El escritor y periodista Marcelo Birmajer, autor de infinidad de novelas, coautor del guión de la película El abrazo partido, y elegido como uno de los cinco mejores escritores de la década 1994-2004 en el rubro Literatura Juvenil de los premios Kónex, fue entrevistado en el stand de Infobae-Leamos en la tarde del sábado. En diálogo con Guillermo E. Pintos, editor de Infobae Cultura, Birmajer contó que en su casa había muchos libros y que sus padres eran muy lectores. En su casa, “la lectura no se proclamaba, se transmitía”, resumió. Y detalló que desde niño, las lecturas que marcaron su vida fueron las fábulas de Esopo, Lafontaine, Samaniego, El estupor, la Torá para niños, las anécdotas de Domingo Faustino Sarmiento y la edición de Sigmar de los mitos griegos.
Cuando Pintos le preguntó por los cambios de aquella época al presente, con tantos estímulos audiovisuales, Birmajer afirmó: “Más que el reemplazo del libro por las otras atracciones audiovisuales, se produjo una baja, una deserción de muchos escritores respecto de la responsabilidad de narrar historias. Desde los 70 y con mucha fuerza en los 90 se inició una concepción de la literatura que va en contra de la narración de peripecias, va en contra de la anécdota, va en contra del acto de sentarse alrededor de un fuego y empezar con el Había una vez.”
Y continuó: “Creo que el comportamiento humano es en zigzag. A medida que vamos descubriéndonos como especie nos vamos volviendo petulantes y retrocediendo. A ver si lo puedo graficar, como si haber descubierto el adn y la posibilidad de trasladar una biblioteca infinita a todo el universo en cuestión de segundos, nos volviera más sofisticados en el mal sentido. Yo creo que hay una desconexión de muchos escritores con muchos lectores, mucho más aguda en los últimos 20 años.”
Sobre su más reciente libro, Martín Fierro siglo XXII, reveló detalles de su escritura -que tiene la particularidad de haber sido coescrito con su hijo Simón de 25 años- durante la pandemia. Si bien en sus libros, la figura del judío está muy presente, en esta ocasión, afirma: “no metimos un sólo gaucho judío, que los hay. Yo creo que ahí descansé. Según contó, se le ocurrió entre otras cosas porque su hijo, “la mayor parte de las historias que escribe las escribe en verso. La idea era reescribir el Martín Fierro, no en el siglo XXI contemporáneo sino en un retrofuturo.” El libro aborda la cultura de la cancelacióny propone a Fierro como un personaje que necesita libertad, sin ningún tipo de límites. “Se nos ocurrió una Argentina en la que estaban prohibidos los caballos. Habían sido exiliados a otro planeta.”
Acto seguido, compartió la lectura de los primeros versos del libro, que parafrasea los famosos versos del clásico de José Hernández, pero luego toma claramente en otra dirección:
Aquí me pongo a cantar
al compás de lo perdido
que después de cabalgar
por La Pampa sin sentido
y buscar sin encontrar
la huella del ser querido
de pelear con el Tehuelche
y rajar de los milicos
Vine a saber que la muerte
no es la bala en el hocico
ni un cuchillazo en el vientre
La luz mala es el olvido
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