Hablar de Samuel Beckett es hablar de modernismo literario, uno de los creadores del teatro absurdo, además de ser uno de los escritores más importantes de su época. Así es como lo define el escritor Ronan McDonald en el libro titulado The Cambridge Introduction to Samuel Beckett, según el cual, el escritor nacido en Foxrock, Irlanda, en 1906, es un autor que desafía los conceptos del significado e interpretación.
“Aborda la vida de Beckett, su bagaje intelectual y cultural, sus obras, su prosa y la respuesta de la crítica, y relaciona su obra y su visión con la cultura y el contexto en el que escribió”, afirma McDonald en la parte introductoria del libro.
Al hablar de Beckett no solamente señalamos la fama que tenía como una persona difícil, sino se debe pensar, también en el escritor que enfrentaba una visión oscura de la vida, la cual llegó a ocultar con humor, además de tener distracciones como el ajedrez y el deporte, en especial el rugby.
Sin embargo, no era como los otros autores que tenía que dar a uno (o varios) explicaciones sobre su vida o sus textos, él simplemente decía “significan lo que dicen”, alimentando el misterio y el aura que le rodeaba en sus obras y poemas.
Y a pesar de haber sido asistente y discípulo del novelista James Joyce, este escritor irlandés lo criticó en un ensayo, advirtiendo que “el peligro está en la pulcritud de las identificaciones”.
De igual forma, el libro hace una referencia al escritor y a algo muy revelador para sus lectores, pues a pesar de que Beckett “siempre puso mucho más énfasis en las cualidades estéticas de su obra que en el significado que pudiera extraerse de ellas, en la forma más que en el sentido”, del cual reveló que “la palabra clave en mis obras es ´quizás´”.
Además, algunos se preguntarán por qué las obras de teatro son más conocidas que su prosa, pues para estoy hay una razón en el cual Ronan McDonald escribe, ya que menciona “en primer lugar, Beckett es probablemente más conocido como dramaturgo, aunque como prosista es una influencia clave para novelistas modernos como J.M. Coetze y John Banville”.
Al igual que ellos hay personajes como Edward Albee, Harold Pinter, Tom Stoppard e innumerables artista quienes serían imposibles nombrarlos si no hubieran tenido la influencia de Beckett.
Hay lectores que ven primero el teatro de Beckett y pasa a leer sus novelas, pero una de sus traductoras al español Antonia Rodríguez-Gago, mencionó en el libro Los días felíces: “se dedicó, entre otras cosas, a desprestigiar la palabra como medio de expresión artística y creó una poética de imágenes, tanto escénica como narrativa”.
Para 1969 obtuvo el Premio Nobel de Literatura en el cual se dijo que ganó dicho reconocimiento “por su escritura, que, renovando las formas de la novela y el drama, adquiere su grandeza a partir de la indigencia moral del hombre moderno”.
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