Rosario, Argentina. Primeras décadas del siglo XX. Mujeres que llegan a la tierra soñada. Engañadas, aceptan el destino que les esperaba, que era mejor que morir de hambre en sus países o en un pogrom antisemita. Pero se encontraron prostitución y mafia y con los rufianes más poderosos de la red. Esclavitud sexual, exilio, enfermedades, padecimientos de todo tipo. Hasta que alguien decide escuchar las denuncias en pos de la libertad.
El cine, varias investigaciones y la serie de televisión Argentina Tierra de Amor y Venganza (ATAV) -protagonizada por Eugenia “La China” Suárez, Gonzalo Heredia, Fernán Mirás y Benjamín Vicuña, entre otros- retoman este hito. Sin embargo, en el teatro y la literatura las polacas habían brillado por su ausencia por un largo tiempo. Hasta que, de la mano de la escritora y dramaturga Patricia Suárez esta parte de nuestro pasado cobra visibilidad. Basada en la exitosa trilogía teatral de su autoría y la novela en capítulos En la Varsovia -contenido exclusivo de Bajalibros.com- hoy se estrena la miniserie Las Polacas, a las 22, por la TV Pública.
“Es un universo lejano pero a la vez muy nuestro: la connivencia entre la Policía, el poder político y los tratantes de personas”, dice Suárez a Infobae Leamos y advierte que no hay diferencias con la situación actual. “Esto explica la actualidad de Las Polacas: en el año del estreno de las obras, el año 2000, empezaba una nueva ola de trata de mujeres y de esclavitud sexual, en pleno siglo XXI, cuestión que sigue vigente hasta nuestros días”, continúa.
A lo largo de seis capítulos, la miniserie tiene como protagonista a Rachela, una joven judía polaca que llega desde Polonia a Rosario a fines de la década del ‘20, traída por una asociación mafiosa, la Zwi Migdal, para ejercer la prostitución. La realidad se vuelve insoportable para ella: la docilidad se consigue a la fuerza, por “amansamiento” frente a los “clientes selectos”. Pero la hija de la casamentera que “vendió” a Rachela, Ana, carcomida por la culpa, decide emprender un viaje cargado de obstáculos hasta Argentina para rescatarla.
La libertad vendrá de la mano de Eidel, una compañera del prostíbulo, y de Carlos Gardel. También aparecen en Las Polacas personajes emblemáticos de la época como “Chicho Grande”, “Chicho Chico” y Agata Galiffi, “la flor de la mafia” rosarina.
Con una duración de 25 minutos, los capítulos tienen una particularidad. Cada uno de ellos tiene dos partes: por un lado, la ficción y, por otro, al final de cada uno hay un pequeño documental sobre personas que estudiaron o están relacionadas con el tema que se ve en la ficción de ese episodio. ¿El plato fuerte? La presencia de Laura Romeo, la bisnieta de Raquel Liberman, la mujer que con sus denuncias, coraje y tenacidad logró hacer caer la red mafiosa.
Damián Ciampechini, director de Las Polacas, cuenta que, además, “esta es una historia contada, narrada, escrita, filmada, producida, musicalizada y actuada por rosarinos. Es una historia rosarina hecha por rosarinos y atraviesa de otra manera”. Y la escritora y dramaturga rosarina agrega un punto más: “no queríamos contar una historia exactamente igual a la que ya había sido contada. Entonces agregamos otros elementos como reflejar la historia de Rosario, distinta de como es en Argentina, tierra de amor y venganza, que es en la ciudad de Buenos Aires”.
La democratización y federalización de la industria audiovisual también resuena como punto importante de esta producción. No solo los actores, sino que las locaciones para filmar las polacas fueron el Museo Estévez y el Club Español, en Rosario. Y los exteriores se hicieron en Victoria, porque conserva la fachada de las casas originarias de más de 100 años de antigüedad, en Carcarañá y San Nicolás. “Aunque fue complicado, nos permitió acercarnos más a la realidad de la década del 30″, dice Ciampechini.
En el año 2000, Patricia Suárez escribe la primera obra de teatro basada en estos acontecimientos y, lo que debía durar dos meses, duró dos años. El éxito trajo galardones y menciones. Y también la adaptación a la novela por capítulos En la Varsovia, en 2019.
Por ejemplo, en una de las escenas de la novela en la que la autora rosarina escribe: “El señor Trauman las quería vírgenes; las mujeres vírgenes se subastaban por más plata. ¿Quién las vería vírgenes graciosas, cuando no sabían hacer nada, lloriqueaban suplicantes para que no se las monten y chillaban como marranos porque les dolía? El hombre tiene caprichos para la carne que están fuera de toda lógica. ¿Sería aquí sólo en la Argentina donde las preferían vírgenes o sería más bien una cuestión de orden mundial? Es verdad aquello que alguien escribió en un libro: el único verdadero misterio que le queda al ser humano por averiguar es quién es él y hacia dónde va. El asunto del capricho, el asunto del deseo”.
La esclavitud sexual y el dolor de las mujeres resulta insostenible pero Suárez narra con un objetivo: “me interesa mostrar que para las que hoy son víctimas de esta situación puede haber algo de esperanza. De alguna manera se puede salir adelante.” En la misma línea, Ciampechini reflexiona y caracteriza a Las Polacas” como “una reivindicación histórica’'. Es un hito, una pancarta de lucha y reconocimiento de derechos sobre las mujeres. La miniserie intenta sumar un granito de arena en materia de derechos.”
La historia de Las Polacas promete una segunda temporada, cuestión que está en el radar de todo el equipo. El material, está y las ganas, también. El estreno de la miniserie en la TV Pública genera expectativas y abre un panorama a otros territorios a los que fue llevada la trilogía teatral. Bolivia, en México, un musical en Washington, lecturas en Ohio, en España, en Río de Janeiro, donde también había un foco mafioso de esta red de trata de personas. “Las polacas recorrieron el mundo”, dice Patricia Suárez.
Hay un grito final, que no es el del dolor, sino el de la lucha y la libertad, que sonó ayer pero que se escucha hoy.
Encontrá la novela en capítulos que inspira a “Las Polacas”, en exclusiva, en Bajalibros: https://www.bajalibros.com/AR/en-la-varsovia-novela
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