A Jean Paul Sartre no le importaban los premios ni las distinciones, su preocupación y lucha se centraron en la deensa de las clases sociales menos favorecidas, motivo por el cual se rehusó a aceptar el premio Nobel de literatura y otros honores, según el francés, para no tener “el más mínimo compromiso con el poder”.
El 15 de abril de 1980 falleció el inolvidable autor de “El ser y la nada”, pero no así el pensamiento de este exponente del existencialismo, postmodernismo y del marxismo humanista, que todavía sigue siendo recordado por sus ideales.
A pesar de su reticencia a cualquier tipo de galardón, su abuelo Albert Schweitzer recibió el Nobel de la Paz en 1952 como reconocimiento a su obra filantrópica en el continente africano y lo que los miembros de la Academia consideraron “su gran amor por los seres humanos”.
A diferencia de su abuelo, Sartre decidió negarse a este reconocimiento de la Academia Sueca diciendo que “él tenía por regla rechazar todo reconocimiento o distinción y que los lazos entre el hombre y la cultura debían desarrollarse directamente, sin pasar por las instituciones establecidas del sistema”.
El escritor, aparte de decir que iba en contra de su identidad como filósofo aceptar este galardón, también mencionó que era “un premio burgués”.
Época Académica
Cuando fue chico, su madre tuvo que contratar a profesores particulares para que retomara su educación el cual lo hizo y retornó a París para estudiar en la École Normale Supérieure, el cual egresó de la carrera de filosofía y también conoció a su pareja de toda su vida, Simone de Beauvoir.
Su vida como estudiante fueron un inicio a toda la literatura que llegaría a escribir en sus obras más importantes. Sin embargo, uno de los estudios que más interesó al autor y filósofo fue el de la fenomenología que para profundizar más en el tema se traslado a Alemania por una beca que ganó para cursas sus estudios de posgrado.
La conciencia fue uno de los temas que más estudió, en el cual Sartre le agregó el concepto de libertad ya que, para él, el individuo es libre pro toda la determinación y ese tipo de conciencia. Con este tipo de ideas, dicen que en su texto La trascendencia del ego (1938) introdujo el pensamiento fenomenológico en Francia.
El ser y la nada
Para 1943, la publicación de su libro no solo abrió un nuevo panorama en el cual profundizó las bases del existencialismo, también llega a diferenciar conceptos que como concusión: “los individuos, al momento de elegir, se están eligiendo a ellos mismos”.
Cuando empezó a publicar sus obras dejó la docencia y se dedicó a escribir, así llegaron textos como: Los caminos de la libertad (1945-1949); Las manos sucias (1948); Situaciones (1947-1976); Crítica de la razón dialéctica (1960); Baudelaire (1947) y San Genet: comediante y mártir (1952).
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