De escritura sencilla, pero marcada por recuerdos de todo tipo, “Mujer pública” repasa momentos dolorosos y aleccionadores de la vida de Mónica Cabrejos, la mujer que saltó a la fama a través de las pantallas de la televisión peruana. Lo narrado en el libro ha sido motivo de especulaciones y diversos comentarios que la autora ha permitido esclarecer en conversación con Infobae Perú.
¿Cuántas lágrimas te ha costado escribir este libro?
Ha sido sudor, lágrimas y también muchas alegrías. Creo que ha sido hacer un equilibro con las cosas malas que me han marcado. Uno aprende de las crisis porque se fortalece y sale siendo un mejor ser humano. Sin ellas no sería la Mónica Cabrejos que soy hoy y eso que se trata de solo una pequeña parte de mi vida.
Los recuerdos de tu padre no son los mejores, pero tienen un espacio en el libro.
Parte del proceso es sanarnos y la intención del libro, además de mostrar que las mujeres somos quienes debemos decidir sobre nosotras y resistir al sistema en general, creo que también hay un mensaje tácito que es que no debemos callar. Mi generación y las anteriores han sido marcadas por el silencio frente a hechos de violencia psicológica, física y sexual contra las mujeres en las casas. Ese secretismo y el silencio han sido cómplices de los depredadores sexuales en las familias.
¿De qué te ha privado ese silencio?
Probablemente me ha quitado un tiempo de tranquilidad y libertad. Tuve la suerte de que mis padres se hayan separado cuando yo tenía 13 años y fue así porque mi papá me generaba una imagen de miedo. Hasta hoy cuando pienso y hablo de mi papá me quedo con esa imagen del temor. Recuerdo que estuve en un escenario de vulnerabilidad ante la posibilidad de una agresión.
La escritura de este libro necesitó de las palabras de alguien muy cercana a tí para que tome su forma final y vea la luz. ¿Cuáles fueron esas palabras que ocasionaron la publicación de “Mujer pública”?
Fue una activista feminista peruana quien es la primera mujer en llegar a la cime del Everest, Silvia Vásquez Lavado. La nuestra no es una historia idéntica, pero con muchos aspectos en común. Compartimos un pasado marcado por el abuso y nadie mejor que ella para decirme cómo pudo curarse. “Parte de la sanación, Mónica, es contarlo porque se ha demostrado que esto ayuda”, fue lo que me dijo. Resultó ser un buen consejo.
Entre las críticas más repetidas, resalta el calificativo de ser demasiado íntimo. ¿Cómo respondes a ello?
Que lean el libro. Lo cierto es que se ha tergiversado todo porque en un programa yo no hice una denuncia de violación. Conté una experiencia retrata en mi libro y sobre la base de ellos, los medios recogieron información y otros opinaron. Quienes no han leído no entienden la esencia de lo que he contado. Lo único que les puedo decir para que tengan una opinión propia es que lo lean y luego me digan si les gusta, si estoy equivocada o lo que crean.
Como periodistas sabemos de los cambios que hacen falta en nuestra profesión. ¿Cuál ha sido la pregunta más impertinente que te han hecho y por qué deberíamos dejar de formularla?
Me la hizo una reportera de “Amor y fuego” por Whatsapp. “¿Por qué no revelas el nombre de tu agresor?”, me preguntó a lo que le respondí diciendo que las entrevistas debían agendarse con la representante de la editorial. “Pero te estoy preguntando puntualmente ¿Por qué no revelas el nombre de tu agresor?”, me escribió insistiendo. Le repetí que estaba ocupada y que debía seguir la vía que le había comentado. Deberíamos parar de hacer esas preguntas porque los procesos son distintos y como bien escuché hace unos días, a los medios nos hace falta un protocolo para tratar este tipo de temas. Por la sociedad en la que vivimos, los medios se centran en la conducta de la persona agredida y la del supuesto agresor cuando en realidad deberían centrarse en el abuso, no centrarnos en los por qué relacionados a las motivaciones o la ropa que se usó.
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