Del libro a la pantalla: cómo surgió la investigación periodística de “Iosi, el espía arrepentido”

La coautora del libro, Miriam Lewin, repasa la génesis del proyecto. Un ex espía, una confesión estremecedora y un trabajo periodístico de 20 años desembocaron en la serie que acaba de estrenar Amazon Prime Video.

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El actor Gustavo Bassani interpreta a Iosi, un espía de los servicios de inteligencia que se infiltra en la comunidad judía.
El actor Gustavo Bassani interpreta a Iosi, un espía de los servicios de inteligencia que se infiltra en la comunidad judía.

Por una combinación bastante virtuosa del marketing y el boca a boca, Iosi, el espía arrepentido es sin dudas una de las series más vistas del momento. La campaña de promoción, que incluye la diseminación de carteles por distintas partes de Buenos Aires y sus alrededores, más avisos a página completa en diarios digitales y de papel y también en redes sociales, estuvo a cargo de la plataforma que la produce y la aloja, Amazon Prime Video. El boca a boca, como siempre, en manos del público. Desde su estreno, el 29 de abril pasado, es uno de los contenidos audiovisuales que más conversación genera, tanto online como offline.

Con la serie ya subtitulada al inglés y al portugués, y con más traducciones en camino, es de esperar que el recorrido siga creciendo, y más allá de los confines argentinos. Es que la historia de un policía federal que se infiltró en la comunidad judía y que, arrepentido, cuenta que su trabajo de inteligencia puede haber contribuido a la preparación y realización de los ataques terroristas contra la Embajada de Israel en 1992 y contra la sede de la AMIA en 1994 es cualquier cosa menos una historia local.

La serie, creada por Daniel Burman y dirigida por él junto a Sebastián Borensztein, nació de un libro. En diciembre de 2015, los periodistas Miriam Lewin y Horacio Lutzky publicaron Iosi, el espía arrepentido, editado por Sudamericana y escrito a tres voces entre la del protagonista y los autores. Ese libro fue el primer trabajo en contar, de una forma tan exhaustiva como ágil, una historia que hasta entonces resultaba desconocida para la mayoría de la gente. A menos de una semana de su publicación, Burman vio un ejemplar en una librería porteña, se lo devoró en unas horas y contactó a los autores. Según le contó a The Times of Israel, supo instantáneamente que esta historia lo había estado esperando, que esta historia era el proyecto de su vida. Después de un trabajo de preproducción bastante intenso y de varias semanas de rodaje en Montevideo y Buenos Aires, la serie vio la luz hace menos de un mes. Pero la investigación, como contará Lewin en esta entrevista, se remonta al año 2002.

El trabajo autoral de Lewin y Lutzky fue una de las piezas clave para que el engranaje del libro funcionara de la manera que lo hace. Y el armador de ese equipo que construyó este relato de redención fue ni más ni menos que el propio Iosi. Es que la ex esposa del espía había sido la secretaria de Lutzky, director durante los 90 del periódico progresista de la comunidad judía Nueva Sion, y fue la primera en conseguirle acceso al periodista en el año 2000. Dos años más tarde, cuando Iosi insistió durante meses y meses en dar con Miriam Lewin, la contactó con Lutzky. De esta manera, la trayectoria de Lewin en el periodismo de investigación (Telenoche Investiga, Punto Doc) se complementó con el conocimiento minucioso que Luztky tiene de la comunidad judía argentina. Y de esa amalgama nació este libro que dio origen a la primera temporada de la serie y del que probablemente se editen traducciones en los próximos meses.

Lewin, actual Defensora del Público, es una de las autoras del libro. La investigación empezó en 2002.
Lewin, actual Defensora del Público, es una de las autoras del libro. La investigación empezó en 2002.

-Empecemos por el final: se acaba de lanzar una nueva reedición del libro. ¿Cómo vivís esta nueva circulación del texto en 2022, siendo un proyecto que empezó hace más de veinte años?

