“La maternidad es una condición irreversible, le escuchó decir a una psicóloga en un programa de radio, unas semanas después de la muerte de su hijo. Yo fui una madre reversible, pensó con las cicatrices aún en carne viva y cambió de dial.”
El 20 de mayo del 2019 falleció Nehuén, nuestro primer hijo. Tenía tres semanas de vida y una malformación congénita que no le permitía respirar por su cuenta. Dos semanas después, dada vuelta como una media, empecé a escribir.
Escribo desde que tengo memoria, sobre todo para intentar buscar alguna respuesta o alivio, cuando ya no puedo respirar por mi cuenta.
Al principio fue solo eso, un vómito catártico a toda hora, en todo lugar. Imágenes en el 111 volviendo del trabajo, frases sueltas en un café, listas monotemáticas, escenas cotidianas que me obsesionaban. Así el monólogo interno se iba gestando día a día en mi cuaderno favorito. Cada párrafo que escribía lo compartía con Damián, mi compañero. Yo leía en voz alta, él escuchaba atento. Llorábamos casi siempre, a veces también nos reíamos. Las emociones humanas son un maravilloso misterio. Poquito a poco y sin darnos cuenta, fuimos sanando.
Un día entré en una librería. La tapa de un libro me llamó la atención: la foto de una mujer dada vuelta. Identificación inmediata. El doloroso relato de una ex madre que pierde un embarazo avanzado. Devoré el libro en un par de días, a moco tendido. Al terminarlo me pregunté ¿por qué no? Yo también tenía una historia para contar. Inmediatamente empecé a trabajar sobre el material dándole formato de novela. Mi primera novela, qué desafío hermoso y escalofriante. En un momento necesité una mirada profesional y objetiva que me ayudara a alejarme un poco de la historia. Isabel Vasallo y Silvina Gruppo fueron las escritoras elegidas que me guiaron amorosamente en la reescritura. Gracias a ellas el texto se tomó otra dimensión y yo aprendí muchísimo. Ya no era un diario íntimo de una madre en duelo, o sí, pero no solo eso. Ahora era un relato con capítulos en primera y tercera persona, listas, escenas teatrales, un toque de humor irónico y sobre todo, una narración que podía conmover no solo a mi mamá.
Después de varios meses de trabajo, el texto ya estaba listo. O casi (es muy difícil cortarle el cordón a algo tan personal). Busqué una editorial que le pudiera interesar y tuve la suerte de que apareciera Hasta Trilce.
Desde entonces sucedieron cosas increíbles con la novela que superaron ampliamente mis expectativas. La que más atesoro es esta: mujeres de diferentes partes del país me escriben para contarme que vivieron una situación similar, que lloran y ríen al leer nuestra experiencia, pero lo más valioso de todo es que las hace sentirse menos solas. Qué más podía pedir.
Cómo escribí el día en que se publicó mi novela, las cenizas de mi bebé, después de arderme, se transformaron en las hojas de esta historia. Todo puede ser reversible.
Primera lista
¿Por qué quise tener un hijo?
¿Para disfrazarlo/a de unicornio u Hombre Araña y derretirme de amor?
¿Para poder volver a ver todas las películas de Disney con una relectura feminista?
¿Porque mis redes sociales están llenas de fotos de bebés de otras?
¿Para darle un nieto a mi madre?
¿Para poder decir porque lo digo yo y se acabó?
¿Para no quedarme sola de vieja?
¿Porque según lo que dicen es lo mejor que te puede pasar en la vida y no quiero quedarme con la duda?
¿Para jugar a ser una pequeña diosa y criar a alguien a mi imagen y semejanza?
¿Para que pueda hacer todo lo que yo no pude?
¿Porque ya aprendí, me olvidé, me perdí, me encontré, rompí y me rompieron y ahora qué?
¿Para no tener que estar dando explicaciones de por qué no?
¿Porque creo que tengo algo que enseñar?
¿Para dejar de obsesionarme conmigo misma?
¿Para disimular mis silencios internos y externos?
¿Para tener todas las respuestas y si no inventarlas y que alguien me crea?
¿Para ganarle a la muerte?
¿Para sentirme realizada de la manera más convencional?
¿Para sentir que de mí depende la vida de otro ser humano y no hay mayor poder que ese?
¿Porque me amo tanto que quiero ver una versión de mí misma en chiquitito?
¿Para intentar ser mejor que mis padres y terminar cometiendo los mismos errores?
¿Para tener una excusa para no hacer todo lo que no quiero hacer?
¿Para tener una excusa para abandonar definitivamente eso que de todas maneras no iba a hacer?
¿Para llenar un vacío que no debería existir y que arde en carne viva, con cada respiración?
¿Hay un por qué?
Medias de unicornio, pág. 41
*Medias de Unicornio se presenta en la Feria del Libro, a través de la Mesa debate: “Feminismos y maternidad” Dialogarán con la autora: Natalia Zito, Violeta Gorodisher, Carolina Justo, Graciela Reid y Nancy Gil. Cuándo: lunes 9 de mayo a las 20.30 hs. Sala: Rodolfo Walsh, Pabellón Amarillo.
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