“Hay una ciudadanía que está estudiando el conflicto y quiere saber qué pasó”: la periodista colombiana Patricia Nieto presentó sus “Crónicas del paraíso”

Esta compilación del trabajo de una de las periodistas colombianas más destacadas y consagradas, registra décadas de transformaciones del periodismo en su objetivo de narrar el conflicto armado

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'Crónicas del paraíso', Patricia Nieto,
'Crónicas del paraíso', Patricia Nieto, Editorial Tusquets, Planeta (2022)

Patricia Nieto, docente y periodista colombiana, pone en evidencia su proceso personal como profesional, la transformación que vivió en el uso del lenguaje de acuerdo a las narrativas periodísticas marcadas por cada etapa y cómo esto influyó en la consolidación de su estilo, representa además un rescate metódico y detallado de trabajos periodísticos que también constituyen un una robusta producción académica en el análisis y desarrollo de la crónica como género y como medio para establecer una narración detallada, rigurosa y humana de cara a las víctimas y sobrevivientes del horror de la guerra en Colombia, el camino a un acuerdo de paz, buscando que se escuche la voz de los protagonistas de estas historias como parte de un proceso de memoria colectiva y como servicio a un país que necesita tomar decisiones con criterio basándose en información fiel al tiempo que vivimos.

Infobae habló con la comunicadora sobre su visión del periodismo, la relación de este oficio con la escena académica, las nuevas generaciones de periodistas, sus procesos y la transformación que el relato sobre la violencia y sus efectos en las comunidades a través de su amplia experiencia como formadora y como testigo de una sociedad que busca esperanza, verdad, reparación y reconciliación.

Portada de 'Crónicas del paraíso',
Portada de 'Crónicas del paraíso', Editorial Tusquets (2022)

¿De dónde surgió esta idea de compilar este trabajo periodístico en forma de libro?

Hace tiempo, un poco antes de la pandemia, tuve una conversación con Juan David Correa de Planeta, creo que él viene haciendo un trabajo muy importante en su línea editorial descubriendo escritores o muy desconocidos o nuevos totalmente, y también ha vuelto a poner en escena tanto ficción como no ficción, trabajos que se habían publicado tiempo atrás y algunos, por la situación histórica del país, ameritaba volverse a editar, o algunos habían circulado localmente, y mirando el grupo de escritores que ellos han recogido en los últimos tres o cuatro años creo que dan cuenta del talento que hay, precisamente se inscribe en este proceso el propósito de este libro.

¿Cómo ve en este momento el periodismo en Colombia? ¿Ha visto una transformación sustancial a la luz de todos los años de experiencia con que cuenta o en esencia es el mismo?

Creo que ha habido un cambio importante y está directamente relacionado con la emergencia de diversos medios de comunicación generado por pequeños grupos o algunas iniciativas muy personales menos ligados a grandes cadenas productivas o conglomerados económicos y más instalados en el análisis de hacer un periodismo un periodismo más independiente aunque eso represente un esfuerzo económico y también a la vinculación del periodismo con comunidades y con la sociedad civil con diversas especialidades. Ahí veo como una constelación impresionante de medios pequeños que llevan sobre ellos la esperanza de que el periodismo colombiano narre, relate, que cuente lo que pase de una manera más equilibrada y con una razón para la gente.

Creo que son medio de nicho y por eso la audiencia tiene que informarse por muchas fuentes para poder tener un panorama completo de lo que pasa, pero creo que ese es el gran cambio, que entendimos, que muchos periodistas han entendido que pueden generar sus medios y que la gran casa periodística es solo una de las opciones y que se ha multiplicado el número de medios en todo el país.

¿Cuál cree que es el público objetivo de libros periodísticos como el suyo en este momento de la cultura y del mercado literario?

Pienso que en estos casos hay una ciudadanía afectada por estos conflictos, que se está reivindicando en estos textos y que está descubriendo que el trasegar en la búsqueda del respeto de sus derechos no se da solo en las oficinas de abogados, o en las oficinas de atención a víctimas del Estado y en los trabajos relacionados con comunidades, que su reivindicación también está en los escenarios de las artes en general y que ellos son actores fundamentales en la generación de los relatos. Creo que en un buen campo ellos son receptores y son el objetivo de este tipo de textos porque encuentran allí una reivindicación de su pasado, de su historia, en las historias de otras personas y ahí hay una sustancia política muy fuerte de este trabajo.

También veo que hay un interés de personas que están en un proceso de formación de estudiantes en pregrados, en maestrías y también en los grados superiores de la secundaria porque, aunque no parezca, en los colegios hay un interés muy grande en este pasado reciente y creo que los maestros han hecho una labor muy importante ahí; pienso también que la firma de los acuerdos de paz abrieron una ventana, abrió un espacio para que estas historias se volvieran a contar o se contaran algunas por primera vez porque hay una ciudadanía que está estudiando el conflicto que quiere saber qué pasó, no solo desde el conflicto, también desde las organizaciones y creo que ahí un gran potencial de lectores.

¿Cómo describe su libro?