-En realidad, el proyecto del libro y de la serie no tiene veinte años; nuestro acompañamiento a Iosi sí tiene veinte años. Para nosotros, tanto para Horacio como para mí y para Iosi, que es lo principal, es una suerte de reivindicación. Es una suerte de reconocimiento a un esfuerzo y a un compromiso, porque después de golpear puertas durante tantos años tratando de que Iosi encontrara la vía perfecta, o por lo menos aceptable, para contar su verdad, en muchos momentos estuvimos a punto de bajar los brazos. Estuvimos a punto de decir: “Bueno, ya está, no se puede, hay poderes muy fuertes, muy consolidados, que están de acuerdo en que, por alguna razón que todavía no alcanzamos a entender a pesar de que tenemos hipótesis, esto no tiene que saberse. Es decir, a nadie le interesa, por alguna razón, saber cuál fue la conexión local”. Sabemos ahora de qué manera se organizó el encubrimiento del atentado, pero no sabemos quiénes conformaron la conexión local, que es lo que Iosi puede aportar y a partir de lo cual se puede empezar a investigar seriamente el atentado a la AMIA.

La filtración que disparó la publicación

-Hace veinte años que conocés a Iosi. El libro tiene menos tiempo de gestación. ¿Es correcto decir que el libro nació a partir de la filtración de otro periodista de la identidad de Iosi, en 2014?

-Con Horacio Lutzky, siempre con el conocimiento y la aprobación de Iosi, tocamos muchas puertas a lo largo de estos años. Puertas que incluyeron a Nilda Garré, a Cristina Kirchner, al abogado de Memoria Activa, Pablo Jacoby, al Centro Simón Wiesenthal, a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). Y, en el medio, se nos ocurrió que el American Jewish Committee podía estar interesado en facilitar las condiciones para que Iosi declarara, aportando lo que sabe sobre el atentado. Para esto, utilizamos un contacto que era un periodista, no lo vamos a nombrar, que era muy cercano a mí. Había participado de algunas investigaciones y, además, más que amigos éramos casi hermanos. Mi confianza en él era absoluta. Él pidió conocer a Iosi y fue la única persona a la que le abrimos las puertas para que lo conociera, además de al secretario ejecutivo de la CIDH, Santiago Cantón. Fueron las únicas dos personas que conocieron a Iosi. De una manera incomprensible, él decidió dar a conocer la historia de Iosi sin su consentimiento ni el nuestro… una falla ética periodística gravísima.

-¿Al menos te avisó que lo iba a hacer?

-No, no me dijo que lo iba a hacer. Lo publicó en su libro, en uno de los aniversarios del atentado, en el 2014. Para mí fue una sorpresa, porque yo lo venía defendiendo frente a la desconfianza de Iosi y de Lutzky. Revelada la identidad de Iosi, para salvar su vida y la de su familia (N. de la R.: esa publicación periodística incluía los nombres reales de los protagonistas y sus allegados, además del rostro y la voz de Iosi), tuvo que ingresar al Programa de Protección de Testigos y tuvo que declarar en la fiscalía a cargo de (Alberto) Nisman, que no estuvo presente en la declaración a pesar de que firmó como si lo estuviera. Fue una declaración extensa, pero dada en un contexto en el que Iosi estaba totalmente alterado: iba a tener que abandonar su mundo una vez más. Como se ve en la serie, al principio tuvo que abandonar su mundo. Bueno, una vez más iba a tener que hacerlo.

-¿Cuál era ese nuevo mundo que habitaba en 2014, al momento de esta filtración?

-Tenía una pareja, había retomado relación con su hijo, con su familia. Estaba raleado dentro de la policía, lo habían congelado y mandado a otra provincia, pero había podido regresar… Si mal no recuerdo, estaba de licencia por enfermedad y tenía una vida con relaciones muy restringidas pero más o menos normales. En ese momento, tuvo que abandonar su vivienda, su pequeño departamentito, y mudarse a un lugar donde iba a vivir absolutamente vigilado y prácticamente preso, ¿no? Porque las condiciones del Programa de Protección de Testigos, en todos los casos pero en el caso de Iosi en particular, se asemejan bastante a una situación de arresto o de detención. En realidad ess para cuidar a la persona que se encuentra en el programa, pero es muy traumático.

-¿En ese momento de la declaración en la fiscalía estabas con Iosi?

