Entre libros y divanes, Gabriel Rolón y Cynthia Wila tiñeron esta tarde con un manto psiconalítico la 46 Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, en diálogo con el periodista Luis Novaresio.
Durante la charla, compartieron reflexiones sobre las implicancias de un duelo –no necesariamente vinculado siempre con la muerte-, así como también sobre la necesidad de ponerlo en palabras.
Una atestada sala José Hernández les dedicó en el inicio de la charla Amores que duelan un fuerte aplauso a los dos psicoanalistas. “Cómo extrañaba encontrarme con los lectores, poder conversar un poco sobre las ideas”, abrió su participación Rolón.
“Es tan difícil en esta actualidad que vivimos detenerse a pensar… los temas parecen estar impuestos, impuestos por otros e incluso las opiniones ya están cerradas por otros, entonces adherimos a esta u otra opinión, pero casi no tenemos derecho a pensar. Y el libro, y este tipo de encuentros, nos proponen la posibilidad de encontrar un pensamiento personal”, celebró ante su público el exitoso autor de Historias de diván.
Novaresio leyó al comienzo extractos de los libros de ambos, sin explicitar cuál de los dos los había escrito, y aseguró que ambas obras, la novela Papá querido de Wila y El duelo de Rolón, efectivamente dialogan entre sí, aunque pertenezcan a géneros diferentes.
¿Los duelos tienen que ser puestos en palabras?, les preguntó Novaresio a ambos panelistas.
“Sí, un duelo no puesto en palabras es un duelo no resuelto, es una invitación a caer en dos enfermedades que son las amigas del duelo, una es la depresión y la otra es la melancolía. Son dos caminos posibles para quien no resuelve el duelo”, advirtió Rolón, quien difunde el psicoanálisis tanto con su actividad académica como desde su intensa participación en los medios.
El duelo es la búsqueda activa de “un lugar sin escombros, sin ruinas”, comentó por su parte Wila. “En la vida todo el tiempo estamos perdiendo. Por eso quizás el desafío más grande que tiene una persona es reconstruir la vida a cada momento. Porque en cada instante perdemos sueños, ilusiones, cosas, deseos, amores, personas”.
“Perdemos el pasado que tuvimos. Perdemos los sueños que en algún momento construimos y no hemos podido alcanzar”, apuntó la autora de la novela Papá querido.
¿El duelo es un proceso de soledad?, interrogó también Novaresio. Wila consideró que, como la mayoría de las emociones, “tiene una pata en la soledad, porque uno transita sus angustias con la almohada, con sus llantos, sus voces internas”.
Y relató que muchas veces notó durante las consultas que pasan años, o incluso décadas, en las cuales un paciente “está angustiado por determinada cosa y empezás a preguntar y de repente te das cuenta que ha tenido pérdidas que jamás ha duelado”.
Por eso, la escritora y psicóloga nacida en Brasil y radicada en Argentina recalcó: “no hablar es quedarse en el barro. Cuando uno está en el duelo, está sin palabras. Si no ponés palabras, te derrumbás con el derrumbe”.
El escritor y psicoanalista se mostró como un gran fanático de la frase de Sartre “somos lo que hacemos con lo que hicieron de nosotros”. E indicó que “somos seres en permanente duelo. Hay algo que a mí me gustaría que se transformara, la idea de que el duelo tiene que ver solo con la muerte”.
Por el contrario, manifestó que el duelo “es la batalla, fatal, injusta, que da alguien, solo, para no morirse con lo que ha perdido, alguien que asume que no le queda más que recorrer un camino y aceptar que hay cosas que no va a tener para poder recuperar un sendero de deseo”.
Y el popular psicoanalista destacó que “el duelo nos devuelve distintos, diferentes, con algo que ya no tenemos y con algo que no teníamos antes de perder. Con lo que perdemos, se va algo de nosotros también. Ese recorrido nos deja un material, una arcilla con la que podamos modelar algo que tenga que ver con nuestra vida y nuestro deseo si sabemos escucharlo”.
Aclaró también que, cuando amamos, “nosotros empezamos a construir ese amor, y empezamos a construir en nuestra mente, una psiquis, una imagen que es propia, que ya no es lo que amamos”.
Y puso como ejemplo: ‘Yo tengo a mi lado a Cynthia, pero la Cynthia que vive en mi cabeza es otra. Si yo la llego a perder, de la realidad se irá ella, pero la que me habita, no”.
“La sombra de la Cynthia que se va, va a ensombrecer mi vida, me va a costar un montón de tiempo ya no no ver a esa persona que de verdad se ha ido, sino desligar del fantasma del otro que te habita”.
Una charla en la que Rolón nuevamente puso en escena que un psicoanálisis en escala humana puede unir fuertemente a un autor con sus lectores.
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