César Vallejo es uno de los más grandes poetas peruanos y de América latina. Había nacido en Santiago de Chuco, en los andes peruanos. Creció pobre, el menor de 12 hermanos, en una familia de raíces indígenas y españolas.
Estudió Letras y en 1919 publicó su primer libro, Los heraldos negros, que contiene uno de sus poemas más famosos, con el mismo título. Que empieza: “Hay golpes en la vida, tan fuertes… ¡Yo no sé!/ Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,/ la resaca de todo lo sufrido/ se empozara en el alma… ¡Yo no sé!”.
En 1920 cayó preso: lo acusaban de haber participado en el incendio y el saqueo de una casa. Pasó 105 días en la cárcel y allí escribió algunos de los versos de su libro Trilce, del que forma parte el poema Pienso en tu sexo.
Tres años más tarde partiría hacia Europa y nunca volvería a pisar Perú. En España se afilió al Partido Comunista y, cuando estalló la Guerra Civil Española, se fue a París y desde allí colaboró con el frente antifascista.
Se murió en París, como había predicho en un famoso poema (consignado más abajo).
Pienso en tu sexo
Pienso en tu sexo.
Simplificado el corazón, pienso en tu sexo,
ante el hijar maduro del día.
Palpo el botón de dicha, está en sazón.
Y muere un sentimiento antiguo
degenerado en seso.
Pienso en tu sexo, surco más prolífico
y armonioso que el vientre de la sombra,
aunque la muerte concibe y pare
de Dios mismo.
Oh Conciencia,
pienso, sí, en el bruto libre
que goza donde quiere, donde puede.
Oh escándalo de miel de los crepúsculos.
Oh estruendo mudo.
Bonus track
Piedra negra sobre una piedra blanca, otro hermoso poema de César Vallejo, que efectivamente murió en París en 1938.
Piedra negra sobre una piedra blanca
Me moriré en París con aguacero,
un día del cual tengo ya el recuerdo.
Me moriré en París – y no me corro –
tal vez un jueves, como es hoy de otoño.
Jueves será, porque hoy, jueves, que proso
estos versos, los húmeros me he puesto
a la mala y,
jamás como hoy, me he vuelto,
con todo mi camino, a verme solo.
César Vallejo ha muerto, le pegaban
todos sin que él les haga nada;
le daban duro con un palo y duro
también con una soga; son testigos
los días jueves y los huesos húmeros,
la soledad, la lluvia, los caminos…
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