Eduardo Sacheri, escritor y profesor de Historia, reconocido por todos sus libros, como el hito –La pregunta de sus ojos–que lo llevó a ser “el autor del libro que dio el segundo Oscar argentino”, por El secreto de sus ojos, pasó por el stand de Leamos y conversó con Patricia Kolesnicov sobre fútbol, política, emociones y escritura.
El cine y la elaboración de guiones fueron otros de los puntos que se tocaron en la charla. Como excusa de la presentación de su última novela, El funcionamiento general del mundo, se entabló una conversación de la que Infobae publica un extracto
—¿Cómo se forma este escritor, este Eduardo Sacheri que sale de la escuela o no sale de la escuela o se queda en la escuela pero entra en el mundo de los libros y del cine?
—Mirá, medio de casualidad. Hablábamos antes de entrar, esto de las vocaciones y qué nos imaginamos cada uno de nosotros. Yo soy licenciado en Historia, cuando salí del secundario me propuse estudiar Historia, convertirme en un investigador, meterme en un archivo. Ese era mi plan de vida. Pero siempre me había gustado mucho leer, novelas y cuentos, y siempre me había servido para entender más sobre mi propia vida. Y a los veintipico, se me dio por escribir, inventar cuentos. En ese primer momento me llevaba a profundizar eso que sentía cuando leía. Entonces empecé a escribir cuentos de mi vida, Castelar, mi niñez, los años 70 y los años 80, mi escuela, mi barrio, mis pasatiempos. El que más me gusta es el fútbol, pero jugar. Las dos cosas: me encanta jugar al fútbol, me encanta ver fútbol y empezaron a salir algunos cuantos de fútbol. En medio de todo lo que escribía, tuve la suerte descomunal de que Alejandro Apo en Radio Continental tenía un programa que recién estaba arrancando, que se llamaba Todo con afecto, en el que vinculaba el fútbol con otras cosas, con la literatura, con el cine, con la música, y leía cuentos de fútbol cada sábado. Mi mujer y mis amigos me insistieron, pero bueno, tanto insistieron que le llevé tres cuentos. Estamos hablando de una época anterior a Internet. 1996. La radio ya anticipaba esa cosa horizontal que tienen las redes, con los llamados, viste que los otros medios son como más verticales, mientras que la radio tenía esto de me gustó ese cuento, en qué libro está. Y Apo dijo que no estaba en ninguno, pero a mí me hizo sentir A lo mejor está bueno, y así fue como mi nombre se empezó a asociar con los cuentos de fútbol, pero eso me dio la posibilidad, cuando junté quince cuentos de fútbol fui a buscar una editorial.
—Te quería preguntar cómo ves el presente a partir del pasado reciente.
—No estoy seguro, Patricia. En lo mucho que te amé, me acuerdo de un capítulo en el que van a una isla del Tigre, y hay un afiche de Eva Perón y se agarran a muerte entre el cuñado peronista y los antiperonistas, pero después se van al río, se van a bañar todos juntos al río y no pasa nada. Yo siento que hoy nuestras diferencias son más profundas, como que elegimos no ir a la isla de Tigre juntos. Ahora, no sé si porque nuestras diferencias son efectivamente más profundas o porque nos bancamos menos la diferencia de opinión. No la sé la respuesta.
—Eso te iba a preguntar, porque realmente las diferencias entre peronistas y antiperonistas cuando el peronismo estaba ocurriendo era enormes.
—Yo no sé, como te digo. No sé si había ciertos acuerdos por debajo, que hoy no existen, o lo que no existe, a lo mejor, es el tolerar a los que sean que piensen totalmente diferente a lo que pensábamos. No lo sé.
—En tus novelas, en general, aparece el fútbol, aparece la política, aparecen los amigos, una forma de la masculinidad, aparecen cierto afectos masculinos. ¿Cómo ves, eso que parece estar ahora en crisis, cuestionado, el tipo de varón que vos fuiste criado?
—Mirá yo tuve la muy buena suerte, digamos, tuvo una alta dosis de mala suerte, que fue que mi papá murió cuando yo tenía diez años, y eso me marcó muchísimo. Pero tuve, como contrapartida, la muy buena suerte de criarme con un conjunto de mujeres muy piolas, mi abuela, mi vieja, mi tía, mi prima, mi hermana, me crié, creo, con una perspectiva muy femenina. Yo me serví mucho del mundo de ellas para la novela, pero me di cuenta de que para mi construcción del mundo también me he servido mucho. Entonces yo siento que mi masculinidad de origen es bastante más plástica, flexible, dudosa en el mejor de los sentidos. En líneas generales te diría que vivo muy bien un montón de reivindicaciones femeninas y feministas de la actualidad, pero que, a su modo, aunque no hubiera una militancia explícita, esas mujeres tenían un modo muy activo y muy inteligente de manejarse en la vida, un punto de vista más piola que el que tenía mis amigos. Yo sentí que mi mirada se hizo más compleja, por suerte, que la de algunos de mis amigos.
—¿Estás escribiendo algo ahora?
—El mes que viene saco un libro, pero de historia, pero al alcance de gente que no tiene por qué tener un conocimiento en Historia.
Mirá la entrevista completa en el video.
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