me gustaba para ponerle así, hacer esa referencia a Moby Dick y también conformar un poco el perfil psicológico de estos personajes a partir de esa idea ¿cuáles son los lugares verdaderos de estos personajes de Pedro y Ana?
— Hasta en el mismo texto leemos cómo Pedro hace preguntas o muchas referencias a las ballenas
— Como te mencionaba, en esa lectura de Moby Dick, de las muchas que uno puede hacer, una de la idea o de los sentidos que le encontré a Moby Dick es que es una novela sobre la obsesión. Más allá de todo.
Aquí, en las relaciones de parejas o preguntas sobre el amor, también se puede convertir en una obsesión, esa obsesión es la que nos mueve, la que nos da sentido, la que nos hace que vayamos tras ella, perdiendo la razón, esas pasiones inconmensurables que tiene el amor por momentos y la obsesión por él.
Claro, me servía mucho para contar al personaje y contar la historia. Es un personaje obsesionado con las ballenas, toda su vida ha sido así, el agua, mar, es nadador, profesión de natación y él tiene un sentido en el agua.
Esas ballenas que aparecen todo el tiempo, que tienen en el final un papel tan importante (en la novela, en el amor, etc) tiene aquí la alegoría del amor. Incluso en broma se pregunta ¿qué hacer con una ballena en la sala? Uno no sabe qué hacer con eso.
— Pedro y Ana, ya sabemos desde la primera página que se separan pero a lo largo del día asistimos a la angustia Pedro, pero ¿Cómo comenzó esta historia?
— Yo quería contar este momento cotidiano del fin del amor, de último día ¿qué pasa ese último día? obviamente está la mudanza lista, las cajas, entonces Pedro se aferra a las listas, los dos son creadores de listas compulsivas. Siempre están hacienda listas de las cosas que les gusta y no les gusta, los miedos, películas, libros, etc. De todo hace lista.
Hay ese repaso por las listas que han hecho a lo largo de su historia en común, las listas que no van a poder hacer, porque no van a estar juntos, entonces él si tiene angustia o esa duda o ese momento de la vida a partir de mañana, del día siguiente cuando Ana y él no despierten juntos, cuando no sepan qué hacer con el perro, etc.
Cuento un poco lo que sucede con ellos, con amigos. No sabemos muy bien por qué se separan, no está muy claro eso. Intuimos por momentos, pero a lo largo de 15 años pasan tantas cosas de la vida de la gente que eso no lo vamos a saber. La novela se concentra en el drama, sino en el proceso del amanecer siguiente, en el que todo sigue, la vida siempre se impone y estos personajes son justos protagonistas.
Las grandes cosas que nos marcan en la vida, las más grandes son las pasiones tremendas, dolores inmensos. Todo el tiempo nos pasan cosas así, pero el día a día es levantarnos y hay un amanecer diferente y una vida que se impone.
— ¿Por qué desarrollar toda la historia en un día?
— Era mi desafío técnico, por así decirlo, porque si quería condensar todo eso, quería generar esa atmósfera. Cómo dices, en vez de estar pensando en el fin del amor eso pasó hace días previos. El último día es de acción, tienes que agarrar el coche e irte.
Si quería condensar todo, quería ver si lo lograba y espero que los lectores lo puedan ver así. Si lograba ver esa atmósfera, era como testigo de esa escena, pero era una atmósfera condensada, densa por momentos.
Todo en un día podría contarse la vida de toda esta gente, eso me resultaba un desafío muy interesante.
— Aquí hay un elemento particular en Pedro que es la masturbación excesiva.
— Eso tiene que ver con la psicología de este personaje, hay un querer y no poder porque es una masturbación fallida, la mayoría de los casos. Es compulsiva porque es otra de sus obsesiones y de esa pulsión de la naturaleza, ese llamado del cuerpo.
El cuerpo de Pedro está marcado por muchas cosas desde los hongos de los pies, es muy táctil y tiene esta obsesión por tratar de masturbarse compulsivamente.
Yo creo que hay algo ahí de la inseguridad del momento, de lo indefenso que se siente, de la impulsividad del placer, de continuar con un gozo, una vida de gozo, un poco va por ahí. Sin caer en demasiados tecnicismos Freudianos, pero si creo que hay una búsqueda de placer por parte de él que no lo logra.
— ¿Hay algún dato personal, íntimo que esté en el libro?
— Esa cuestión de lo autobiográfico es muy interesante, yo separaría dos cosas: unas son las anécdotas o las vivencias autobiográficas que a veces los autores pueden plasmar en sus obras y te hablo de la auto ficción, que está hecha de lo autobiográfico, de las anécdotas, y las vivencias.
Hay otra parte de lo autobiográfico que es muy interesante que son las emociones o los sentimientos. Esto lo aprendí de un director de cine italiano, Nanni Moretti, que dice: lo autobiográfico, no pone nada de eso en sus películas. No pone vivencias, ni pone anécdotas, lo que no puede evitar poner todo creado son emociones autobiográficas.
Ahí hay sentimientos que ya conocemos, emociones que ya hemos pasado, eso acaba plasmándose siempre, para que podamos crear.
— ¿Valió la pena?
— Siempre vale la pena.
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