En conversación con Belén Marinone, en el stand de Infobae Leamos, Florencia Canale explicó con detalle la historia de un romance que trasciende hasta el presente. Pero lo hizo desde un lugar que evidencia la hipocresía social reinante en el siglo XIX en el Río de la Plata: se reclamaba “castigo ejemplar” para los enamorados.
Con una investigación exhaustiva, Canale -una de las autoras más vendedoras del mercado editorial argentino- escribió y describió una época. Que, en algunos aspectos, tiene coincidencias con la actualidad.
A continuación, textuales relevantes de este interesante diálogo.
“Cuando investigué y escribí esta novela, me parecía que esta joven de apenas 19, 20, años, había sido una rebelde, realmente asombrosa para ese momento de su vida. Fue fusilada en 1848, en la primera mitad del siglo XIX, cuando las mujeres cumplían los mandatos sociales que imponían los padres, los hombres... Las mujeres eran la esposa de, la hija de o la madre de, no eran mujeres, en todo caso, eran siempre en relación con el vínculo que llevaban adelante.”
“Esa joven había no solamente desafiado la ley de su padre, que era un hombre rígido y convencional, sino que desafía por tres la ley del padre, su padre, el Padre Todopoderoso y desafía a Dios, aunque ella no abandona su religiosidad. Ella era catequista y católica, como toda Buenos Aires y todo el territorio, la religión era un mandato imperante importante, y ella continúa su religiosidad. Sin embargo desafía este mandato de Dios y el mandato de Dios en la tierra, que no era otro que Juan Manuel de Rosas, un hombre con todo el poder público.”
“Ella podría haber salvado su vida diciendo que había sido seducida y que había sido instigada por este hombre, este ‘sátiro’ –estas son las palabras usadas en aquel momento–, y ella redobla la apuesta y reafirma ese amor. Sabiendo que será fusilada, que será ultimada, por eso yo quiero creer, y así lo lo dejo ver, que en todo caso ellos reafirman su amor, porque eso que estaban viviendo en la tierra, ese amor, era poca cosa para ser vivido aquí en la tierra y que ese amor debía ser vivido al lado de Dios, por eso se entregan con alegría.”
“Me parece que en el caso de Camila O’ Gorman y Ladislao Gutiérrez, un hombre y una mujer, ninguno fue víctima, en todo caso. Yo diría que Ladislao fue quien dudó más, quien en todo caso pensó que la estaba llevando a Camila a una situación que podía ser peligrosa, y ella es la que no duda.”
“Yo quería ponerle de título a mi novela, pero era difícil la palabra, yo quería ponerle Hereje, porque además herejes en todo caso eran los dos, acá en Pecadora le estamos poniendo el estigma a Camila y lo dejamos afuera a Ladislao, que fue parte fundamental en esta historia.”
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