Pablo D’Ors, guía espiritual: “Todos tenemos un Putin interior”

El sacerdote español vino a la Argentina a dar una serie de conferencias y a presentar su libro más reciente, "Biografía de la luz". Habló en exclusiva con Infobae del silencio, del diálogo y de la guerra.

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Pablo D'Ors. Meditar, callar, encontrarse.
Pablo D'Ors. Meditar, callar, encontrarse.

Nacido en Madrid en 1963, Pablo D’Ors es hijo y nieto de humanistas y escritores, se graduó en Nueva York, se doctoró en Roma y se especializó en germanística en Praga y Viena. Además, prestó servicio humanitario en Centroamérica y fue nombrado por el mismo Papa Francisco como Pontífice de la cultura.

Formado en la religión católica, desarrolló su tesis doctoral, que tituló Teopoética. Teología de la experiencia literaria, que hace pie en el vínculo entre la meditación y la literatura. O, como prefiere decir D’Ors, entre la contemplación y la creación.

Eso no es todo, como “hijo espiritual” del monje ermitaño Charles Foucauld, que se recluyó a meditar en el Sahara, fundó en 2014 la asociación “Amigos del Desierto”, a través de la cual anima una red de meditadores que ya alcanzó dimensiones mundiales.

“Quien no conoce el desierto, no conoce el silencio”, dice D’Ors en Biografía del silencio.

Su literatura da cuenta cabal de esa experiencia: escribió cerca de veinte libros entre ensayos relatos y novelas. Pero se hizo ampliamente conocido a través de su Trilogía del silencio, compuesta por El amigo del desierto, Biografía del silencio –que fue récord de ventas y El olvido de sí.

D’Ors visitó Córdoba y Tucumán. En Buenos Aires, se presentó en el Teatro San Martín, realizó un retiro espiritual a través de su asociación y conversó en exclusiva con Infobae.

-¿Cómo hace una personalidad como la suya para abandonar el ruido mundano y consagrarse al silencio?

-Primero, siempre me impone cierto respeto que me llamen “personalidad” porque no me acabo de acostumbrar a este papel. Creo que no podemos identificarnos con nuestros pensamientos y nuestros sentimientos personales sino que hay algo más profundo que nos une a todos y que hace que seamos, en definitiva, lo mismo.

Segundo, ¿cómo conseguir en medio del ruido, en medio de la ciudad, en medio del frenesí, entrar en la interioridad? Pues, poco a poco y de manera paulatina, yo suelo decir que basta con que uno se dedique por un espacio de tiempo, digamos, 25 minutos cada día, para que poco a poco esas actitudes que se generan en ese tiempo, que fundamentalmente es el no juicio, la escucha, la apertura, la disponibilidad, todo eso, digamos que vaya calando en ti y vaya impregnando las demás actividades del día, es decir, que ciertamente es difícil no porque hay mucho ruido externo sino, sobre todo, porque hay mucho ruido interno, que es peor que el externo. En definitiva, el ruido externo no es más que una proyección de nuestro ruido interno. Entonces, ese pequeño espacio ayuda a mirar ese ruido y solamente con mirarlo se va desarticulando, se va difuminando, se va disolviendo. Recuerdo un profesor que tenía de niño, que nunca nos decía que nos calláramos, simplemente se ponía de pie y nos miraba y con su sola presencia nos invitaba al silencio. Así es también con nosotros mismos, si nos miramos con simplicidad y con hondura, nos callamos.

-En Biografía del silencio, usted dice que incluso para ponerse a meditar es necesaria una cuota de egocentrismo…

-Sí, creo que el ego no es el enemigo. Sino que el ego debe ser o puede ser un aliado, que el ego no es otra cosa que el punto de vista. Todos tenemos nuestro punto de vista que nos hace únicos, originales, irrepetibles. Lo que pasa es que el ego debe incluirse no eliminarse, incluirse pero también trascenderse, es decir, ir más allá, no quedarse solo en el ego. O sea, esta mañana en la conferencia hablaba justamente de que todos tenemos derecho a tener nuestra propia película de la vida y que, en esa película, lo más normal es que nosotros seamos protagonistas, porque eso es justamente el ego. Pero una cosa es ser el protagonista de tu película y otra cosa es que la película solamente ofrezca un primer plano, que sea tu cara. Si solamente es un primer plano, permanentemente se pierde todo lo demás, ese es el problema de un ego no domeñado no trabajado, en cambio, la meditación lo que propicia es que ese foco que te pones a ti mismo, lo das la vuelta y empiezas a ver las cosas, lo que se ilumina es el mundo y que uno no está siempre permanentemente en primer plano, ese es el trabajo espiritual .

