“Leer está de moda”, dice en algún momento Franco acerca de sus inicios en la literatura, escritora de novelas juveniles, del subgénero romántico y profesora, siguiendo con la primera parte de charlas en la Feria del domingo en las que se desarrolló la literatura juvenil. Anabella Franco tiene más de diecisiete novelas publicadas, entre uno y otro género.
En esta oportunidad presenta El último verano, además de una antología de relatos, Hay pecados.
—¿Por qué creés que hay tanto prejuicio con la literatura romántica en general? —comienza preguntando la entrevistadora.
—Lamentablemente, el prejuicio sobre la novela romántica, ya sea para adultos o juvenil, viene desde hace mucho tiempo. Estudié Letras y ya escuchaba en las clases que se hablaba mal de la novela romántica, y me parece que es una visión un poco antigua que quedó de este subgénero. Se han quedado quizás con textos que venían de los años 60, 70, 80, en los que el rol femenino era otro. Me parece que la novela romántica asumió hoy en día este nuevo rol de la mujer, ¿no? Entonces hay que actualizarse antes de prejuzgar al género y no es que es nada más que una historia de amor, sino que para contar sobre el amor hay que trabajar sobre los sentimientos humanos, hay que trabajar sobre las problemáticas humanas. Entonces creo que en esta literatura encontramos mucho más que eso. Me parece que es un prejuicio bastante injusto que sufre muchas veces también la literatura juvenil, y no solamente la novela romántica y lo han sufrido otros subgéneros a lo largo de la historia, así que la verdad es que me parece que viene quizás de personas que por ahí les falta un poco más de lectura de estos subgéneros, porque tal vez se prejuzga mucho y entonces no se acercan a ellos por ese miedo y bueno, no debería ser tan activo, no debería existir.
—Bueno, pero así como está el prejuicio, también se lee mucho, o sea, en contraposición con eso, ¿por qué crees que se lee tanto la literatura romántica?
—A mí me parece que el amor nos mueve, no solamente el amor de pareja, porque ese es uno más que aparece en la novela romántica o en la de narrativa femenina; el amor a nuestro trabajo –por eso estamos hoy acá un domingo–, el amor al público –ese vínculo hermoso que se genera–, el amor a nuestros hijos, hermanos, padres, mascotas... Es decir, todo se mueve a partir del amor, si no no podríamos existir, para mí, como humanidad. Entonces creo que, por ejemplo, en mis historias está eso muy plasmado, no solamente un vínculo de parejas, sino los vínculos o las relaciones humanas, a veces tóxicas o nocivas que conviene abandonar o cambiar o darles otra mirada, o a veces relaciones sanas que nos alimentan, y esas son las que tenemos que tratar de mantener y en las que nos tenemos que focalizar. Entonces me parece que por eso es que la novela romántica o la novela juvenil gusta tanto, porque nos podemos sentir identificadas o identificados con ellas, es algo que nos atraviesa a todas las personas como seres humanos.
—¿Hay límites a la hora de contar entre la narrativa juvenil y la romántica?
—Sí, hay diferencias, porque una cuestión son personajes se van al colegio y otra cuestión son personajes que van a trabajar, hay una diferencia, quizás no tanto en las temáticas, porque hoy en día la literatura juvenil trabaja con muchos temas fuertes de mucho interés. Por ejemplo, en Brillarás, podemos encontrar el tema del duelo; en Serás, el tema del aborto; en Vivirás, el tema de comunidad LGBT, y en El último verano, que es la novedad que estamos presentando ahora en Feria, toca el tema de la salud mental juvenil. Por eso creo que en la literatura juvenil, por lo menos en mis libros, se meten con temas fuertes, y la romántica también hace un poco eso.
—¿Hay algún límite para contar esos temas fuertes?
—Eso depende de lo que demande cada historia, pero volviendo a la pregunta anterior y retomando con esta que me hacés, hay diferencias en qué hacen los personajes, cómo resuelven esos conflictos, en qué camino de madurez tiene que atravesar cada uno, pero me parece que mis libros juveniles, por ejemplo, gustan mucho también al público adulto por eso, porque nos podemos identificar con estas historias y porque son problemáticas que atravesamos en cualquier momento de la vida y no necesariamente solo a los 16, 17 o 20 años, entonces me parece que eso, me parece, se va trasladando.
—¿Hay lectores varones de novela romántica?
—Sí, hay. Han venido muchas veces a la Feria a verme. Hay un público que traigo de la época en que escribí ciencia ficción, que también hubo una saga. Yo creo que hay, lo que pasa es que a veces pasa esto de la deconstrucción, como decíamos, de los roles de género, y cómo va a salir una novelita romántica y la van a leer, y la verdad es que ¿por qué no te puede gustar? Entonces es un respeto que tenemos que ganar hacia lo que cada persona quiere leer, y no es menos lector porque le gusta la romántica o la juvenil o lo que sea.
—Recién decíamos que escribís tanto para el público adulto como el juvenil. ¿Cómo es la construcción de las escenas eróticas?
—La verdad es que hay diferencias porque la vivencia de la sexualidad no es la misma a cada edad; no es lo mismo, tampoco, porque por lo menos en mis libros juveniles no hay escenas muy explícitas, y en los románticos, dependen cuál hay algunos en los que por el tipo de trama es más necesario describir un poco más. Siempre me parece importante aclarar que la sexualidad no significa el relato de escenas pornográficas, o sea, eso no es, sino que el erotismo, la tensión sexual pasa por otro lado.
Mirá la entrevista completa en el video.
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