A su alrededor hay barullo. Un barullo que insiste en meterse en la conversación telefónica cada vez que puede, con picos de volumen basados en carcajadas o en gritos que, parece, dicen cosas como: “Vamos para allá” o “Es por acá”. Ezequiel Martínez, director ejecutivo de la Fundación el Libro, habla con Infobae Leamos primero mientras atraviesa la fila para entrar a la Feria del Libro y, después, mientras va y viene por los stands de La Rural que este lunes a las 22 empezarán a desmantelarse, como ocurre al final de las fiestas.
“Ahora mismo hay más de dos cuadras para entrar. Son las dos de la tarde de un día de semana y ya hay toda esta gente”, dice Martínez. Este domingo, sobre la recta final del evento cultural más convocante de la Argentina, la fila para esperar a que el predio abriera la puerta medía casi cinco cuadras. No es que eso nunca se hubiera visto en la Feria del Libro. Es que, coinciden los expositores que llevan décadas con sus stands en esta convocatoria, no se recordaba una edición tan pero tan multitudinaria.
“Los históricos de la Feria son los que más lo repiten: nunca en la historia vieron una convocatoria semejante. Hubo algunos días, sobre todo el sábado que cayó en la mitad de nuestro calendario, que no se podía creer la cantidad de gente. Fue impresionante todos los días”, describe el director de la fundación que organiza la Feria, entre el asombro y la alegría.
-¿Por qué creés que esta edición fue histórica en cuanto a su convocatoria?
-La Feria estuvo suspendida durante dos ediciones. Desde 2019 que no se producía este encuentro, y lo que se evidenció fue que la gente lo extrañaba enormemente. Se notó en la emoción de los reencuentros, apenas empezaron las jornadas profesionales, y se notó en el entusiasmo del público. Hubo muchísimas actividades que quedaron con gente afuera y hubo convocatorias en horarios que habitualmente no son muy visitados que estuvieron llenísimas.
Está claro que había cierta necesidad de volver a tener disponible este ritual. Faltaba esto de venir hasta La Rural, pasear, revolver libros hasta elegir uno. Esperábamos gente pero no sólo vino gente, sino que vino muchísima gente que, además, compró libros. No sé si fue la pospandemia, pero nuestra sensación es que la gente se abalanzó a un espacio que le había faltado.
-¿Qué rol creés que tiene la Feria en la sociedad y la cultura?
-Es sin duda un encuentro necesario. Un encuentro que suma lectores, que da la posibilidad a las editoriales más chicas de mostrar su catálogo en una ventana que no podrían lograr en una librería porque no se puede mostrar todo simultáneamente, un espacio en el que se puede mostrar todo el trabajo detrás de las traducciones que se hacen desde aquí y los títulos que se importan y que es difícil encontrar en un mismo lugar. Pero sobre todo la Feria tiene la función de lograr el encuentro entre el autor y su lector. Ese lector acceder a una persona a la que, de otra forma, probablemente no accedería. Y ese encuentro es algo para celebrar.
-Y en medio de toda esa celebración, ¿qué cosas tiene que mejorar la Feria, a partir de la experiencia de este año?
-Siempre se ven cosas que se pueden hacer mejor o de otra manera. Hace más de treinta años que participo de la Feria, como lector primero, y después como periodista y como gestor cultural. Ahora, desde este rol, se ven todos los engranajes que hacen funcionar a la Feria, y claro que siempre se pueden mejorar algunas cosas.
Teniendo en cuenta la cantidad de gente que nos para y nos pregunta dónde queda alguna sala o dónde hay baños, tal vez la señalización puede mejorar un poco más. A la vez, creo que si la convocatoria es tan grande, también podría pensarse en aumentar la cantidad de baños y evitar tanta fila allí o que haya que caminar tanto para encontrar uno. Pero son cosas chicas. Creo que, en términos generales, la Feria funciona muy bien porque hay mucho cuidado en los detalles y porque trabaja mucha gente para que así sea.
“Había cierta necesidad de volver a tener disponible este ritual. Faltaba esto de venir a La Rural, pasear, revolver libros hasta elegir uno”
.¿Qué valores de la Feria podrían potenciarse aún más?
-Hay programas que se vienen haciendo en las últimas ediciones y que se mantienen porque funcionan muy bien. Desde los encuentros de narración oral hasta los diálogos de escritores argentinos y latinoamericanos, o la presencia de bookfluencers. Creo que eso debe mantenerse porque el público responde.
Y también creo que puede potenciarse el uso del streaming, que por un lado permite que participen de las actividades autores que están en otros lugares, y a la vez, la transmisión en vivo de algunos de los eventos hace que la Feria llegue a quienes no pueden venir. Quedó demostrado que el streaming no conspira contra la presencia de público presencial, sino que la complementa. Así que creo que es algo que podemos hacer crecer.
-Guillermo Saccomanno inauguró esta edición con un discurso en el que apuntó a distintos sectores de la cadena industrial del libro, entre otros blancos. Respecto de la Fundación El Libro, criticó que la Feria se lleve a cabo en un predio de la Sociedad Rural Argentina. ¿La Fundación va a revisar esa decisión?
-Lo primero que hay que decir es que está muy bueno que un escritor plantee todas sus ideas en el ámbito del libro, y que a partir de ahí se empiece a debatir. Está bueno que haya disparado una discusión y no un abucheo, porque se prioriza el escuchar y respetar lo que el otro pueda decir. Es muy saludable que esa dicusión se genere: cada uno recogerá el guante que le quepa.
Respecto del lugar en el que se hace la Feria, ya se expresó Ariel Granica -actual presidente de la Fundación El Libro-: no hay ningún otro lugar en la Ciudad con la capacidad que tiene La Rural. Así se expresaron también otros integrantes del consejo directivo.
El barullo que le hace de telón de fondo no para. Aún resta saber cuántas personas pasaron por la Feria, pero ya se sabe que se superaron las cifras de las últimas ediciones, es decir, hubo más de 1.180.000 visitantes. Este lunes se espera que se dé a conocer la asistencia total. La próxima parada -de Martínez y de la Fundación El Libro- será la Feria del Libro Infantil y Juvenil: está prevista para las vacaciones de invierno y, si los planes no cambian, en el Centro Cultural Kirchner.
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