-Incluso en el dar puede estar presente el ego, ¿no?… Uno da para el otro pero también para sentirse bueno…

-Al principio uno da para el otro, porque cree que tiene que agradar a los demás, luego uno da porque se da cuenta de que así también robustece su propio yo, o sea, para sí mismo. Y al final no das ni por el otro ni por ti. Sino por todos y cada uno juntos. No hay una diferenciación tan neta, simplemente, lo haces porque fluyes con lo que hay y eso es lo que se te ha encomendado en ese momento, cuando entras en ese flujo, es cuando desaparece el miedo, cuando el ego deja de dar guerra y realmente, pues, estás tranquilo porque ya no lo haces para confirmarte, para autoafirmarte y por tanto es imposible fracasar porque no tienes esa expectativa

-Usted dice que la vida está en la quietud y que el movimiento no es vida sino vivacidad…

-Yo creo que, muchas veces, necesitamos movernos de manera muy frenética porque si no tenemos la sensación de que no estamos vivos y sin embargo, cuando paramos, la verdadera vida florece en la quietud y en la lentitud, es decir que la verdadera comunicación es necesariamente lenta. No puedes hablar de tí mismo y de tus sentimientos de prisa. Porque cuando hablas de tí mismo, cuando hablas de algo que te importa, necesariamente estas creando el discurso, lo estás generando en ese momento y ese crear, esa tarea de indagación y de búsqueda pide por naturaleza un tiempo, no puede ser algo vertiginoso y eso es lo que posibilita la verdadera comunicación, o sea, cuando tú te das tiempo a tí mismo, darte tiempo y dar tiempo a los demás es el mejor signo de respeto, dejas que el otro pueda expresarse, pueda tener también su momento de entrar, es decir, sin esa pausa sin ese silencio, no hay verdadera comunicación…

-Cuando uno se pone a meditar aparecen los diálogos interiores y parece que duele todo, hasta que de pronto, uno entra en un lugar donde no duele nada…

.No sé si es de pronto, creo que el camino es largo y sinuoso pero creo que, en cualquier caso merece la pena, llegues hasta donde llegues. Yo creo sencillamente que he recorrido un poquito del camino, me queda gran parte del camino por recorrer, yo no sé hasta dónde me llevará la vida para poder recorrerlo pero también es verdad que a veces hay temporadas muy largas, de años, de décadas, que te da la impresión de que no avanzas nada pero, luego, en pocos días, has avanzado muchísimo… La filósofa francesa Simone Weil dice que todo el tiempo invertido en la luz no es tiempo perdido, aunque pueda parecer estéril. Para llegar al silencio fecundo hay que pasar por el silencio estéril. O sea, de apariencia estéril y de realidad estéril, aunque a largo plazo, luego, no lo va a ser. Que, por tanto, si no corres el riesgo de la caída, no vuelas.

Pablo D'Ors. Un sacerdote particular.
Pablo D'Ors. Un sacerdote particular. (Foto Amaya Aznar)

-Cuando uno está en esa quietud de la meditación, donde lo mundano se aleja, donde el cuerpo ya no duele, ¿eso no se parece un poco a la muerte?

-En todo caso, sí, la meditación como entrenamiento para la muerte, tampoco hay que mitificar ni buscar particularmente ese estado de quietud, ese estado de quietud y de recogimiento grande tampoco lo he disfrutado tantas veces, yo creo que es un regalo. Hay temperamentos que a lo mejor llegan a eso más pronto, eso no significa demasiado, es decir, los frutos de la meditación se ven en la vida ordinaria, no tanto en la propia práctica. O sea que tú en la práctica puedes estar recogido pero eso no comporta tampoco mucho en especial pero al contrario puedes estar aparentemente disperso pero tu vida va cambiando, ¿en qué sentido? Porque te vas haciendo más dúctil, más flexible, menos rígido, más tolerante, más abierto, más afectuoso, más humilde… todo eso son los frutos de la meditación y eso sí que es mucho más interesante que llegar a ese estado de quietud total

-¿Hay una contigüidad de la meditación con la literatura? Usted dice que en la meditación se encontró más a sí mismo que en la literatura… Y de hecho, Biografía de la luz surge, según cuenta, en el peor momento de su vida…

-Lo que me ha hecho descubrir la meditación es que, efectivamente, la palabra sin silencio no se sostiene, de manera que la literatura o la escritura creativa es un ejercicio espiritual. La cuestión no está tanto en escribir sino en ser. Si Tú eres y realmente has llegado a tu fondo más íntimo o al menos lo frecuentas o estás ahí cruzando esa puerta, pues lo más probable es que tu palabra, la palabra escrita esté preñada, sea fecunda. La cuestión no es escribir sino ser. Si tú eres y escribes seguramente será interesante lo que escribes porque tiene que ver con tu ser, con lo que fluye.