- No, en ese momento yo monitoreaba todo el operativo desde mi lugar de trabajo, desde Canal 13, y el que se encargó de hacer toda la recorrida fue Luztky. Ahí le dijeron que tenían que ir a la fiscalía de Nisman, que tenía delegada la investigación. Lo real es que después de este día, en el que la situación emocional seguramente no le permitió recordar detalles ni explayarse sobre algunos aspectos importantes, nunca más la fiscalía de Nisman, ni el fiscal, contactaron a Iosi. Después nos enteramos de que en un momento contactaron a la que era su superior, Laura, que en la serie es Claudia, interpretada por Natalia Oreiro. Y ella declara que los aportes de Iosi habían sido insignificantes y su infiltración, mediocre. Cuando uno va al legajo de Iosi, ve que es todo lo contrario.

no sabemos quiénes conformaron la conexión local, que es lo que Iosi puede aportar y a partir de lo cual se puede empezar a investigar seriamente el atentado a la AMIA.

“No sabemos quiénes conformaron la conexión local, que es lo que Iosi puede aportar y a partir de lo cual se puede empezar a investigar seriamente el atentado a la AMIA”

-Es llamativo, porque lo que estaba contando Iosi no era menor. Estaba contando que la Policía Federal lo mandó a infiltrarse en la comunidad judía y después todo lo que vio desde ese lugar. Sin embargo, no se le dio importancia.

-No se le dio importancia, no se lo volvió a contactar y, para colmo, en enero de 2015, seis meses después de la declaración, Nisman aparece muerto. No sé si te acordás que, en ese momento, apareció un cadáver calcinado frente al edificio de Nisman, cuando todavía estaban las guardias periodísticas frente a Le Parc. Y le dije a Horacio: “En medio de este revuelo, no sería raro que apareciera un cadáver más, a nadie le sorprendería”. Vivimos mucha angustia por la seguridad de Iosi, que claramente no estaba garantizada de manera total. El libro surgió con la idea de contar la verdad de todo el proceso, que se supiera por nuestra propia boca y la de Iosi. Por eso el libro tiene las tres voces y estas tres voces se van encadenando y van interactuando, para que cada uno de nosotros pueda exponer lo fáctico pero también las emociones. Porque cada uno fue transitando un camino que diría que fue una especie de sube y baja emocional.

Natalia Oreiro interpreta a la jefa de Iosi en los servicios de inteligencia. / Cortesía
Natalia Oreiro interpreta a la jefa de Iosi en los servicios de inteligencia. / Cortesía

-¿Cuáles fueron algunas de esas emociones que fueron transitando?

-Había momentos en los que estábamos muy entusiasmados porque parecía que habíamos logrado que Iosi declarara en un contexto en el que sus declaraciones iban a servir para esclarecer los atentados. Nosotros somos judíos, nos sentimos judíos, y Iosi también se siente judío. De manera que para nosotros tres, el hecho de que se esclarecieran los atentados era algo muy importante. Y sentíamos, y esto creo que está muy claro en el libro y en la serie, que había habido una traición y que, por algún motivo, a nadie le interesaba que se supiera la verdad y que los verdaderos responsables quedaran en la cárcel. El libro fue una forma de contar esta historia, de revelar quiénes se habían entusiamado y comprometido su participación para después, por alguna razón o alguna orden venida de arriba, por razones económicas, por razones geopolíticas, por razones ideológicas, desistir de acompañar a Iosi y de escucharnos a nosotros. Porque, paradójicamente, después de situaciones en la que nos expresaban su extremo entusiasmo, la gente se borraba.

-Hablamos de los temores en torno a la seguridad de Iosi. ¿Sentiste en algún momento miedo por tu propia seguridad al encarar este proyecto?

-Mirá, yo soy bastante poco paranoica. No te diría que soy valiente, soy un poco inconsciente. Una vez, poco tiempo después de conocer a Iosi, entraron a mi casa y me dejaron un cuchillo apoyado de manera ostensible sobre un sofá. Y unos quince días después, dejaron una daga sobre el asiento del conductor de mi auto. Tiempo después supe que estas son maniobras de los servicios. De manera que si en algún momento corrí peligro no me enteré, no tuve conciencia.

-Nisman apareció muerto en enero de 2015 y el libro salió en diciembre de ese mismo año. ¿El libro fue escrito con una sensación de urgencia, de saber que era importante que se conociera la historia de Iosi en caso de que le pasara algo?

-Creíamos que la verdad debía saberse. Y debía saberse lo antes posible. Iosi tenía mucho interés en que se conociera su historia, y tenía la ilusión de que, conociéndose su historia, iba a ser convocado para declarar en algún entorno seguro. Pero esto no sucedió y todavía no sucede.

La muerte del fiscal Alberto Nisman aún es investigada por la Justicia. Iosi aún no logró declarar en sede judicial.

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