¿Puede un discurso generar tanto? Con un tono directo y un contenido provocador, Guillermo Saccomanno inauguró la Feria del Libro de Buenos Aires. El autor de una veintena de libros disparó sin ambigüedades, en distintas direcciones. Habló de problemas como la falta y la carestía del papel y apuntó contra los dueños de las empresas que lo producen usando nombre y apellido. También reveló que era la primera vez que un escritor cobraba por inaugurar la Feria.
Se refirió a la tensión que le genera la existencia de “un injuriante pabellón Martínez de Hoz, que homenajea al esclavista y saqueador de tierras indígenas, antepasado del tristemente célebre economista de la última dictadura”, y apuntó contra los organizadores del evento: “Decir Feria implica decir comercio. Esta es una Feria de la industria, y no de la cultura aunque la misma se adjudique este rol”. En las redes hubo celebración y crítica.
Ahora, del otro lado del teléfono, Federico Andahazi sintetiza el discurso que leyó al día siguiente con estas palabras: “aburrido, remanido, adolescente”. “Son cosas que decía yo a los 16 años”, agrega. “Con mencionar que tenemos un 50% de pobreza no hacemos nada. Habría que ver cuánto tiene de responsabilidad el gobierno actual que tanto le gusta a Saccomanno”, dispara.
Para el autor de El anatomista, “hay muchísimo para debatir en el capo de la cultura y en el campo de la política, y este discurso no solo no contribuye para nada con los debates, sino que atrasa por lo menos cincuenta años. Ponerse a hablar de la plusvalía en esta posición de mercado o de que el autor cobra el 10% me parece hasta miserable. Decir que es la primera vez que un autor cobra me parece de una pobreza en el sentido mas amplio estrecho. Es incompresible”.
“Él habla de la industria, de cosas aburridas, la prensa, la distribución... está hablando de la era industrial. Están pasando cosas importantes. Alguien que esté mínimamente involucrado con las ideas, sobre todo de izquierda, ideas de libertad, no debería ignorar lo que está pasando con la gran batalla de individuo con el Estado”, sostiene Andahazi en diálogo con Infobae y cita una serie de autores que trabajan en esa línea.
“Este viejo ideal anarquista es posible de la mano de la criptocultura, pero Saccomanno no llegó hasta ahí; llegó hasta el Mayo Francés. Además, estamos en lo prolegómenos de una Tercera Guerra Mundial, ¿no tiene nada que decir de eso? ¿No se le ocurre condenar el avasallamiento de todas las libertades del pueblo ucraniano en manos del régimen fascista ruso? ¿No tiene nada para decir sobre la masacre de Bucha?”
Con una mirada completamente diferente, la escritora Claudia Piñeiro dice a Infobae que apoya a Guillermo Saccomano: “Estoy orgullosa de que sea mi maestro, lo admiro y no esperaba menos de él: un discurso para hacer pensar, para debatir, para señalar aquello de que el ser señalado, para incomodar”.
Piñeiro es contundente: “Creo que ocupó el lugar de escritor que a veces dejamos pasado por temor o por pereza. Aplausos para él”.
“En un momento histórico en el que las discusiones más profundas tienen que ver con el gusto personal y las expectativas individuales, Saccomanno cuestiona la base material de la Feria del Libro”, le dice la escritora y editora Leticia Martin a Infobae, y enumera: “la entrada que paga el lector/comprador para entrar a la Feria del Libro para seguir pagando, el abuso de pedir a los autores que trabajen por prestigio y no a cambio de un honorario, la elección histórica de utilizar para la compra-venta de libros un lugar que administra y por el que hace un negocio rentable y exitoso hace años (desde siempre) la Sociedad Rural”.
