De pronto aparece Paco Ignacio Taibo con un vaso con una bebida cola burbujeante recién servida en una mano y en la otra un paquete de cigarrillos mexicanos. Su entrada a la sala donde lo espera Infobae Leamos se realiza con el estilo informal que lo caracteriza: viste una remera roja con la cara de Ernesto “Che” Guevara. ¿Quién diría que es funcionario de una importantísima institución cultural mexicana y de renombre en toda Latinoamérica, director del Fondo de Cultura Económica; creador del detective Héctor Belascoarán en decenas de textos literarios del género policial, biógrafo de Ernesto Guevara o fundador de la Semana Negra de Gijón, el festival de género negro más importante en lengua española?
Entre otras cosas, porque sería imposible repasar su currículum o -a Paco Ignacio Taibo no le molestaría que le digan así– su prontuario. Por algo es un hombre que viene de la novela negra. Quizás esa característica lo ayudó a atravesar como director del FCE el tiempo de la pandemia, como se verá durante la entrevista, con una pesadumbre editorial que no excluyó, de todos modos, un camino de aventuras.
Su visita al país coincidió con la Feria del Libro pero no dejó de cumplir su rol como director editorial (cargo al que llegar costó sangre, sudor y lágrimas ya que su postulación, avalada por el presidente Andrés Manuel López Obrador -ya que el Estado tiene participación en la editorial–, fue resistida por la oposición al gobierno mexicano) y fue en la sede porteña del FCE, donde estableció sus cuarteles generales. Allí lo entrevistó Infobae Leamos.
–Desde hace un tiempo está dedicado a la dirección del Fondo de Cultura Económica, una de las editoriales más importantes de América Latina. Antes que nada, la función le debe restar tiempo a su oficio de escritor, ¿es así?
–Te limita las horas como escritor, te condena a ser escritor de una hora y media en la noche, un día por semana. Pero bueno, yo ya había escrito tantos libros que ya no me angustia escribir muchos más. La. velocidad como escritor ya no me la quitó y no pasa nada, me dio a cambio el trabajo del Fondo que es apasionante, compadre.
Somos la primera transnacional del libro de izquierda, claramente de izquierda, claramente transnacional
–¿Qué lo apasiona?
–Somos la primera transnacional del libro de izquierda, claramente de izquierda, claramente transnacional, con proyectos que tienen que ver con el libro entendido como un sujeto social, no sólo como un elemento de mercado. O sea, somos una empresa, sí, sí, somos una empresa y tratamos de que nuestros libros se vendan y se cobren para poder seguir siendo una empresa rentable económicamente, pero le metimos un elemento de balance nuevo que tener una empresa rentable socialmente.
Quiere decir que desde que entré hace tres años empezamos a sacudir el viejo Fondo conservando algunas de sus virtudes: ser la la gran editorial del texto de la educación, maestros de doctorado y estudiantes de básica que acuden a nuestros libros sistemáticamente. Sostuvimos eso, que ya estaba. Sostuvimos una serie de colecciones infantiles que eran muy fuertes. Pero añadimos colecciones populares de divulgación de la ciencia, de literatura. El Fondo estaba muy antediluviano en materia de literatura, no publicaba fantasía, no publicaba ciencia ficción, no publicaban novela histórica, no publicaba cómic y yo dije pero “¿por qué no?”. Y entonces abrimos una colección que es la “popular” que asumió todas estas áreas de la ficción.
Luego metimos el nuevo periodismo, que me parece un género literario mayor y luego hicimos una colección popular de libros de menos de un dólar destinada a grandes públicos populares, comunidades campesinas perdidas en la sierra, estudiantes de enseñanza básica. Y luego metimos toda una lógica de promoción asociada a esta distribución y promoción del libro con buses que recorren carreteras inaccesibles, mercados, que hacen mercados del libro con lógica de precios bajos, ferias que no te cuesten dinero. Nos asociamos con todo el mundo para llegar a poblaciones que no tenían una feria del libro digna, poblaciones de 150.000 habitantes que no tenían librería y, bueno, con estas cosas el Fondo se volvió muy divertido porque no sólo es el proyecto de una empresa sino que nos proyecta como una empresa que tiene la lógica de rentabilidad social. Por ejemplo, el año pasado en México regalamos 3 millones de libros a la población.
–¿Cómo fue esa experiencia?
