Enrique Avogadro, desde el Ministerio de Cultura, promueve la lectura, para los jóvenes, con el Pase Cultural –que permite consumir distintos formatos, como música, teatro, además–. Señala que está muy activo el reencuentro, tras la pandemia, a través de la cultura.
—¿Qué es la Feria del Libro para para Enrique Avogadro?
—La Feria del Libro es una gran fiesta de la cultura de la Ciudad de Buenos Aires, sin ninguna duda. Una fiesta, además, desde lo personal, porque estos pasillos de la Feria y los anteriores –recuerdo los del Centro de Exposiciones–, pasillos que recorría de chiquito con mi papá y mi mamá. Es una fiesta, además, que permite lo que está pasando: hoy es lunes, no es el día más convocante de la semana y la feria está repleta de gente en todos los pasillos, muchos jóvenes. Es, además, un punto de encuentro de las personas con los libros, con los editores, con los autores, y creo que en realidad el problema es intentar definirla por uno de los verticales. Por supuesto que también se vende mucho en la Feria del Libro, porque gracias a las ventas que se dan acá en la Feria, la industria editorial, y particularmente las editoriales más chicas, tienen la posibilidad de encarar el resto del año con más holgura.
Son puntos de encuentro para quienes aman los libros, pero también para quienes no tienen un trato habitual con los libros. Por eso creo que justamente la palabra que para mí mejor la define es esta idea de fiesta, porque parece efervescente, parece liviano, pero es alegre y yo lo que veo en estos pasillos es una enorme alegría.
Tenemos un stand muy bonito en el que tenemos una renovación constante de contenidos y por tercer año consecutivo estamos apoyando a editoriales independientes para que puedan ser parte de la Feria. Las editoriales que ves ahí están en la Feria gracias a que hicimos una convocatoria y pueden vender, de otra manera, no podrían haber estado acá.
Y otra palabra que me viene es la de diversidad, porque es muy divertido para mí caminar los pasillos y ver la enorme diversidad de propuestas que tiene en términos de contenidos, en términos de diversidad regional, de propuestas.
—Comentabas recién acerca de la participación de la juventud, y este año me ha llamado la atención cómo ha crecido el fenómeno de los booktubers, por ejemplo.
—La literatura juvenil, el movimiento que hay en literatura juvenil, es impresionante. Hice un encuentro también hace dos semanas con booktubers en la Casa de la Lectura, y me encontré con influencers –que creo que es una palabra que les queda chico–, porque realmente hacen un trabajo increíble promoviendo la lectura. Logran que se involucren, se vinculen, con una frescura y un amor por la literatura que muchos pierden en el camino, así que sí es una de las cuestiones a celebrar.
—Como decías, también, las plataformas tecnológicas son la base para muchos chicos de entrar a la literatura; antes nosotros por ahí esperamos la crítica en el diario.
—La cantidad de información que tienen y los lugares para entrar a la literatura son mucho más amplios, y me parece interesante ver que la literatura juvenil está pensada en términos de serialización, pero además en términos de mucha participación de lectoras y lectores. No es un producto cerrado, se hacen clubes de fans, se hacen justamente comunidades que de alguna manera permiten la lectura compartida, incluso la literatura de fandom, fanáticos que reescriben de alguna manera las sagas. Y creo que hay un dato, porque eso va de la mano de la tecnología, a partir de la tecnología bien usada, no un consumo solamente pasivo, sino de creadores y creadoras de contenidos.
—Tiene que haber mucho innovación y de adelantarse.
—Para el Estado es muy difícil, porque el Estado es un animal grandote, pesado, que le cuesta innovar, le cuesta moverse y si vos vas solamente al ritmo del Estado, muchos de los fenómenos que veíamos en la charla anterior, no se pueden dar. Pero por supuesto que el Estado tiene un rol y es el que yo decía, que es estar atento a lo que está pasando en el semillero, permitir que aparezcan muchas oportunidades, tratar de que esas oportunidades den acceso a la cultura, pensando que la cultura es mucho más que entretenimiento, es una herramienta para el desarrollo, individual y colectivo, de las personas. No da lo mismo tener o no tener acceso a la cultura, así como yo a los cinco, seis, siete, años estaba en estos pasillos y veía los libros con locura, en una casa como la que yo tuve, por suerte, donde la decoración principal eran los libros y se leía el diario, como la que tienen en mi casa mis hijas, no es exactamente la misma realidad de todo el mundo. Entonces el desafío es cómo ampliamos el acceso a la cultura. Entendiendo que la cultura es una herramienta que da libertad, principalmente, y desde esa libertad es una herramienta de construcción democrática fenomenal.
Mirá la entrevista completa en el video.
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