Los militares secuestraron a Mariana Eva Perez cuando tenía quince meses. A ella y a sus padres. Su madre estaba embarazada. Creció con sus abuelos y se vinculó con los organismos de derechos humanos. “Tardé mucho tiempo en entender que para que me ‘devuelvan‘, me tuvieron que secuestrar. Aunque sea unas horas. El vacío de esas horas es significativo en mi vida”, cuenta ahora, en diálogo con Patricia Kolesnicov, en el stand de Leamos, en la Feria del Libro de Buenos Aires.
En 2012 escribió Diario de una princesa montonera y generó un gran revuelo. Este año publicó de Fantasmas en escena, un ensayo en el cual analiza el tratamiento teatral del tema de las desapariciones durante la dictadura y reflexiona sobre la incomodidad que le genera el discurso congelado de la memoria.
Siempre supo la verdad de su situación, sus abuelos le daban la información a medida que ella preguntaba, aunque “no era una infancia muy normal”, “era un fin de semana eterno con mis abuelos”. Un día abrió el libro Botín de guerra, donde se encontró con “una especie de mantra del horror, de la tortura, sobre todo a mi papá”, cuenta.
“Tuve la necesidad de entender qué había sido tan importante para que mis padres tomaran la decisión de dar su vida, incluso perderse la vida conmigo, en pos de aquello. Nunca tuve, por lo menos conscientemente, una cuestión de pasarle factura. Lo que sentía era la necesidad de entender, por eso estudié lo que estudié. Lo que entendí es que para ellos era muy importante cambiar el mundo, que era una clima de época. Creo haberlos entendido”, dice.
“Tengo la ilusión siempre de que comprender me va a servir”, sostiene.
Para Mariana Eva Perez, politóloga, investigadora, la desaparición es “una biopolítica de producción de espectros, una forma de ordenar y reorganizar la sociedad, a partir de la producción estatal de fantasmas que nos iban a acompañar durante toda nuestra vida”.
“El blanco directo fueron mi mamá, mi papá, en menor medida yo, pero también toda la sociedad”, y generó un “terror inmediato para imponer todos esos cambios socioeconómicos que hubo en el momento”, pero “después, a largo plazo, lo siniestro se instala y nos acompaña hasta el día de hoy”.
“Los desaparecidos son presencias-ausencias que cada tanto emergen y reclaman que hagamos algo con eso. Por eso es un tema que nos deja en paz, por eso estoy hablando yo acá aunque no sea marzo”, asegura. También habló de la necesidad de repensar el término “reparación”, de rever las políticas en torno a esto y de discutir de frente con los discursos que hablan del “curro de los derechos humanos”. Mirá la entrevista completa en el video.
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