–Hicimos ediciones especiales, por decisión apoyada por el Gobierno, para regalar. Entonces hicimos una colección que tenía veintiún títulos de literatura mexicana del siglo XX, básicamente, con un poquito del siglo XIX, para regalar en plazas, en parques, en librerías. En las librerías llegabas, hacías tu compra y decías: “Qué libro de 21 me vas a regalar”, entonces tenías esto para escoger, y así distribuimos de esa colección nada más dos millones de ejemplares. Y luego distribuimos grandes cantidades a través de donaciones a clubes de lectura. Cuando lleguemos al fin de este año vamos a tener en México 10 mil clubes de lectura y ahora estamos formando dos en Argentina y formamos en siete días cuatro en Chile.
–¿Cómo funciona eso?
–Bien, un grupo de ciudadanos se reúnen a leer y comentan lo que leen como en cualquier club de lectura. ¿Leen el mismo libro? No necesariamente, a lo mejor leen libros diferentes y se los comentan y el Fondo regala libros a estos clubs para darles dínamo, les da motor y luego les da asesoría y hace un trabajo de formación en línea sobre cómo animar un club de lectura. TEn este entramado donde el fomento de la lectura es una pieza clave del esquema, seguimos siendo una empresa y vendemos libros y tenemos librerías en toda América Latina. A fin de año tendremos prácticamente en toda América Latina porque se van a sumar librerías en en Uruguay, en Paraguay, en Cuba y una muy importante en Bolivia. Luego en México tenemos una red de 116 librerías.
–¿No tenían en Cuba?
–Era muy complicado, tenías que vender en dólares. Ahora llegamos a un pacto con Cuba porque encontramos un esquema para vender en pesos cubanos con una lógica rara que es una lógica de librería de compensación, entonces el dinero que ganamos en pesos cubanos lo gastamos en derechos de autor. Por ejemplo, ahora con el dinero que ganamos en pesos en la librería voy a comprar los derechos de cuatro novelas de Carpentier para el Fondo.
–Es notable que su rol como director haya comenzado justo antes de la pandemia, que en la Argentina fue brutal con la industria editorial, con las librerías.
–Fueron unos años tremendos en ese sentido. Así los vivimos también en México, entonces iniciativas florecientes fueron en estos años, padecientes. Tuvimos un momento en que había cerrado el 90 por ciento de nuestras redes de México: librerías, bodega, producción editorial, y tuvimos que reinventarnos con la lógica de mantener la estructura sin despidos. Un desastre la pandemia, un desastre de librerías cerradas por meses meses. Pero también un montón de chicos entraron como locos en las actividades de divulgación por redes de nuestros clubes de lectura. Cuando vino la primera oleada fuerte lanzamos la campaña “Quédate en casa, quédate en casa leyendo” a través de las redes y entonces era una locura tremenda porque, claro, “quédate en casa, ¿y los libros de dónde bajan?”. Tuvimos que crear todas las cosas que se te ocurran, por ejemplo, como tenemos una red de librerías, con compañeros en bicicletas que repartían libros que se compraban por teléfono. Una señora cuya alma era su club vio cómo se desvanecía por la pandemia. Esta mujer nos contó cómo puso una canasta de de la compra en la puerta de su casa llena de libros con un letrero que decía: “Llévatelo, léelo y devuélvelo”. Y funcionó. Y funcionó otra más loca todavía: otra descubrió que el carnicero que le llevaba la carne a su casa de clase media-baja era lector. ¡Lo volvió transportador de libros! “Compadre, échenme una mano estas son lectores que yo tengo en mi club de lectura de la que estoy desconectada, ¿les puedes llevar libros?”. Y él decía: “Este barrio, sí; este barrio, sí; este barrio, no, está muy lejos”, y se volvió distribuidor. El carnicero distribuidor”, de esas experiencias de una riqueza de hablar, miles. Muy divertido y muy interesante. Son historias interesantes y muy lindas en medio de ese desastre a fondo.
Una mujer descubrió que el carnicero que le llevaba la carne a su casa de clase media-baja era lector. ¡Lo volvió transportador de libros!
Económicamente me pegó como una patada en los cojones, compadre. Teníamos que mantener un edificio repleto de agujeros, tuvimos muertos en la primera oleada, algunos claves en nuestro equipo, gente que nos partió, compañeros muy importantes en la estructura del Fondo México y, luego, ¿cómo seguíamos? Cuando informaban que se acababan se descatalogar libros de bodega, yo decía: “Ponlos al 10 por ciento de lo que cuestan: un libro en bodega para nosotros vale cero, un libro en la calle es un lector”. Ahora en el repunte post Covid que empieza para pues va creciendo y creciendo y vamos recuperando ventas, lectores, conexiones, relaciones.
