Después de un remaster lanzado para PlayStation 4, el estudio Naughty Dog decidió volver a la primera entrega de The Last of Us para recrearla con la tecnología y las herramientas de la PlayStation 5. Casi diez años después del lanzamiento original del juego, fans de la saga van a poder sumergirse nuevamente en la primera aventura de Joel y Ellie como nunca lo hicieron. El anuncio de la remake disparó debates sobre la necesidad de estas nuevas versiones, por lo que vamos a analizar qué tipo de experiencia ofrece The Last of Us Parte 1.
Lo primero que hay que dejar en claro es que esta nueva versión llegó para deslumbrar tanto a los fans de la franquicia como a los que jamás se acercaron a ella. Como anticipaban los trailers y las imágenes comparativas, el apartado gráfico no recibió una simple actualización como hizo en la remasterización, sino que fue hecho nuevamente desde cero. En ese proceso se les inyectó mucha más vida a los escenarios del título, con una naturaleza que recuperó autopistas, edificios y ciudades enteras de la misma manera que se vio en The Last of Us Parte 2.
En PlayStation 3 era imposible ver la cantidad de vegetación y el nivel de detalle de estructuras destruidas que podemos apreciar hoy en PS5. Se nota un trabajo arduo de Naughty Dog a la hora de recrear los diferentes escenarios de la aventura, muchos de los cuales presentan interesantes novedades que aportan mucho a la narrativa contextual. Adicionalmente, el nuevo sistema de iluminación implementado en The Last of Us Parte 1 realza todos y cada uno de los escenarios para que nos detengamos a probar las numerosas opciones del modo foto, siempre y cuando no estemos en el medio de un enfrentamiento con clickers o humanos despiadados.
Los modelos de los personajes también fueron hechos de nuevo para esta versión, lo que genera cinemáticas mucho más inmersivas. Joel, Ellie y el resto de los protagonistas de la historia presentan expresiones faciales mejoradas, así como texturas que logran mostrar de otra manera esas emociones que no se hablan. En otras palabras, el apartado gráfico de The Last of Us Parte 1 es su punto más fuerte y logra poner la aventura a tono con su poderosa secuela.
Antes de continuar, sin embargo, creo que es importante aclarar mi relación con el primer juego de la saga. Lo jugué, como muchos, el año de su lanzamiento, pero jamás logré conectar con la historia emotiva o con los puntajes perfectos que recibió alrededor del mundo. Hasta hace muy poco, creía que era por las mecánicas de juego que presentaban encuentros muy limitados y repetitivos, pero esta remake me aclaró algunas cuestiones. Sí, la jugabilidad repetitiva fue un problema para mí, pero lo genérico de los escenarios y los problemas que traían las limitaciones del hardware rompían por completo cualquier intento de sumergirme en este rico universo post-apocalíptico.
Casi diez años después, gracias a un apartado gráfico soberbio y una reconstrucción completa del mundo que hay que recorrer, me reconcilié con mi opinión original, que todavía sostengo, y logré amigarme con esta primera entrega. Los escenarios son interesantes de explorar y van aportando elementos diferentes en cada capítulo de la historia, desde lo narrativo a lo jugable. El paso de las distintas estaciones a lo largo de la trama tiene un peso más importante y permite poner en distintos contextos todo lo que pasa en la aventura. La remake rompe por completo cualquier monotonía visual que podía tener la versión original, lo que me permitió disfrutar mucho más de la experiencia completa. Las cinemáticas tienen mucho más poder gracias a las nuevas expresiones faciales y escenarios impactantes, haciendo que lo visual sea el tejido conectivo que realza todos y cada uno de los elementos del juego, se hayan pulido o no para esta ocasión.
The Last of Us Parte 1 aprendió mucho de su secuela y dejó atrás las interfaces coloridas e invasivas de la época de la PS3. En vez de eso, el inventario, el menú de crafting y las interacciones con los entornos adoptaron la estética de TLOU Parte 2, mucho más sobria y minimalista. El HUD también se actualizó con el objetivo de ocupar el menor espacio posible en la pantalla, para poder disfrutar mucho más del renovado apartado gráfico con resolución nunca antes vista en el título.
Adicionalmente, la joya de la PS5, el control DualSense, también aporta nuevos elementos a la fórmula para lograr una todavía mejor inmersión. Interacciones con las diferentes armas, enfrentamientos con enemigos y hasta las cinemáticas se viven de manera diferente gracias al feedback háptico del control, que genera distintos niveles y tipos de vibraciones según la ocasión. Los gatillos también presentan resistencia dependiendo de las acciones que llevemos adelante, pero es algo que podemos apreciar en la gran mayoría de los títulos que desembarcan en PS5.
El equipo de Naughty Dog también aprovechó las novedades sonoras de la PlayStation 5 para presentar un sistema de sonido 3D. Así como los gráficos renovados aportan a la narrativa, el sonido se convierte en un nuevo protagonista en la jugabilidad, sobre todo en las secciones de sigilo que requieren de mucha atención. Las opciones de accesibilidad también se actualizaron para brindar muchas más alternativas, incluso más que las vistas en TLOU Parte 2.
Pero, así como The Last of Us Parte 1 aprendió mucho de su secuela, también se quedó en el camino a la hora de mejorar otros sistemas. Aunque gráficamente se ve como un título de PS5, en lo jugable sigue siendo extremadamente similar al original. Está claro que se mejoraron algunas cosas, pero también se siente que se podría haber hecho un poco más. Los gráficos más fotorrealistas que nunca contrastan con un Joel que se agacha automáticamente como si fuera un muñeco de trapo muy flexible para cubrirse de sus enemigos, por ejemplo.