-¿Cómo se llega?

-Yo creo que las dos palabras clave son escritura y meditación pero, en un sentido más amplio, son creación y contemplación. Estamos bien, estamos felices cuando somos creativos, o sea, por ejemplo, en una conversación, estamos bien porque estamos creando algo que no existía que es este diálogo. El diálogo como gestación de la verdad, de la vida. Y mirar la vida, eso es la contemplación, mirar la creación, digamos, es una recreación, nos devuelve multiplicada la dicha. Yo creo que se trata de mirar y contemplar, en nuestra vida ordinaria, laboral, profesional, que se permitan espacios de creación y de contemplación.

-Usted habló del placer, del disfrute que se puede hallar en el dialogo y eso me lleva a la contracara, cuando el dialogo se agota sobreviene el conflicto bélico, que es lo que está azorando al mundo en este momento…

-El conflicto bélico es una expresión, una proyección del conflicto interno. Justamente, mi mensaje de cuaresma en Los amigos del desierto es que todos tenemos un Putin interior. Por supuesto que hay que trabajar por la sociedad, hay que trabajar en la política, no digo que no pero el trabajo esencial es el trabajo interior. Realmente, el único fundamento sólido de la paz en el mundo es la paz personal. Si estás en paz, necesariamente irradias paz. Si no estás en paz, necesariamente irradias conflicto, las decisiones internacionales son expresiones de que por dentro no estamos bien. Yo creo que si realmente introducimos el trabajo espiritual en los partidos políticos, en los gobiernos, en las iglesias, en las escuelas, en las universidades, nos va a ir mejor. Esto suena utopía pero…

-Me adivinó el pensamiento…

-Pero solamente si se sueña algo se conjura para que se haga realidad. Nada que sucede en la realidad no ha sucedido antes en los pensamientos. Pensarlo es la manera de conjurarlo para que se haga realidad.

Fragmento de “Biografía de la luz”

Un hombre ama a una mujer que, según parece, le ha sido infiel. Es así como empieza todo. Este hombre, un judío llamado José, se encuentra en una difícil disyuntiva: o repudia a su prometida –‍que es lo que las leyes de su época le ordenan‍– o la acoge –‍desobedeciendo lo que le han enseñado desde niño. ¿Debo ser fiel a lo que creo –‍que se recoge en las Sagradas Escrituras‍– o debo más bien tomar por esposa a la mujer a la que amo –‍a quien, según lo prescrito, debería abandonar? ¿La religión o el amor, lo objetivo o lo subjetivo, lo razonable y prudente o lo que dictan las vísceras y el corazón? José está dividido entre lo que le rompe por dentro y lo que inevitablemente le convertirá en un marginado social. Su drama –‍como todos los dramas‍– es una escisión.

Con dificultad podemos hoy hacernos cargo de este dilema, puesto que en nuestros días nadie identifica la vida con la ley, por mucho que ésta se pueda respetar. Para nosotros, el espíritu y la letra pueden ir unidos o no; pero no son, ciertamente, lo mismo. En la época en que nació Jesús de Nazaret, en cambio, la Ley se amaba y respetaba por encima de todo. La Ley era lo que mejor representaba a Dios. La Escritura era el Absoluto, creían totalmente en la Palabra.

Nosotros ya no somos así, hace siglos que rompimos con esa mentalidad: realidad y palabra están separadas a nuestro entender. Nuestros problemas de conciencia son –‍en apariencia‍– muy diferentes a los que tuvo José. Claro que una cosa es decir que hemos roto con la ley –‍algo de lo que nos vanagloriamos‍– y otra muy distinta romper de verdad.

Quién es Pablo D’Ors

♦ Nació en Madrid en 1963.

♦ Es un sacerdote católico.

♦ Estudió Filosofía y Teología en Roma, Praga y Viena.

♦ Fue ordenado sacerdote en 1991 y destinado a Honduras.

♦ Enseñó Dramaturgia y Estética Teológica en España y Argentina.

♦ En 2014 fundó la asociación “Amigos del Desierto”, que busca profundizar y difundir la dimensión contemplativa de la vida cristiana.

Ficha

Título: Biografía de la luz

Autor: Pablo D’Ors

Editorial: Galaxia Gutenberg

Precio: $2750 (papel)

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