Lo habitual es que un personaje nazca -y muera, también- en la cabeza de su autor. De sus coautores, si son dos o más. Que la creatividad y el oficio lo hagan surgir en el momento en el que el relato lo necesite y que desaparezca -no siempre de la mano de la muerte, a veces alcanza con un divorcio o un exilio- cuando ya no haga falta para eso que el o los autores intentan contar. Pero algunas veces los hechos se corren de lo habitual y plantean escenarios novedosos. Es el caso de Gaston Lagaffe, un personaje de historieta belga cuya última aventura se publicó hace treinta años y que está a punto de resucitar o de no tener nunca más una viñeta nueva: lo decidirá la Justicia de ese país.
Es que la editorial Dupuis lanzó en abril una primera campaña de difusión sobre las nuevas historietas de Lagaffe, un personaje creado por el dibujante belga André Franquin, que murió en 1997. Esas nuevas historietas, claro, serían de la mano de un nuevo dibujante y, según difundió la prensa de Bélgica, podrían vender hasta 1,2 millones de ejemplares: una enormidad.
Dupuis tiene los derechos de publicación de las viñetas de Gaston Lagaffe, pero Isabelle Franquin, hija del historietista que imaginó a ese aprendiz de oficinista torpe y permanentemente confundido, empezó no sólo una campaña pública sino también acciones judiciales para frenar esa nueva publicación.
El argumento de Isabelle es que su padre le heredó los derechos morales sobre su creación, y que André había determinado y declarado públicamente su negativa a que el personaje lo sobreviviera. Su oposición a la iniciativa editorial fue apoyada por escritores, dibujantes e intelectuales emblemáticos de Bélgica y Francia, aunque ya existen grandes personajes del mundo de la historieta que sí se publicaron después de la muerte de sus creadores: Astérix y Obélix tal vez sean los más resonantes.
En primera instancia, la Justicia belga determinó este lunes que la editorial frene la producción que tenía previsto salir a vender a partir de octubre. El sello Dupuis, a través de un comunicado, instó a “un debate sereno y objetivo” con Isabelle Franquin para “preservar la calidad de las relaciones” con ella. Aunque en una primera decisión la Justicia de Bélgica hizo lugar al pedido de la heredera de los derechos morales de la historieta, recién a partir de septiembre habrá un fallo más firme sobre el destino de Gaston, que apareció por primera vez en 1957 y que esquivó todo lo que pudo el sentido común pero no el sentido del humor.
Los abogados de la editorial argumentan que esos derechos morales que André Franquin le legó a su hija le permiten oponerse a algún proyecto de publicación por razones éticas o artísticas vinculadas directamente al contenido de las (posibles) nuevas historietas, pero no a la publicación de nuevas viñetas en general. En el medio del debate que saldará la Justicia, hay expectativas de ventas millonarias y el deseo de que eso que Franquin imaginó y dibujó no resucite en otro lápiz. El dilema aún no está resuelto.
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