Aunque los escenarios se ven mucho mejor, los encuentros con diferentes enemigos siguen siendo bastante predecibles, lo que genera monotonía en lo jugable. Muebles, autos y otras estructuras parecen puestas a propósito para generar cobertura específica para cada encuentro, lo que se aleja bastante de los enfrentamientos mucho más orgánicos vistos en The Last of Us Parte 2. El sistema de cobertura en sí también podría haber recibido una actualización teniendo en cuenta que pasaron casi diez años de videojuegos que exploraron distintas técnicas y mecánicas. Los tediosos pallets para sortear niveles de agua y las botellas y ladrillos para distraer enemigos siguen ahí, sin novedades, como si se tratara de elementos definitivos que no requieren de modernización, ajustes o pequeños cambios estéticos.
No hablo de incorporar mecánicas de The Last of Us Parte 2, como la posibilidad de tirarse cuerpo a tierra, pero sí de revisar los sistemas de hace dos generaciones para adaptarlos a los controles de hoy. Otro ejemplo tiene que ver con la inteligencia artificial. Si bien los enemigos recibieron una actualización gracias a las posibilidades de la PS5, el comportamiento de Ellie -y los otros personajes que se suman en diferentes puntos de la aventura- sigue siendo errático en las secciones de sigilo, lo que rompe por completo la inmersión y la tensión que se debería generar.
En otras palabras, la actualización gráfica de The Last of Us realza la experiencia en general, pero al mismo tiempo deja en evidencia con más claridad esas mecánicas que no están tan pulidas. También es una clase magistral para entender por qué The Last of Us Parte 2 es tan buena secuela al contar con sistemas de juego más completos y una historia que se desarrolla de manera orgánica en todos sus apartados, desde lo gráfico hasta el diseño de niveles, pasando por la inteligencia artificial, el crafting y más.
Cuando desde Naughty Dog aseguran que The Last of Us Parte 1 fue hecho desde cero, deja en claro que la mejora de los controles no era una prioridad. Lo más relevante es el apartado gráfico que, como mencioné antes, es tan poderoso que logra que no nos fijemos demasiado en las posibles fallas del resto del juego. Algunos argumentarán que se trata de un título de PS3 y que eso justifica tener controles de PS3, pero creo que es un razonamiento que va en contra del concepto de remake.
Durante mi partida también experimenté algunos bugs y glitches menores. La mayoría tenían que ver con el comportamiento de Ellie, que atravesó varias paredes en mi aventura, pero también surgieron otros en interacciones con objetos y coberturas. De cualquier manera, es difícil saber si son errores que van a seguir ahí al momento del lanzamiento o son propios de la versión preliminar que pudimos probar.
Aunque no suelo tener en cuenta el valor de los juegos en mis análisis, en esta ocasión es un dato que me gustaría remarcar. The Last of Us Parte 1 llega esta semana a la tienda de PlayStation y se podrá adquirir por el valor de 70 dólares. Eso es lo que sale un videojuego de PlayStation 5 creado y desarrollado para esta generación, pero no sé si aplica a una remake de un título de PS3, especialmente teniendo en cuenta todo lo que repasé en este artículo. Es difícil pensar que un usuario de PS5 va a preferir esta remake por sobre la próxima exclusividad de la consola, como puede ser God of War: Ragnarok.
Ahí también surge otra confusión que presentan los extras de The Last of Us Parte 1: ¿a qué público apunta? Hay miles de fans del juego alrededor del mundo esperando con ansias esta versión mejorada, pero incluso los que hayan jugado al remaster en PS4 van a tener que volver a superar la aventura para desbloquear los interesantes extras que incluye. Hay numerosos filtros visuales, skins de armas y personajes y modos de juego que agregan desafíos y dificultades. También hay un modo que cuenta con comentarios del director y sus protagonistas, Troy Baker y Ashley Johnson, pero todas esas opciones requieren que los jugadores superen la campaña principal (y decidan empezarla de nuevo).
Tratándose de un videojuego que está por cumplir 10 años, que ya tuvo remasterización y que está por estrenar su propia serie de TV, me parece una decisión errada que le pone una barrera a los fans que apoyaron al estudio desde el comienzo. Cabe recordar que la remasterización de The Last of Us pasó por PlayStation Plus como título gratuito y actualmente forma parte del catálogo de Clásicos para usuarios de la suscripción Premium/Deluxe.
De cualquier manera, está claro que The Last of Us Parte 1 es la mejor manera de jugar al multipremiado videojuego de Naughty Dog y su expansión, Left Behind. De hecho, plantea un nuevo escenario para la serie live-action que planea HBO para 2023, que deberá apoyarse en distintos recursos narrativos para no parecer una versión más liviana del producto original.
The Last of Us Parte 1 tiene todo para disparar debates en el mundo del gaming y volver a tener la repercusión que generó con su lanzamiento en 2013. Aunque es una experiencia visual magnífica y uno de los juegos que mejor se ve en PlayStation 5, creo que es la versión ideal para aquellos que todavía no visitaron este mundo post-apocalíptico o que, como yo, no quedaron demasiado conformes con esa primera aventura. Los fans que ya hayan vivido y disfrutado esta experiencia van a encontrarse con un mundo visualmente muy diferente, pero que se recorre de la misma manera que hace casi diez años. Queda en cada uno decidir si esta remake es algo que vale la pena sumar a la biblioteca o no.
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