“Mi hija y mis textos son apátridas”, escribe Clara Obligado en la página ochenta y siete de su libro Una casa lejos de casa (Ediciones Contrabando, 2020) y entonces sabes que está hablando de ella misma pero también de un asunto universal.
¿De qué habla Clara cuando nos habla de casa? Pienso que de la construcción del hogar y no solo de una edificación destinada a habitarse. La autora habla de algo más, incuantificable, que se asemeja a lo que hay dentro de los muros. Muros, que desde el punto de vista actual son, en todo caso, la representación de la patria. Una patria que amuralla casas e impide hogares.
Así que, si las fronteras se hicieron para generar identidades y agrupar casas, el hogar, -de eso que Clara entiende bien-, es lo que mantiene el fuego (del latín focaris, del focus hogar) y el fuego es lo que alberga el texto de Clara, pero no es fuego que abrasa, sino que abraza, porque tiende un puente de honestidad al que lectoras y lectores nos aferramos. ¿No somos todas las personas constructoras de nuestro hogar?
La primera vez que leí a Clara Obligado, comprendí que ella ya estaba en ese lugar al que muchas de quienes vivimos fuera de nuestros lugares de origen estamos buscando transitar.
Porque Obligado tiene claro que “la falta de territorio no siempre gravita de manera perjudicial, de la misma manera que las raíces inamovibles no son necesariamente una virtud”. (página 101). Y que el dolor de este tránsito no es sino el proceso de entender que quizá el hogar al que queremos ser leales es el lenguaje mismo.
Porque el lenguaje, -nuestra lengua materna- es el espacio donde creamos, gozamos y experimentamos. Es el lugar al que pertenecemos. La casa lejos de casa, es entonces, el conjunto de palabras que tenemos que construir para nosotras y para compartir con el mundo.
Y este libro no va de esto, pero lo transversaliza como suele hacerlo la buena literatura. Y lo pone sobre la mesa para que nos alumbre mientras nos construimos y para que después tengamos las palabras adecuadas que deseamos ofrecer al mundo. Una casa lejos de casa, es un libro que invita a leer, pero también a escribir. Una gozada.
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