La obra de Benito Pérez Galdós atrapó a Mario Vargas Llosa durante la pandemia, y como producto de ese abordaje, el Nobel escribió La mirada quieta, un libro donde se expone lo bueno y también lo imperfecto del novelista, dramaturgo, cronista y político español, que el escritor peruano presentará en la Feria del Libro de Buenos Aires edición 2022.
“Comencé con el proyecto cuando empezaba la pandemia que creíamos que duraría pocos días. Duró dieciocho meses que me pasé leyendo de manera muy sistemática al autor. He leído los Episodios Nacionales, las novelas y las obras de teatro, también muchos artículos, pero las recopilaciones son pocas y su obra de articulista fue gigantesca, una de las más extensas de la literatura española, llegó a escribir dos veces al día, en la mañana y en los diarios vespertinos, sus artículos”, dijo Vargas Llosa, durante la presentación en Madrid.
Para Vargas Llosa, Pérez Galdós fue “un gran escritor, aunque muy irregular, que cuando acertaba lo hacía de manera muy notable, caso de Fortunata y Jacinta, gran novela, acaso la más importante del siglo XIX en España”, manifestó sobre el autor al que dedica esta nueva obra, en la que no tiene una mirada para nada complaciente.
La presentación del libro se realizó esta semana en el Ateneo de Madrid, un espacio muy querido para Galdós (1843-1920), del que se hizo socio a los 22 años y lo describía como “la Holanda española” por su carácter tolerante, en el que el peruano se refirió, entre otras cosas, al boicot que sufrió el autor español por parte de los ultracatólicos que boicotearon su posible Nobel.
En ese libro, editado por Alfaguara, Vargas Llosa parte de la tesis de que Pérez Galdós no fue un escritor de vanguardia, que no practicó la narración omnisciente, como ocurrió en su época. “Se ha hablado de la influencia de Zola y la de Flaubert. En el caso de Flaubert, lo veo con escepticismo porque en Pérez Galdós hay ceguera respecto a la gran contribución de Flaubert a la técnica novelística. Flaubert inventó el narrador invisible al que comparaba con Dios que estaba en todas partes, pero que no se dejaba ver. Pérez Galdós no entendió eso o no lo practicó nunca. Su narrador es él mismo, Benito Pérez Galdós, que se presentaba como personaje aunque no explicaba como había llegado allí. Se presentaba y luego se olvidaba a sí mismo. La influencia de Flaubert, si la hubo alguna, fue escasa”, dijo Vargas Llosa, admirador del autor francés.
“¿Fue un gran escritor? Creo que lo fue. Fue irregular. No corregía o corregía algo pero, desde luego, no como el mismo Flaubert, que rehacía cada frase una vez tras otra para escuchar cómo sonaba. No. Él tenía una idea, así y cómo salía, él se quedaba contento. Por eso tiene obras desiguales: algunas son obras maestras y otras bastantes imperfectas. Pero cuando acertaba era muy notable”, sostuvo Vargas Llosa.
Vargas Llosa comparó La Regenta, de Leopoldo Alas “Clarín”, con Fortunata y Jacinta, las dos grandes novelas españolas de su tiempo, y consideró que “Clarín” fue un autor más moderno, más sofisticado, pero no cree que eso vaya en contra de Fortunata y Jacinta.
Para Vargas Llosa, Fortunata y Jacinta la novela en la que una mujer de clase baja se enamora de un joven burgués que la seduce pero se termina casando con una joven de familia rica de comerciantes, “es una gran novela, acaso la más importante del XIX”, por su acierto en el acercamiento que el autor hizo a la clase media de su tiempo.
“Su mundo es el de los personajes de clase media, aunque haya también nobles y pobres. Está más cómodo con esa gente que está más o menos conforme con su suerte, que actúa como se espera de ellos y no se aparta de las expectativas”, dijo.
Respecto de la postura del español sobre el rol de la Iglesia, Vargas Llosa consideró que “estaba muy en desacuerdo con la intervención de la Iglesia en la vida privada. Prensaba que debía mantener una distancia sobre la subjetividad de los ciudadanos, pero esa era su crítica a la Iglesia, no iba mucho más allá. Y en los Episodios Nacionales hay un esfuerzo que debe ser reconocido por mantener la objetividad histórica, incluso aunque eso fuese contra sus convicciones”.
Fuente: Télam S. E.
SEGUIR LEYENDO