Cuando entramos a una librería de segunda mano, a bibliotecas antiguas o a una casa con muchos libros lo que percibimos es un olor característico, una señal inconfundible de que hay textos recopilados en papel que han sobrevivido al paso de los años.
Ray Bradbury aseguraba que “los libros solo tienen dos olores: el olor a nuevo, que es bueno, y el olor a libro usado, que es todavía mejor”, pero ¿qué es lo que provoca este olor tan atrayente para la nariz humana?
Como muchos se podrían haber imaginado, todo tiene que ver con los componentes químicos, que, además, permiten evaluar el estado de los libros antiguos de acuerdo con los componentes orgánicos que emiten.
La descomposición química del papel es lo que produce eso que conocemos como el “olor a libro viejo”. El papel está constituido básicamente por celulosa, cantidades pequeña de lignina (un polímero natural heterogéneo, de carácter aromático, constituyente de las plantas) utilizado más en los libros antiguos que en los modernos.
La lignina ayuda a que las fibras de celulosa, además de mantener la madera rígida y en provocar el color amarillo del papel viejo, de como consecuencia la oxidación de los ácidos.
De esta degradación física es como se obtiene el “olor a libro viejo”.
Hoy en día vemos que el nuevo material de los libros es más avanzado e incluso la lignina, en los libros modernos, hay menos cantidades o nulo, siendo este un proceso más largo para la oxidación de los libros, aunque esto no significa que se van a desgastar.
De igual forma el ácido del entorno será también parte de esta degradación, del cual se generará “hidrólisis ácida”, compuesto orgánico volátil que, como dice el artículo titulado Degradación material: sobre el olor de los libros viejos de los Matija Strlic, Jacob Thomas, Tanja Trafela, Linda Cse´ falvayova, entre otros:
“Es el resultado de varios cientos de compuestos orgánicos volátiles y semivolátiles (COV) identificados que se liberan del papel y del objeto en general”.
Al hablar del ácido del papel con relación al olor, se menciona en el artículo publicado en el 2009 lo siguiente: “Es el factor endógeno más importante que afecta la estabilidad del papel histórico, es interesante si hay productos de degradación volátiles asociados con él para proporcionar la base para un método de determinación no destructivo”.
En un artículo publicado por el profesor Matija Strlic, del departamento de Ciencias del Patrimonio del “University College” de Londres titula su investigación “Olor del patrimonio: un marco para la identificación, análisis y archivo de olores históricos” donde menciona lo siguiente:
“El caso del olor de los libros como estudio de caso se fortalece cuando el significado cultural se combina con la investigación realizada sobre los compuestos orgánicos volátiles (COV) que constituyen el aroma de los libros históricos como una herramienta de diagnóstico no destructiva para la degradación del papel”.
Como resultado, los olores pueden considerarse parte del patrimonio inmaterial, pues mientras más pasan los años el papel empieza a perder acidez y los aceites que quedan en junto a la celulosa provocando “el aroma tan característico al papel”, mencionó Marcelo Domine, experto en química.
Además de que el papel contiene diferentes químicos que logran transformar el olor de distintos aromas al momento de llegar al cerebro.
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