Ante todo una mínima explicación acerca del título de esta columna, que no obedece a un súbito ataque de tartamudez digital de quien la firma. Procura llamar la atención retrospectivamente sobre libros que me gustaron mucho (la única crítica que existe es, como quería Della Volpe, la crítica del gusto) y no alcanzaron la repercusión que, a mi juicio, hubieran debido tener.
Como la atención de los medios y los lectores se centra en los títulos que acaban de aparecer, generalmente una catarata de novedades, creo útil volver a poner en el centro de la escena algunas obras que me parece no fueron debidamente conocidas.
Hoy será el turno de Historia secreta de Costaguana, una novela del escritor colombiano Juan Gabriel Vásquez, publicada por Alfaguara en 2007.
Aunque parezca innecesario decirlo, la narrativa colombiana no nace ni se agota en García Márquez. Debe haber otros antecedentes que ignoro, pero en La vorágine, de José Eustasio Rivera, publicada en 1924, “la más grandiosa epopeya que de la selva virgen homicida se ha escrito hasta ahora”, el brillante crítico literario uruguayo Ángel Rama ubicaba el origen de la gran novela latinoamericana contemporánea.
Es inevitable citar el nombre de Álvaro Mutis (1923-2013) -quien influyó mucho en García Márquez- cuya novela Maqroll, el Gaviero está entre las más importantes de la literatura del continente.
En Historia secreta de Costaguana, el autor, que cuando la encaró acababa de escribir una biografía de Joseph Conrad, rescata el nombre de un país imaginario en el que el escritor polaco-inglés ubica su novela Nostromo. Vásquez no oculta su fuente de inspiración: las dos citas que abren el libro son de Conrad. Una de ellas de una carta dirigida a Robert Cunninghame Graham, que dice: “Quiero hablarte de la obra que me ocupa actualmente. Apenas si me atrevo a confesar mi osadía, pero la he ubicado en América del Sur, en una República que he llamado Costaguana”.
Cunninghame Graham fue un aventurero y escritor escocés que vivió varios años en la Argentina, se apasionó por los caballos criollos y escribió sobre ellos (también sobre el Río de la Plata) y murió en Buenos Aires en 1936.
Pero más allá de la genealogía del país del título, y sin spoilear el contenido del relato (como lo hacen generalmente las contratapas de los libros publicados por Anagrama) hay que contar un poco de qué va la cosa.
De qué va la cosa
Es una narración en primera persona, en la que el protagonista, colombiano de nacimiento, se radica en Londres huyendo del país caribeño “de cuyo nombre quisiera olvidarse”, y se ocupa de tratar de conocer a Conrad para reprocharle que le haya robado la historia que quería contar.
Previamente, relata la saga familiar atravesada por la violencia de la historia de Colombia, desde dos generaciones atrás de la suya, y va adentrándose en lo que fue la tenebrosa epopeya de la construcción del ferrocarril transitsmeño, por coolíes chinos, que murieron a racimos debido al cólera o enfermedades tropicales. Ese tren permitiría cruzar del Atlántico al Pacífico en menor tiempo que el que requería hacerlo atravesando el territorio de los Estados Unidos, un tránsito muy apetecido para llegar a California donde se había descubierto oro –mucho oro—en 1848.
El fracaso en la finalización de ese ferrocarril alienta el proyecto de construir el canal transoceánico, en lo que no tiene éxito inicialmente Fernando de Lesseps, que había hecho el de Suez y que, ante la oposición del gobierno colombiano a ceder las tierras para esa obra, generará la “rebelión” de la provincia de Panamá, alentada y financiada (¿se imaginan por quiénes?) que terminará en la independencia de ese país creado artificialmente.
Va adentrándose en lo que fue la tenebrosa epopeya de la construcción del ferrocarril transitsmeño, por coolíes chinos, que murieron a racimos debido al cólera o enfermedades tropicales
Miguel Altamirano, el padre del narrador, un periodista que había comenzado su carrera escribiendo en pequeños periódicos, es un militante de la masonería, que se enfrenta a la Iglesia católica que había emprendido una virulenta campaña en contra de la prohibición de utilizar cadáveres humanos de colombianos para la investigación en la Facultad de Medicina de la Universidad de Bogotá “o Santa Fe de Bogotá, o Esa Mierda de Lugar”.
Los cadáveres nacionales serán reemplazados al poco tiempo a muy bajo costo por los de los chinos víctimas de la obra, que eran enviados en barriles de hielo, por lo que había que apresurarse a usarlos antes de que se descompusieran totalmente. Deviene posteriormente en cronista de la construcción del ferrocarril.
Aparece también la historia del absceso anal del señor Korzeniowski, que no tendría la menor importancia (salvo para él) si no se tratara del escritor que se autoapellidó Conrad más adelante y debido a que esa dolencia lo hace anclar en Marsella perdiéndose el viaje al Caribe del velero que tripulaba.
El relator omnisciente de todo esto es José Altamirano, y su trayectoria vital es el eje del relato, que dirige a Eloísa, su hija, producto de un breve matrimonio con la viuda de un ingeniero francés que trabajaba en la construcción del Canal, que es asesinada por un desertor de la guerra civil colombiana.
Pero el anclaje de esta novela no está tanto en los acontecimientos que narra como en el peculiar estilo del autor. El narrador dialoga con sus presuntos lectores, en un tono coloquial y cargado de humor. Así como una añeja norma del periodismo exigía “en cada párrafo una noticia”, en Vásquez en cada párrafo se cuenta algo. ¡Eso es narrar, caramba!
Nunca esquié en mi vida (y ya no creo que lo haga), pero leer esta prosa transparente me hizo sentir lo que deben experimentar los esquiadores al deslizarse haciendo slalom por una pendiente nevada.
Después de Historia secreta…el autor publicó la excelente novela El ruido de las cosas al caer y, más recientemente, Volver la vista atrás, --que no he leído y estoy tratando de conseguir--, basada en la vida de un cineasta colombiano que, cuando era poco más que un niño, fue enviado a la República Popular China por su padre, militante del maoísmo, para su formación.
Historia secreta de Costaguana es una novela coherente, concisa y original. Es una nueva visión de la novela histórica colombiana y mezcla ficción con hechos reales para formar una historia totalmente verosímil. “Una lúcida y divertida reflexión sobre la Historia y su relación con la gran literatura” según Juan Marsé.
Quién es Juan Gabriel Vásquez
Nació en Bogotá en 1973.
Es periodista y traductor.
Viajó a París a estudiar Literatura latinoamericana.
En París terminó su primera novela, Persona, que salió en 1997.
Y también la segunda, Alina suplicante, publicada en 1999.
Nunca quiso reeditar estas dos novelas, que consideraba “de aprendizaje”.
Posteriormente publicó: las novelas Los informantes (2004), Historia secreta de Costaguana (2007), El ruido de las cosas al caer, (2011, Premio Alfaguara), Las reputaciones (2013), La forma de las ruinas (2015) y Volver la vista atrás (2020, Premio Bienal de Novela Mario Vargas Llosa).
También es autor de libros de cuentos: Los amantes de Todos los Santos (2001) y Canciones para el incendio (2018).
Publicó ensayos: El arte de la distorsión (2009), La venganza como prototipo legal alrededor de La Ilíada (2011) y Viajes con un mapa en blanco (2017).
Y escribió la biografía Joseph Conrad. El hombre de ninguna parte (2004).
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