Nació bajo el nombre de Juan Nepomuceno Carlos Pérez Rulfo Vizcaíno, pero el mundo lo conoció como Juan Rulfo, un escritor sin igual que conectó con millones gracias a su poderoso imaginario cargado de crudeza, realidad, misterio, atmósferas sin evadir el contexto de su tiempo, de sus raíces y de la posibilidad que su propia mirada del realismo mágico le disponía para narrar, como supo hacerlo, el espíritu latinoamericano más allá de lo exótico para compartir su visión del mundo y sembrar semillas de reflexión en sus lectores de todo el mundo.
Su particular uso del lenguaje del pueblo, su faceta casi desconocida en la fotografía, el impacto de su obra, el relato profundo y mucho más le hicieron merecedor de reconocimientos entre los que se destacan el Premio Xavier Villaurrutia en 1956 por su novela ‘Pedro Páramo’, ser elegido miembro de la Academia Mexicana de la Lengua en 1976 y ganar el Premio Príncipe de Asturias de España en 1983.
Juan Rulfo falleció el 7 de enero de 1986 en Ciudad de México, sin embargo su inmortalidad está definida por el legado indeleble de su narración que evocará por siempre el desarraigo, la soledad, la pobreza y el alma revolucionaria del pueblo que siempre quiso honrar y que permanecerá en los millones que han sido influenciados en sus imaginarios, escritura, ideas, sus adaptaciones al cine, al teatro, su presencia en las artes y en las concepciones del mundo que habitamos.
Abogados, escritores, investigadores, artistas, gestores culturales, docentes y periodistas nos hablaron de su conexión con Rulfo, las historias detrás de su encuentro con el autor y sus obras preferidas.
Llegué a Rulfo hace mucho, cuando tenía como 19 años por ‘Pedro Páramo’ y ‘El Llano en llamas’, pero me gusta más ‘Pedro Páramo’, es mi preferido aún hoy entre todos los libros que he leído, aún me emociona mucho hablar de Rulfo. Creo que lo conocí en el contexto de la universidad. Todo el mundo lee Cortázar, un amigo llegó con Rulfo y con Bolaño y precisamente estaba buscando qué leer y ya había leído muchos rusos y literatura latinoamericana. Estaba cansado de no encontrar nada nuevo y mi amigo de literatura que vivía conmigo recomendó Rulfo. Creo que fue así.
Carlos, profesor de filosofía de la ciencia, 41 años
Llegué a la obra de Juan Rulfo en un taller de escritura creativa. Nos hablaban de cómo al escribir debemos buscar nuestros orígenes, la forma como hablamos, las voces que hemos tenido cerca, aquello que conocemos. En ese momento tenía un novio con el que asistí al taller de escritura y debido a nuestro interés por ese autor, Pedro Juan me regaló ‘Pedro Páramo’ de Juan Rulfo.
Lo que más me gusta de la obra de Rulfo es que hay mucha nostalgia en su obra: un apego a la tierra, a la vida y a la muerte, al campesinado, a la raíz de todo. Cuando uno lee ‘Pedro Páramo’, se encuentra con ecos y fantasías, mucho ruido en medio de silencio y desolación. Es posible que esta descripción de su novela no antoje a ningún lector que busque acción y aventura al acercarse a un libro, pero es que este autor logró, a través de murmullos, mostrarnos esa frontera fantástica entre la vida y la muerte.
Rulfo publicó pocos libros en toda su vida. No es más. Hay más fotografías suyas rondando que textos publicados de su autoría. Es una lástima no poder leer más de él. El cuento que más me gusta se llama ‘Es que somos muy pobres’, que es uno de los 17 cuentos del libro ‘El Llano en Llamas’ publicado en 1953. La historia es narrada por un niño que nos cuenta cómo su familia, en medio de la pobreza, que es terreno común en la obra de Rulfo, pierde una vaca como consecuencia de las fuertes lluvias. Aquí se ve el protagonismo de la tierra, la actividad agrícola y el clima.
Tanto es así que la lluvia y el río parecen ser también personajes del cuento. Otro elemento que llamó mi atención es el pesimismo y la fatalidad en la vida de los campesinos, el cuento tiene incluso un inicio peculiar “Aquí todo va de mal en peor”. Está presente esa idea de que el pueblo campesino está siempre más solo, más pobre, más devastado.
Mariana Castro Echavarría, abogada, 29 años.
Conocí la obra de Rulfo en el colegio cuando un profesor me recomendó ‘Pedro Páramo’. En la primera leída no entendí mucho, pero me enamoré de la descripción de los paisajes del México rural, tan similar al colombiano: los caminos de herradura, la niebla, los silencios, las noches espesas. Meses después lo volví a leer, entendiendo por fin que era un diálogo de voces, vivos y fantasmas, de búsqueda y olvido, que trascendía la vida y la muerte.
Después, me terminé de enamorar de su obra con ‘El llano en llamas’, mi libro preferido. Son unos relatos que me adentraron en el pueblo campesino de México otra vez, tan sumido en la pobreza, la violencia y la crudeza de la vida que nuevamente me recordaba la vida campesina de Colombia. Hasta hoy es el libro que más veces he releído.
