Gonzalo Bonadeo ejerce el periodismo hace más de cuarenta años, y pertenece a un linaje de periodistas. De esto, de su padre, de sus inicios, del fútbol y de la escritura conversó con Matías Bauso en el stand de Infobae Leamos. ¿Quiénes son sus deportistas favoritos argentino y extranjero para él?
Cuando de deportes se trata, incluso olímpicos, Bonadeo está ahí, y detallista y minucioso en sus observaciones, muestra de ello, esta charla.
—¿Cómo se cuenta el deporte?
—Para empezar, tratando de explicarle a cada persona cuál es el gol de cada deporte, entendiendo que la mayoría de los deportes que hay en los Juegos Olímpicos en la Argentina prácticamente no se ven. Además, estamos en un tiempo en el que hay una tendencia que es Boca-River y algo más del resto, ni siquiera fútbol como algo integral. Nuestro desafío es contar lo básico, lo lineal, no meternos en líos. Si yo voy a hablar de fútbol para Bielsa, hago un papelón; si yo voy a hablar de hockey para Sergio Vigil, hago un papelón; si voy a hablar de tenis para Martín Jaite, hago un papelón. Entonces, lo que voy a hacer es tratar de incluir a la gente, que no se sientan excluidos porque yo uso la jerga del deporte, que es algo muy común. La clave es tratar de bajarlo a tierra el deporte. Una clave que encontramos es la de ser minucioso es el detalle, pero que la gente no sienta que le están hablando en un idioma raro.
—Vos mucho tiempo te dedicaste, y te seguís dedicando, al fútbol. Tenías un programa a la mañana hasta el mediodía, con la mejor sección que tuvo algún programa alguna vez, que es la tabla de errores arbitrales. Hoy con las redes sociales, eso hubiera cambiado.
—Es todo un tema el de las redes sociales, en varios sentidos. Tienen, mayormente, cosas a favor, pero todavía no terminamos de ordenar lo que no es tan a favor. Hay una influencia muy grande sobre nosotros los periodistas. Yo he estado al aire con compañeros de trabajo que solo opinaban sobre un tema después de revisar Twitter, a ver qué decía la gente. La verdad que no es así. Además, valorando la opinión de cualquiera, no es lo mismo el tiempo que se dedica un periodista más o menos serio del rubro que una persona que es fanática de un deporte y no más que eso: hay un conocimiento extra, o por lo menos un compromiso extra, con la palabra. Ni hablar de los que usan nombres que no son propios o usan seudónimos. Muchas cosas cambiaron con las redes sociales. Hay una fantasía, también, que es decir el próximo es el Mundial de TikTok. No. TikTok va a tener una gran presencia, pero el Mundial se va a seguir viendo por televisión. O sea, lo verás en un teléfono celular, en una tableta, adentro un jacuzzi, pero va a seguir siendo por televisión. Eso es algo que no va a cambiar: como no desapareció el cine, como no desaparecieron los libros, hay que adaptarse, aggionarse y y actualizar cosas, pero hay que poner todo en su debida dimensión.
Nosotros como periodistas no podemos estar todo el tiempo atentos a lo que nos dicen en las redes sociales, porque vas a encontrar gente que te va a adorar y gente que te va a insultar y nada cambia radicalmente lo que vos estás pensando. Nada debería cambiar lo que vos estás pensando.
—Los Bonadeo son un linaje de periodistas, tu papá Diego, vos, tus hijas ¿cómo se transmite?
—Eso no se transmite, francamente, es algo que pasa. Mi viejo no me indujo para nada; es más, cuando yo empecé a trabajar en La Nación, siempre había sido muy inconstante, en el colegio, en el deporte, en todo. Empiezo a trabajar a los 18 años en el diario –a él lo habían echado diez años antes de ese diario–, pero tenía gente todavía amiga ahí adentro, y a mitad de ese año me enteré de que él estaba husmeando con sus amigos si yo iba al diario de verdad o no. Como no creyendo que yo tuviera la vocación, pero tampoco se metió en eso; o sea, él me dio herramientas, yo vi no menos de veinte deportes en canchas al lado de mi viejo, acompañándolo desde muy chiquito. En el caso de Catalina y de Valentina, para nada. Valentina mucho más apegada al deporte; es más, me ayudó mucho, tanto con Tokio como con Cali, armándome un minibackground de los deportistas argentinos, que es muy difícil de conseguir. Catalina quería estudiar medicina, un día empezó a trabajar en la producción de Vorterix, en la radio. Y un día Mario me agarro y me dijo te aviso que tu hija está hecha para esto. He cometido alguna vez un error de, en lugar de charlar de periodista a periodista, hablar de padre e hija, y la verdad que a veces uno confunde lo que es legado con lo que es mochila, entonces, mejor olvidarse el legado y que tampoco haya mochila.
—¿Quiénes son los deportistas de tu vida?
—Gaby [Sabatini], no hay nada igual en cuanto a infinidad de cosas, y además, en el caso de Sabatini, ella tenía 14 años y yo tenía 21, empezamos los dos a hacer nuestro recorrido juntos prácticamente. Yo empecé a viajar por el tenis a los 20, y un año después, ya viajaba con Gabriela, con lo cual recorrí lo que se te ocurra en cuanto a experiencia. Con el paso del tiempo es muy difícil despegarse de ciertos vínculos. Luciana Aymar es un vínculo muy fuerte; Peque Pareto es un vínculo muy fuerte.
Para mí, Manu Ginóbili es el deportista más trascendente de la historia de Argentina, aun por encima de Diego y de Messi, porque Manu trascendió en un deporte que no se juega acá. Haber tenido un trato cercano con Diego, que fue un tipo que fue extremadamente respetuoso y afectuoso siempre conmigo, más cerca más lejos. Pero te diría que si tuviera que elegir a alguien, seguramente sería Gabriela.
—¿Y extranjeros?
—Nadia Comaneci, no hay una gimnasta igual en la historia, es más, lo que ella hizo para su primera rutina fue perfecto. Y no se va a poder hacer nunca más, porque hay cosas que están prohibidas. Más recientemente me tocó relatar, salvo un torneo, que fue en Corea, todo lo que le pasó a Usain Bolt, me tocó transmitirlo en los estadios, y genera una electricidad única.
Mirá la entrevista completa en el video.
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