Si bien son cuatro partes, creo que hay tres momentos; el primero momento es una escritura de los años noventa, es una escritura que para esta compilación no se tocó, quizás cambiaría una coma o algo, pero no hubo ningún tipo de reescritura, es la voz de la década de los noventa, casi en los últimos años, en donde tengo una preocupación muy clara por establecer la estructura narrativa, por cómo se cuentan esas historias y hay tres reportajes de largo aliento en donde eso tiene un peso muy grande.

La segunda parte que son los escogidos, es una sola historia contada en varias crónicas, siento que está más relajada la mano, quizás tengo menos miedo (risas) y creo que son crónicas menos rígidas que las primeras porque siento que ya tengo un mayor dominio del lenguaje y que es la oportunidad de ver un temas desde diferentes puntos de vista y las dos últimas partes que para mí podrían ser una, es la incursión a textos diferentes, ahora en la búsqueda de ser mucho más eficiente con el lenguaje, pero también es el momento de adaptarnos a los medios digitales. Los dos primero bloques están pensados para libros o revistas, y las últimas partes fueron escritas en un momento de mayor auge digital; también es el lenguaje retado y tener que amasarlo de otra manera, podría verse cómo los temas cambian, aunque la guerra sea la misma, la desigualdad y la violencia, pero cómo las formas de narrar van cambiando sin que eso sea premeditado. Esos son los momentos en los que esas historias se escribieron.

Usted es docente, su carrera también está muy marcada por la docencia ¿cuál es la relación que existe entre el periodismo y la docencia?

Sí, llevo veinte años en la Universidad de Antioquia y allí se fue dando una especialización en este tema que la hice en la reportería de calle principalmente y luego en mis estudios de maestría y de doctorado en temas de la narrativa del conflicto armado que es siempre la columna vertebral, y alrededor de eso, empezaron a llegar estudiantes interesados en el tema y creo que ahí se generó un intercambio muy interesante en este tema, entre lo que yo hago como reportera, lo que hago fuera del horario docente y lo que ocurre en las aulas. Diría que hay una muy grata presencia de ex alumnos míos en casi todas las instituciones de la implementación, en cantidades de ONG y muchos tienen proyectos de memoria o de derechos humanos.

Hace siete años creamos en la facultad un proyecto que llamamos ‘Hacemos memoria’, que es un proyecto que hace periodismo y hace reflexión académica de las relaciones entre el periodismo y la memoria, y creo que ese ha sido la mejor manera de hacer la conexión entre lo que se puede ver a veces como si fueran a ser dos campos separados, y creo que para mí siempre han estado juntos y lo que pasa es que casi siempre las universidades van más lentas que la realidad y se demoraron mucho en entender que un reportaje puede ser un documento de valor académico.

Es muy reciente que la creación en las artes visuales y en las artes audiovisuales, en el periodismo mismo y consideradas obras académicas y antes era trabajo libre y externo que el profesor hacía; ahora las instituciones educativas incluyen eso en las valoraciones. Creo que un periodista que no escriba, que no cree, que no produzca material periodístico es muy difícil que pueda compartir algo.

¿Cuál cree que es el papel del periodismo en la construcción de memoria?

Creo que hay por lo menos dos ventanas para mirar eso, uno es el periodismo investigando, ir construyendo narrativas de ese pasado y eso implica cambiar el orden de las prioridades, entender que para nosotros en el periodismo y la memoria la noticia es el pasado, no es el presente como ocurre cuando hacemos cubrimientos informativos de la actualidad, entonces nosotros estamos en el presente tratando de leer esos hechos del pasado con el propósito de saber cuáles transformaciones generaron en la sociedad. Es un periodismo que se pregunta más por el sentido de los hechos que por los hechos mismos y eso trae unos cambios metodológicos y narrativos para hacer esa tarea.

Consideramos que hay un deber de memoria en el periodismo que es siempre traer el presente al pasado entendiendo que esos tiempos realmente nos muestran como han sido esos procesos en el pasado y cómo esas transformaciones nos ayudan a comprender el devenir de la sociedad. Hay muchas que cambian cuando uno se propone hacer una relación estrecha entre el periodismo y la memoria, por ejemplo es claro para nosotros que los procesos de investigación las personas que han vivido como aportadores de información, no solo como fuentes, sino como personas que investigan con nosotros. Hay reconstrucciones sobre esta orilla que no pueden hacerse sin la comunidad, la familia o la persona que protagonizó este hecho como una víctima, más allá de ser una persona que cuenta un relato o que da una declaración.

Todo esto nos pone en cuestionamientos permanentes porque sabemos que no somos historiadores que nuestro propósito no es escribir la historia, que debemos mantener el ancla en el periodismo, que debemos mantener la visión de construir narrativas para que los ciudadanos tengan buenas herramientas para tomar decisiones, sigue siendo ese el corazón de este trabajo, solo que entendemos que ern este presente, confluyen el pasado y también el futuro, que no son compartimientos separados, sino que dan el sentido que lo que es la sociedad.

Ficha

Título: Crónicas del paraíso

Autora: Patricia Nieto Nieto

Editorial: Tusquets

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