El domingo por la noche el empresario Roberto Patricelli manejaba un BMW por el barrio porteño de Palermo a 150 kilómetros por hora, con 0,51 gramos de alcohol por litro de sangre. En esas condiciones, chocó contra un Ford Ka en el que viajaban seis personas: dos murieron en el acto. Hubo además once heridos, cuatro de los cuales terminaron hospitalizados.
Como los libros son una buena forma de interpretar, aceptar y comprender la realidad, Infobae Leamos elaboró una lista de tres libros que tienen su punto de arranque en choques y accidentes automovilísticos y, de ahí en más, desarrollan sus tramas.
Interestatal, Stephen Dixon (Eterna Cadencia)
En esta novela del estadounidense Stephen Dixon, tal vez la más tremenda y desoladora del autor, Nathan Frey viaja en auto por la autopista interestatal con sus dos hijas de 6 y 9 años. Lo que parece un viaje normal dentro de una burbuja de felicidad familiar, se transforma rápidamente en una pesadilla kafkiana a raíz del altercado con dos hombres que van en otro auto, que iniciarán una violenta persecución y provocarán un choque que el narrador repetirá, una y otra vez, desde diferentes perspectivas.
Este libro, no recomendado para personas sensibles o fácilmente impresionables, narra con crudeza la muerte de los hijos, la consecuente separación de la pareja y el descenso a la locura, el alcoholismo y el crimen por parte del personaje principal. Pero cada capítulo reescribe la escena del choque y, a partir de pequeñas diferencias, imagina todos los futuros posibles posteriores a la desgracia.
En Interestatal, Dixon prescinde de la redención, como en la mayoría de sus textos, y opta por escarbar en los fondos más profundos, enterrando a sus personajes en las más hondas y claustrofóbicas catástrofes. Y para quienes todavía dudan, un pequeño spoiler: no hay final feliz.
Trayéndolo todo de regreso a casa, Patricio Pron (Alfaguara)
“Una vaca está cruzando una vía rápida cuando ve que un automóvil que se dirige hacia ella está a punto de arrollarla”: así comienza el cuento “El accidente” del libro Trayéndolo todo de regreso a casa, del argentino Patricio Pron. Este relato, uno de los más atrapantes del libro, narra desde la perspectiva de una vaca, símbolo por antonomasia del campo argentino, el inminente accidente automovilístico del que está por ser víctima.
Con los ojos del resto de las vacas sobre ella, la vaca puede ver que, de un lado, la está por chocar un auto manejado por un padre que viaja con sus dos hijos sin cinturón de seguridad, y del otro, una mujer embarazada que sí lo lleva. Este es el punto de partida para un cuento parco, humorístico y existencial que, al borde de lo humano y lo animal, reinterpreta el Dilema del Tranvía sin nunca trasladar la posibilidad de elección al lector, que solo podrá asistir a la narración con la misma parsimonia con la que, en un viaje rutero, mira a las vacas pastar en el campo por la ventana.
Miles de ojos, Maximiliano Barrientos (Caja negra)
“El ojo aumentaba y disminuía de tamaño. Era un pequeño universo. Contenía todos los accidentes: autos haciéndose pedazos al caer a acantilados y al estrellarse contra otros autos y contra paredes de edificios abandonados. Todos esos vidrios y fierros eran hermosos, brillaban como estrellas. Veía las marcas de las llantas en el asfalto y también millares de columnas vertebrales doblándose hasta triturarse en los asientos. Contenía olores: a gasolina pero también a fluidos humanos, sangre y sudor y semen”.
Maximiliano Barrientos es un escritor boliviano contemporáneo cuyo último libro, Miles de ojos, se separa del resto de su obra, más realista, y se mete de lleno en el delirio frenético de la llamada weird fiction y la literatura pulp.
Esta novela sigue a un adolescente metalero en un pueblucho de las sierras bolivianas, cuyo hermano murió en un accidente automovilístico. El protagonista es fanático de una banda de black metal cuyos miembros son admiradores de un dios de la velocidad, y es a esa divinidad a la que quieren traer al mundo mediante un ritual que involucra chocar contra un árbol para abrir un portal.
Todas las partes de ese extraño libro están unidas por un auto: el setentoso Plymouth Roadrunner. Pero, además, Barrientos construye un universo ecléctico en el que diluye las fronteras entre la humanidad y las máquinas, el mundo real y la mente, lo vivo y lo muerto, todo gracias al efecto embriagador de la aceleración.
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