La pandemia mundial no solo marcó un antes y después de nuestra cultura, miles de nuevos autores surgieron en todo el mundo, las obras que esperaban en las sombra o en las agendas de los autores salieron a la luz, la inspiración estuvo a flor de piel en medio de un confinamiento que nos puso a prueba a todo nivel; así mismo, las dinámicas de la industria editorial dejaron ver sus fortalezas y quiebres, toda la cadena de producción tuvo que enfrentar la crisis económica, el desabastecimiento de insumos, y el incremento de los precios.
Quizás las más afectadas con las nuevas condiciones fueron las editoriales independientes que han tenido que hacer uso de toda su creatividad para recuperar el camino después de dos años de incertidumbres.
Un ejemplo de ello es la editorial colombiana Cajón de Sastre. Con un catálogo que incluye literatura, arte y ecología, este sello vincula permanentemente artistas para que trabajen en sus proyectos y aporten su visión en el proceso de producción del libro; para su directora, Catalina Vargas Tovar, trabajar junto con otras pequeñas editoriales es fundamental para seguir adelante.
“Para mí es fundamental, es importantísimo trabajar con colegas, no solamente por cuestiones económicas sino por el simple hecho de vivir la buena onda y el trabajo en equipo. Los apoyos no son solamente económicos, las asociaciones no son solo funcionales para el mercado y las ventas, sino también apoyos emocionales importantes. A nivel de gremio funcionamos, espero que podamos lograr más cosas juntos, somos pequeños, no tenemos cómo competir con editoriales grandes pero juntos somos mucho más fuertes”, agregó Tovar.
Édgar Blanco es el coordinador del Colectivo Huracán, una agrupación de editoriales independientes colombianas a la que también se suma una editorial ecuatoriana. Llevan tres años de trabajo conjunto, de los cuales dos fueron en plena pandemia por lo que vivieron todo un proceso de transformación para enfrentar estos años.
“Trabajamos a finales de 2018 con la idea de cuatro editoriales pequeñas con el fin de unirnos para resolver una dinámica de distribución. Nuestra problemática era cómo llegar a las librerías o ir a ferias y, a principios de 2019, se formalizó y en muy corto tiempo reunió a más editoriales hasta llegar a los 15 sellos que somos hoy en día. Hay dos ferias del libro que son importantes para nosotros, la de Bogotá y la de Medellín y los altos costos de participar en una feria como la Filbo impedían que los proyectos pudieran participar. De un ejercicio previo que hizo el comité de editoriales independientes de la Cámara Colombiana del Libro se logró la colonización de un espacio para las editoriales independientes en la Filbo, siempre estábamos desperdigados y estábamos en lugares casi inaccesibles y justo en esta versión nos correspondió uno de los espacios más bonitos de la Feria y también a razón de eso decidimos unirnos. (...) Hacemos una muestra colectiva que resalte siempre el nombre del colectivo, anualmente le ponemos un slogan y es por eso que aparecemos con un nombre diferente, en la última edición nos llamamos ‘Revuelta editorial’ y este año nos llamamos ‘Aquí se lee sabroso”. Este colectivo está conformado por sellos como Himpar Editores, anfitriones de la escritora chilena María José Navia; Sincronía Casa Editorial, El Fakir, La Libretería, Animal Extinto, La Jaula Publicaciones, vinculados con la producción de ejemplares para la recién lanzada Biblioteca de Escritoras Colombianas; y librerías locales como La Valija de Fuego, uno de los centro culturales más representativos para la escena independiente en la capital colombiana.
Más allá del trabajo colaborativo, Blanco asegura que, al interior de cada editorial, se revelaron necesidades logísticas para atender la demanda de un sector de compradores que se adaptaron al comercio en línea, lo que generó la necesidad de una profesionalización del negocio. Por fortuna, asegura, uno de los sectores que se logró estabilizar de alguna manera fue el editorial, pero reconoce que la pandemia ocasionó un desplazamiento de los gastos, sobre todo en capital cultural, frente a otros relacionados directamente con la supervivencia, como la alimentación.
“Adicionalmente, en el 2020 las librerías tuvieron un periodo muy grande de cierre y son nuestros canales ideales de venta de libros, a eso se suma que en muchos de los proyectos editoriales no teníamos e-commerce, dependemos mucho de ese modelo transaccional con las librerías, sumado a una crisis mundial alrededor del papel cómo se ha disparado el dólar, nos afecta en cuanto nuestra industria gráfica es totalmente dependiente de insumos de afuera por lo tanto una subida del dólar hace que la producción de nuestros libros se encarezca, no ha habido, desde lo institucional el apoyo en términos de que la dotación de bibliotecas sigue teniendo unas lógicas muy extrañas de selección en las que por lo general las editoriales independientes no participan, no porque no quieran, sino porque no somos seleccionados”.
La nueva dinámica de las editoriales independientes ha permitido estructurar una plataforma visible y poderosa para la convocatoria de nuevas plumas, nuevas escritoras y escritores que hacen valientes apuestas, que entran al radar de los lectores consumados, de los nuevos lectores, de los curiosos, de los coleccionistas, de los gestores culturales, creadores de contenido y medios de comunicación masivos y especializados. “Estamos apersonándonos de nuestro rol de autoras y autores, hay ventas de libros muy por fuera del círculo de amigos, lo cual para nosotros es de gran importancia, nos anima a seguir también”, destacó Juliana Barrero, autora independiente que presentó en el marco de la pasada Feria Internacional del Libro de Bogotá “Las Extraterrestres”, una atrevida propuesta artística interdisciplinaria que vincula performance a la producción literaria.
Frente al ambiente de incertidumbre y desasosiego y el impacto económico que vivieron los independientes, aquellos que no cuentan con el músculo financiero de las grandes editoriales, en la actualidad los pronósticos son alentadores, las nuevas redes de trabajo prometen complementar los resultados de los esfuerzos de años, mientras cuentan con un público expectante, atento y dispuesto para acoger nuevas propuestas en el mundo de la literatura.