Fantasmas de Bogotá es una recopilación de historias cachacas, setenta y tres en total, acompañadas por ciento veinte ilustraciones, de fantasmas, personajes, mitos, leyendas, lugares y misterios que forman parte de la identidad y patrimonio de la ciudad, que se han ido afianzando en la historia de Bogotá y sus alrededores, y que, a través de los siglos han pasado de la leyenda a la verdad; o sucesos reales que, por la tradición oral, se han convertido en mitos y leyendas. Son leyendas urbanas, impregnadas de misterios e intrigas, que desnudan las costumbres y creencias de las personas que habitan o habitaron en Bogotá. Su autor, Guillermo Rubiano Carreño, ha dedicado los últimos años de su vida a investigar estos fenómenos. Infobae conversó con él, a propósito de la presentación que hizo de su libro en la actual edición de la FILBo.
-¿Por qué fantasmas, y por qué Bogotá?
-Desde muy pequeño me inquietaron los temas de fantasmas, mitos, leyendas y misterios; me gustaba mucho oír a los tíos, abuelos y la gente mayor en fincas, haciendas, casas viejas, alrededor de fogatas, paseos y demás, contar este tipo de historias que poco a poco me fueron cautivando invadiendo mi vida por completo.
Por otro lado, soy bogotano, de familia de muchas generaciones bogotanas, un cachaco de verdad; así se les dice a quienes nacimos, vivimos y somos descendientes de familias bogotanas. Soy orgulloso de ser cachaco; adoro mi ciudad, la quiero y la defiendo sin límite alguno, y conozco mucho de su historia y me encanta; cada vez que aprendo sobre ella, la disfruto más inmensamente.
Poder compartir esas historias “bogotanas” de espanto, misterio e intriga, desnudando las costumbres y los miedos de sus gentes, y contando parte de la historia de la ciudad, me pareció novedoso y atrayente para los lectores.
-¿En qué momento comienza a concebir que estas historias pueden ser parte de un libro?
-Cuando estaba empezando a reunir las historias, me di cuenta de que estaba produciendo un muy buen documento y, a través del trabajo y la investigación, me di cuenta también de que no había uno que se le pareciera, por la cantidad de historias y las épocas en las que transcurren.
-¿Dejó algunas por fuera?
-Muchísimas, más del doble de las que publiqué. Unas que “no se dejaron escribir”, y otras que no cupieron.
-¿Cuál fue la que más le sorprendió?
-“La niña de la Bufanda”. El desenlace es brutalmente maravilloso y la historia se puede ubicar en cualquier tiempo y espacio.
-Cuando ya las tuvo todas reunidas, ¿cómo supo cuál debía ser el tono para contarlas?
-Por decirlo de alguna manera, la duda, el misterio, el suspenso y el miedo; eran las constantes que me atraían.
-¿Qué aspectos tuvo que enmendar al momento de editarse el libro? ¿Cómo fue ese proceso?
-Principalmente dos: requería de más contexto histórico, y hacían falta las ilustraciones. Para ello, duré más de un año investigando y realicé yo mismo las ilustraciones, tratando de plasmar lo que, creía, debían mostrar gráficamente de cada historia.
-¿Con qué fantasma, de los que describe aquí, no quisiera encontrarse?
-A cualquier hora y en cualquier lugar, hay especialmente tres: con Campo Elías Delgado, el asesino del Pozzetto… es una historia tórrida de una masacre; me da pánico el personaje; tampoco con “El Ánima Sola”, son “asquerosamente siniestros”, me orinaría del susto si los viera…
-Y los fantasmas no son solo de personas, los hay también de los espacios...
-En estos temas es determinante unir el espacio con el tiempo y las circunstancias; definitivamente, cualquier lugar de los que se mencionan en el libro, al que se le sume el horario entre la media noche y las horas de la madrugada, y si se le agrega una buena tormenta, sería el maridaje perfecto para no querer estar allí.
Ahora bien, indiscutiblemente no quisiera estar en los Juzgados de Paloquemao, tampoco en las haciendas de Casablanca, Tibabitá, El Vínculo o Fusca, menos en los túneles de la Plaza Mayor, y muchísimo menos en cementerios indígenas, o en alguna guaca de sus lugares sagrados. Dan más miedo los alrededores, que la ciudad misma.
-¿Considera este libro como una pieza del periodismo de misterio?
-Claro que sí: estoy contando a mi manera, sobre personajes, lugares y acontecimientos, que no tienen explicación aparente (o que son inentendibles), de los que casi no se conoce el origen, causa o razón; tratando de ser objetivo y de no tomar partido.
-¿En qué trabaja ahora?
-Estoy dedicado a revisar y escoger una buena cantidad de historias de las que se “quedaron entre el tintero”; quiero explorar algunas más contemporáneas, de lugares modernos y que sean poco conocidas. El proyecto consiste en hacer una “segunda parte” que haga conocer aún más a los fantasmas de Bogotá.
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