Jerson Andrés Cuéllar Sáenz, médico veterinario, 26 años.
Llegué a la obra de Rulfo desde las referencias literarias que uno va encontrando en el camino de las lecturas. Me acuerdo bien de que llegué, ya que andaba leyendo algunas cosas de García Márquez, y vi que mencionaba mucho a Rulfo que lo catalogaba como uno de los más grandes que había leído y de allí empecé a hacerle cacería. Cada tanto leía algo de él, un fragmento o un cuento de ‘El llano en llamas’ hasta que me decidí y me di la tarea de leerlo y desde allí, ya hace unos años, su obra es de esa obra que todos los años leo y siempre encuentro algo diferente.
Me encanta de Rulfo la sutileza de las palabras que maneja en el relato. En general lo veo como un gran carpintero que se esforzó por saber qué historias contar y cómo contarlas. Es de aquellos escritores a los que no les sobra ni una palabra, ni una coma. Además, algo que me parece increíble de él son los paisajes que propone, son escenarios calurosos donde uno, cuando quiere, puede sentir que hasta la muerte está sudando; me acuerdo de Luvina o la misma Comala donde los personajes habitan casi que el infierno en las praderas de México. También me gusta la forma como cuenta la historia ya que busca un lenguaje muy ameno casi que se puede ver una cuestión muy oral en sus relatos, hay unos donde uno siente que más que narración es tradición oral lo que cuenta. Me acuerdo, por ejemplo, del cuento de ‘El día del derrumbe’ donde al final uno lo que encuentra es un chisme de pueblo que se puede recrear en cualquier pueblo colombiano, con todo el humor y el rigor necesario. Muestra en su literatura las facetas del ser humano, desde el dolor hasta el amor.
Diría que ‘El llano en llamas’ me parece el ejercicio más completo, pero ‘Pedro Páramo’ es el más poderoso. Entre ellos me quedo con ese, siempre que puedo vuelvo a las sensaciones que me genera el escrito y Comala.
Daniel Deaza Acosta, historiador y abogado, 28 años
Rulfo es tal vez el referente principal de la escritura cuando uno está en el colegio. En bachillerato me dieron un listado de autores latinoamericanos, su influencia e importancia en el siglo XX, casi como por obligación me empapé de estos títulos y referencias. Pedro Páramo fue lo primero que leí y recuerdo que quedé muy entusiasmada con esa escritura tan diferente de los demás. Había algo menos barroco, menos afanado, más liviano y preciso. Eso me llevó a leer Llano en llamas, que es mi obra favorita de Rulfo. La he leído dos veces, pero el relato “Nos han dado la tierra”, lo he leído al menos 8 veces porque, de nuevo, describe con tanta parsimonia algo que parece agitado y conmovedor. Es como que precisa las palabras tranquilas para contar que ha pasado de todo y va a pasar de todo en ese pequeño cuento.
Mariana Salazar, artista plástica, asesora cultural y asistente en investigación académica, 34 años
Conocí la obra de Rulfo en el colegio. En ese entonces leímos Pedro Páramo y me pareció una novela fascinante a la que vuelvo con regularidad. Sin embargo, mi trabajo favorito es ‘¿No oyes ladrar los perros?’, es un cuento corto que me recuerda el amor de mi padre, además porque uno de los protagonistas, que no habla, tiene mi nombre. Rulfo tiene una habilidad única de narrar el desarraigo, la melancolía y la cotidianidad. Me sobrecoge cada una de sus narraciones.
Ignacio Mayorga Alzate, periodismo, 30 años
Cuando era muy chiquito llegué a Rulfo y mi primer encuentro con él fue con ‘Pedro Páramo’, una obra magistral que me atrapó en el colegio, me amarró con el tema de los muertos y el concepto de la relación de los vivos con los muertos, cómo comunicarse con ellos y cómo poder hablar más allá. Después la conexión de Macondo con Comala que es supremamente importante, Comala existe como pueblo pero no el concepto imaginario que tiene nuestro queridísimo Juan Rulfo que es algo maravilloso.
Mi libro preferido de los tres entre ‘El llano en llamas’, ‘El gallo de oro’ y de ‘Pedro Páramo’ es este último, creo que es una novela magistral, me gusta además que sea muy pequeña. Hay unas historias divertidísimas de Juan, una de ellas cuenta que él dejó de escribir durante mucho, mucho tiempo después de escribir estos libros y no vuelve a escribir más y está solo en una época en específico, pero siempre decía que estaba haciendo un libro llamado ‘La Coordillera’ que fue la que nunca terminó y siempre fue como una locura.
Juan Camilo Rincón, periodista, escritor e investigador cultural, 39 años
A la obra de Rulfo llegué muy joven, a principios de la universidad. Llegué por un camino natural u orgánico, si se quiere. Soy una lectora intensa y en la literatura latinoamericana era lógico leer a Rulfo. Mi obra preferida es ‘El llano en llamas’, paradójicamente, la primera obra que leí de él. Rulfo me genera melancolía con sus paisajes y sus personajes, también me impacta siempre su ritmo. Sus constantes referencias a la muerte o a las distintas formas de morir, me parecen profundas y bellamente escritas/narradas.
María Montoya, gestora cultural, emprendedora creativa, 33 años