–Parece una paradoja del destino que su asunción como director del Fondo, avalada por el Presidente mexicano, no haya sido fácil, coronada por la expresión que usó en una conferencia: “Se las metimos doblada” que lleva escándalo hasta el parlamento, y sin embargo asumió, atravesó el Covid y la cosa no parece estar tan mal…
–Asumimos, tuvimos un año de respiro, y vino la pandemia. ganamos la primera guerra y viene la pandemia.
–¿Cómo fue el momento post incidente?
–Se ve que veníamos de una educación sentimental diferente. Yo no era un funcionario sujeto a la crítica de la derecha que se achicaba. A mí me insultaban los autores de la derecha y yo respondía con cañón y el presidente dijo: “Dale, Paco, dales, no te cortes, no te limites” y yo les daba y decía cosas muy envenenadas como: “Nosotros somos populistas, sí, señor. Yo soy populista, pero ustedes, ¿qué? ¿Son antipopulares?” y se callaban. Yo decía cosas como: “Ah, qué curioso, están en contra de que regalemos libros a los pobres. Díganlo en voz alta, digan: ‘estamos en contra de que se regalen libros a los pobres’ y luego aguanten la oleada que les va a caer encima del pensamiento crítico popular natural y normal que dice: “Está muy bien regalarles libros a los pobres”” Decían que se caía el valor del libro y yo: “Pero si serás imbécil de tercera, el libro no puedes medirlo mercantilmente, ha sido el instrumento que la humanidad se dio a sí misma para transportar ideas. ¿Lo vas a medir solo mercantilmente, o sea, se desvaloriza cuando es barato o lo regalas o se revaloriza porque lo haces accesible a más gente”. Entonces estas batallas fueron muy divertidas, las ganamos todas.
–Este mes Fondo de Cultura reedita La patria fusilada, de Paco Urondo, y usted participó de la presentación del libro, editado por Daniel Riera.
–Publicar a Paco Urondo era una de mis intenciones desde que llegue al Fondo. Lamentablemente no pude publicar lo que quería, que era su novela, la tiene una editorial chica argentina y les ofrecimos coedición y que ellos vendieran en la Argentina, que es donde vende la editorial, y que nos dejaran vender en Ecuador, en Chile, en Guatemala y nos dijeron que no. Entonces encontramos una puerta de escape por la vía de publicar La patria fusilada a 50 años de Trelew. Tiene toda la oportunidad de ser publicada y, además, rescata a Paco Urondo como periodista, que era bueno, es una gran entrevista, imagínate. Era un periodista y también muy tremendo en el sentido de jugar, verlo con los protagonistas que estaban en la cárcel, en la celda, a punto de la libertad y les dice: “No se vayan, quédense aquí haciendo una entrevista, no salgan”.
–Leyendo desde México, ¿no notó una exagerada exaltación por el general Perón, que un año después iba a mandar a que se formara la Triple A y asesinara a militantes como ellos?
–Es que para un extranjero Perón sigue siendo un enigma y el peronismo doce enigmas, con lo cual es más difícil pensar en mexicano al peronismo, no es ni fácil ni claro y cuando lo piensas bien y como eres un lector inteligente e informado lo que haces es ver el proceso argentino que te lleva dell 45 al 55 a Cámpora, entonces ya no entiendes cómo un proceso complejo que en un determinado momento produce situaciones aparentemente inexplicables. Alguien decía ayer con gran acierto: “Hubo un momento en que había peronistas de los dos lados de la picana”, claro, torturando y siendo torturados, entonces dicho así para un lector ecuatoriano es incomprensible. Cuando alguien lo historiza, pues se explica claro y entonces hay que poner muchos libros que lo expliquen encima de la mesa.
–A pesar de contar con tan poco tiempo para escribir, ¿tiene algún nuevo proyecto?
–En esa hora y media por semana de escritura terminé un libro nuevo que se llama La libertad, tres historias de la historia, que es un libro de ensayos históricos que van los más pequeñitos de 10 cuartillas, los más grandes de 60 cuartillas y que incluye algo que me parecen de las cosas mejores que he escrito en mi vida, creo, que se llama 37 instantáneas sobre Rodolfo Walsh, que es el producto de cuando estuve haciendo un documental en Cuba y de mis lecturas continuas y de descubrir al Walsh de La Habana, por ejemplo, de lo que no se habla mucho. El libro está listo en México en mayo. El tiempo me deja en la medida en que no puedo renunciar a escribir, que si me queda una hora libre a la una o dos de la mañana, tecleo. Mientras me dejen fumar y beber refrescos de cola, tengo la gasolina lista.
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