De cómo el peronismo instaló la idea de que es el pueblo, desarrolló la creencia de que sus decisiones políticas representan siempre la voluntad del pueblo, incluso antes de que el mismo pueblo lo sepa, de que las instituciones y el Congreso son furgones de cola de ese anhelo popular que sólo el peronismo sabe interpretar.
De eso trata el El peronismo menos pensado de la Doctora en historia, docente y diputada nacional de Juntos por el Cambio, Sabrina Ajmechet. Un libro editado por Eudeba que indaga sobre las ideas, las decisiones y los debates de un período de la historia nacional comprendido entre 1946 y 1955, que tiene un eco inevitable en la lectura de la realidad política actual.
El libro fue presentado en la Sala Sarmiento de la Feria del Libro de Buenos Aires, y estuvieron presentes en el debate los historiadores Luciano de Privitellio y Luis Quevedo.
“Había debates en los que se decía que había que votar tal ley porque era la voluntad de Perón o de Evita”. Sabrina Ajmechet
Ajmechet dijo que empezó a entender lo que quería decir en éste, su primer libro, “después de leer muchos debates parlamentarios en el 2012, porque estábamos cerca del ‘vamos por todo’ de Cristina. Había debates en los que se decía que había que votar tal ley porque era la voluntad de Perón o de Evita y esto me llevó a entender que el debate no era posible. Porque también está la idea de que el peronismo es algo que se lleva en la sangre. Había ahí una puesta en escena de la representatividad, los únicos que realmente eran gobernantes legítimos eran los que se consideraban la encarnación del pueblo. Y la genialidad del conductor era entender hacía dónde iba la Argentina, mientras los otros tenían sólo que dejarse conducir”.
En su intervención, Privitellio, también Doctor en Historia, señaló que “este libro se inicia con una pregunta tan simple como extraordinaria: ¿qué es el peronismo? Yo creo que este libro de un modo velado también nos interpela como ciudadanos en el presente. Maneja esa doble dimensión, lo que los historiadores llamamos un ‘objeto caliente’. Hay algo allí que quema y lo vuelve también presente”.
“Hay una anécdota que tiene mucho que ver con esto: volvíamos de Córdoba, paramos a cenar en la casa de una amiga, y se armó una discusión política, donde uno dijo que sólo un peronista puede entender al peronismo. Conocemos del peronismo menos de lo que creemos y por eso me interesa mucho el título de este libro”, aseguró Privitellio. “Y el otro tema es el peronismo como enigma, que se preguntan los extranjeros, cómo puede ser que un partido sea de izquierda y de derecha a la vez… Perón es el pueblo argentino, la voz de Perón es la del pueblo argentino, pero esto no pertenece sólo a las discusiones de esa época. Es un liderazgo que se da por hecho que es así. Entonces, el libro de Sabrina busca explicar la institucionalidad de aquello que no es institucional”.
Desde Yrigoyen
Para Privitellio, “Yrigoyen es un gran antecedente del peronismo, él también sentía que representaba al pueblo argentino. Tal vez la diferencia con el peronismo es que a Yrigoyen nunca se le ocurrió cambiar las instituciones, por eso nunca cambió la Ley Electoral. Ahora, en nuestra cultura política, esta idea perdura de modo muy sólido. No hace falta que les diga quién se muestra como que representa ahora la voluntad popular. Aunque la diferencia para mostrarse como encarnación de esa voluntad popular es que ahora pierde elecciones, cuando Perón nunca las perdió. No es un problema de otra época, son formas distintas de entender la democracia, y nos toca decidir para qué lado vamos a ir. En ese sentido este libro es un libro actual”.
A su turno, el también Doctor en Historia Vicente Palermo aseguró que “estamos presentando un libro excelente. ¿Qué características tiene? Tiene un corte netamente académico. Me parece que el conjunto de argumentaciones podría configurar un debate virtual pero me temo que no se va a presentar porque el peronismo últimamente está pobretón y mira para otro lado. Un Horacio González podría haber llegado a polemizar y a ir a un enfoque argumentativo serio, porque da para un debate. Y desde luego tipos como Ernesto Laclau. Ojalá lo haga”.
“La primera parte de este libro -agregó Palermo- es la del voto femenino. Se ve acá una cuestión de estilo político que es el esfuerzo que hace el peronismo en el procesamiento de la ley de sufragio femenino para mostrar que son solamente ellos los que lo impulsaron. Monopolizaron la concesión del voto femenino. Acá aparece un punto central que es la relación entre el peronismo y las instituciones. Y el segundo foco es la ciudadanía orgánica u organicista, donde Sabrina va a trabajar bastante. Lo que se hace es hacer pie en la concepción maternalista, y otorgar el voto a las mujeres en tanto madres, en tanto representan el alma de los hogares. La segunda cuestión es la Constitución del 49. Acá también hay una decisión de evitar un consenso plural, sobre cosas que se estaban actualizando en el mundo”.
Finalmente, señaló Palermo, “dando una vuelta de tuerca, acá también tenemos a Rousseau, la mayoría es el todo político. Se identifica todo con la mayoría, lo demás es residual. Hablar de ‘la constitución de Perón’, por la reforma del 49, es un apelativo muy fuerte y alevoso en ese sentido. También la idea de que las instituciones tienen que regular. ¿Regular para qué? Perón tenía dos palabras que amaba: inculcar e instituciones. Las instituciones tenían que inculcar conductas. La otra cuestión es la sucesión. ¿Cuándo se discutió el tema de Perón y la sucesión? La Constitución del 49 estableció la reelección indefinida. Perón se iba a morir pero estaba haciendo la nueva Argentina, entonces las instituciones estaban creadas para esa tarea de un hombre extraordinario. Cuando se murió Perón su único heredero era el pueblo”.
“El peronismo monopolizó la concesión del voto femenino”. Vicente Palermo
En los diez minutos finales de la mesa, Sabrina Ajmechet señaló que este libro se basa en su tesis doctoral. “Cuando comencé a trabajar sobre este conjunto de reformas institucionales que se llevaron adelante en el Congreso de la Nación entre el 1946 y el 1955, Luciano de Privitellio me ayudó a pensar muchísimo en las complejas tensiones de esa época. Entonces investigué sobre qué papel le cabía en esa época, tras la Segunda Guerra, a ese 30 por ciento que no era peronista. Lo genial de Perón fue conseguir que funcionara el Congreso pero que no tuviera ninguna importancia. Una obra de ingeniería lectoral inteligente logró que fuera invisible una parte de la Argentina que siempre estuvo presente y que después terminó manifestándose de la peor forma en el golpe del 55″.
“¿Qué es lo que miré en estas reformas? -se preguntó Ajmechet para terminar. Lo que estudié tiene que ver con qué era un ciudadano, cuáles eran los ideales y las características que un ciudadano tenía que tener. Y de ahí saltamos a la consagración de un ciudadano donde su característica ideal fuera la obediencia. Eso es lo que se hizo en 1947 al darles el voto a las mujeres, porque era el ciudadano ideal que podría mostrarle al resto de la sociedad cómo tenía que ser. Y en los partidos políticos se trataba de algo que había que organizar y ordenar desde el Gobierno. La ley electoral sirvió para explicar que el Congreso no tenía ninguna función, sino que era realmente una molestia”.
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