“¿Por qué una organización como la Sociedad Rural cobra y yo no por todo lo que hago? ¿Quién se creyó el verso del prestigio siendo trabajador y no corporación? Lo de Saccomanno puede parecer efectista, pero es profundo y certero, un dardo al corazón de la cuestión. El Estado no regula la bicicleta a la que las distribuidoras someten a las editoriales, ni compra papel para fijar el precio, o crea algún tipo de política pública que respalde la creación de contenidos culturales”, agrega.
La editora del sello Qeja y autora de libros como Estrógenos y Feminismos concluye de este modo: “¿Cree el gobierno que la inflación afecta solo a los productos que venden en los supermercados? ¿Por qué no se regulan las operaciones económicas que suceden detrás de las actividades culturales? Hablen de libros lindos si quieren. Yo prefiero que hablemos de lo que propone con buen tino Guillermo“.
Esteban Schmidt, autor de The Palermo Manifiesto, también habló con Infobae: “El discurso de Saccomano me pareció pobre de ideas y pobre de escritura, una lástima porque debe haber dispuesto de bastante tiempo para escribirlo, e incluso ensayarlo a viva voz en el bosque. En ese sentido, un mal ejemplo para quienes le siguen en el camino de la vida y del arte, la pérdida del interés por pensar y pulir un texto pero dejando a salvo al moralista, al macho pontificador”.
“Más que su discurso —continúa—, me despierta curiosidad el estallido de aplausos posterior a su ponencia, que relatan las crónicas, porque se trata de personas que han leído tanto, que han sido, en su gran mayoría, educados con diagramas de Venn, seguramente; todos viajaron a visitar otras culturas, y, sin embargo, se entregaron a esta provocación tan simplota. Puede tratarse de las ganas de que al menos un miembro de su endogamia sea llevado en andas”.
“No es menos cierto que a la industria del libro, sus trabajadores y sus capitalistas, les viene bien estas irrupciones romanticonas, un poco sacadas, al estilo Milei, porque les permite ganar visibilidad para sus reclamos ante el Estado. Ellos no son menos que los de la industria del cine”, concluye el periodista y escritor.
Dos escritores más entendieron que Guillermo Saccomano había ido por el lado correcto: uno es Guillermo Martínez, uno de los autores más leídos del país, con títulos como Crímenes imperceptibles, Borges y la matemática o Los crímenes de Alicia. “De acuerdo en todo y me gustó que planteara que la charla inaugural debe pagarse, como tarea intelectual”, dijo Martínez a Infobae. “Es algo sobre lo que está tratando de crear conciencia la Unión de Escritores con un tarifario, y este comentario dentro del discurso fue un buen impulso para iluminar la situación”.
El otro fue Enzo Maqueira, autor de Hágase usted mismo y Electrónica. “En tiempos de corrección política, Saccomanno hizo lo que solo un escritor (o todo artista) puede y debe hacer: ser incorrecto. Plantarse frente a quienes lo habían convocado para celebrar una fiesta y decirles todo lo que no encaja en ese clima festivo”, opinó.
Maqueira matiza: “Eso no quita que la fiesta exista, pero es necesario saber a qué costo, con cuántos olvidos, con cuánta barrida debajo de la alfombra. Lo aplaudimos de pie, sobre todo cuando recordó la colaboración de la Sociedad Rural, sede de la Feria, con la desaparición de libros y escritores; también -y mucho- cuando reivindicó el derecho de los autores a cobrar por su trabajo. Un día antes -recordó, como Martínez- con la Unión de Escritoras y Escritores habíamos presentado -en esa misma Feria- el primer tarifario de referencia para nuestro trabajo, que mucha veces está mal pago o se hace gratis, en nombre del prestigio. Que pusiera el énfasis en ser el primer escritor que cobra por dar el discurso inaugural es una toma de posición que acompaña nuestro reclamo. Por lo demás, nadie tiene que ofenderse ni enojarse. En este mundo de apariencias, alguien tiene que decir lo que los demás olvidan, ocultan o prefieren pasar por alto. Que haya sido un escritor nos enorgullece y nos alivia. Gracias a él por mantener esa llama viva”.
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