Son comunes los relatos nostálgicos de la infancia donde abundan las pequeñas lagunas y el contacto con la naturaleza, paisajes bucólicos que con el paso de los años dieron lugar a inmensas construcciones, urbanizaciones y carreteras, la modernidad empezó a inundar con cemento el verde, convirtiendo la tierra, haciendo que los árboles dieran paso a los grandes rascacielos.
Conforme pasaron los años, los seres humanos comenzaron a reflexionar sobre qué deberían hacer si querían construir un futuro mejor, algo difícil de lograr si en lugar de animales corriendo libres, seguimos impulsando una cultura de seres humanos enfrascados en un tráfico infernal.
Es a partir de esa reflexión que la investigadora mexicana Andrea Sáenz-Arroyo (bióloga marina y doctora en estudios ambientales) comienza a crear su libro “Un mar de esperanza” (Penguin Random House), en el cual plantea la importancia de mantener o incluso rescatar una parte importante de la naturaleza para que nos acompañe en nuestra vida diaria, recordar esas imágenes que uno veía de niño y que ahora ya están desaparecidos.
En este texto explica cómo nació su interés de estudiar la problemática de un planeta sostenible, relacionándolo con su pasado, su niñez y su vida, que la acercó a la preocupación por el medio ambiente y en tratar de entender “¿cómo terminamos transformando nuestro paraíso en un infierno?”
Esto no solo afecta al medio ambiente, también representa una falla a quienes se dedican a trabajar en el campo, de la cual su trabajo ha sido importante para muchas generaciones y que al principio fue muy importante para la evolución de los seres humanos, pero desprestigiado por personas que creen que eso no es trabajo.
La normalización y la falta de adaptación a la naturaleza provocó que el mundo se olvidar de mantener los recursos naturales y se preocupó más de los problemas a nivel mundial como el Producto Interno Bruto (PIB), la moneda, guerras mundiales y, sin embargo, se deja a un lado el futuro que las personas provocan.
Por esa razón, el libro “es un mosaico de ideas que están surgiendo en todo el mundo sobre cómo hacer las cosas de manera distinta para obtener resultados diferentes”.
Esta visión de la bióloga marina resalta no solo la problemática de una ciudad o de un solo país, sino el prospecto de lo que podría dañar el hombre a la naturaleza y cómo las personas pueden aprovechar los recursos de forma sustentable y responsable, guiándonos por Islandia, Galicia, norte de Dinamarca, costas de California y las islas Fiyi para mostrar cómo se puede cuidar un ecosistema “al mismo tiempo que se desarrollan y prosperan”.
¿Quién es Andrea Sáenz-Arroyo?
Ella es bióloga marina con un doctorado en Economía y Medio Ambiente. Toda su vida se ha dedicado a estudia la relación entre el ambiente y la sociedad.
Entre los trabajos que ha realizado han sido desde publicaciones de investigación científica, ha publicado en diarios y revistas mexicanos, además de recibir el Premio Pew de Conservación Marina con el cual realizó el libro.
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