Análisis de Cult of the Lamb: un cordero adorable y su secta protagonizan uno de los videojuegos más originales del año

Después de cuatro años de desarrollo en el estudio Massive Monster, el muy esperado Cult of the Lamb desembarca esta semana en consolas y PC. El título viene ganando adeptos desde hace tiempo gracias a diferentes eventos y trailers que anticipaban una estética adorable y una temática muy siniestra. Rankeaba alto en listas de lo más esperado del año y llegó el momento de decir si está a la altura de esas enormes expectativas o no.

Los primeros minutos de Cult of the Lamb nos muestran a un cordero listo para ser sacrificado en el nombre de cuatro muy particulares dioses. Su misión es evitar que Aquel Que Espera, una representación de la Muerte, se libere de sus cadenas y vuelva a hacer de las suyas, pero las cosas no salen como habían planeado y este adorable cordero termina siendo el comienzo de una nueva secta en honor a Aquel Que Espera. En ese papel, los jugadores tendrán la tarea de adentrarse en los templos de los cuatro dioses y eliminarlos para así poder liberar a su nuevo amo y comenzar una nueva era.

Aquí comienza oficialmente Cult of the Lamb, un título que mezcla de maneras muy interesantes dos géneros bastante diferentes. Por un lado, el cordero protagonista deberá entrar en los reinos de estos dioses y combatir a sus adeptos en repetidas ocasiones hasta llegar al templo principal. Este apartado del juego es un roguelike donde cada nueva cruzada (lo que generalmente se llama run) genera un mapa, enemigos y armas de manera aleatoria.

Como en muchos otros videojuegos del género, el cordero puede mejorar sus habilidades de manera permanente, desbloquear diferentes tipos de armas y poderes para que aparezcan en próximas cruzadas y mucho más. Un mazo de cartas de tarot también ofrece numerosos modificadores para cada cruzada, como más poder de ataque, corazones con propiedades especiales o inmunidad al veneno, entre muchas otras opciones.

Para poder avanzar en este roguelike es necesario prestar atención a la otra mitad de Cult of the Lamb, donde los jugadores asumen el papel de líder de la secta y deberán estar muy atentos a las necesidades de los adeptos que incorporen en el camino. Con mecánicas de gestión y simulación, los players deben mantener la fe, la higiene y el hambre en valores aceptables, no solo para que su secta no se rebele, sino también para poder desbloquear todas esas mejoras que jugarán un rol importante en las cruzadas.

Por ejemplo, para abrir la puerta de cada nueva área es necesario contar con una cantidad determinada de adeptos, lo que obliga a los jugadores a pensar en algo más que eliminar enemigos. Las mejores armas se desbloquean mediante sermones, que se pueden hacer diariamente, rituales con diferentes objetivos y distintas doctrinas que se van presentando a medida que se avanza en la historia principal. A su vez, todos los escenarios de las cruzadas cuentan con objetos destruibles y muchos recursos para recolectar que van a ser útiles para la construcción de edificios, parcelas de cultivo, tumbas para los adeptos que mueran y mucho más.

No tiene mucho sentido detallar cada una de las mecánicas o cada uno de los recursos disponibles en Cult of the Lamb, principalmente porque son algo bastante común en el mundo de los roguelikes. Sin embargo, sí es interesante remarcar lo bien lograda que está la integración entre ambas mitades del juego. Cada cruzada promedia los 10 o 15 minutos de duración, lo que hace que gran parte de la experiencia transcurra dentro de la secta y junto a los adeptos de Aquel Que Espera.

En ese sentido, las mecánicas roguelike no son demasiado innovadoras. El género cuenta con muchísimos exponentes sobresalientes en los últimos años y es un terreno en el que hay que destacar para no ser olvidado. Mientras que Cult of the Lamb no trae nada fresco en ese aspecto, es justamente la fusión con un género completamente distinto lo que lo convierte en una experiencia más que interesante. Además, todo lo que está relacionado a la gestión de la secta cuenta con un humor muy particular que hace la experiencia muy entretenida.

Dicho esto, Cult of the Lamb es posiblemente el roguelike más accesible del mercado. No se trata de un videojuego virtualmente infinito en el que hay que mejorar muy de a poco para poder avanzar, sino que hay una historia definida y una cantidad limitada de mejoras a desbloquear. En mi caso, llevó unas 16 horas terminar el título y ver los créditos, pero los desarrolladores anticiparon que podría durar hasta 24, aproximadamente. De cualquier manera, sigue siendo un promedio bastante bajo para lo que estamos acostumbrados en roguelikes, especialmente de los últimos dos o tres años.

Pude probar el título en una notebook ASUS ROG Strix Scar 17 SE, lo que me permitió disfrutar al máximo de los coloridos escenarios y personajes de Cult of the Lamb. Aunque no es un título que exprima al máximo un procesador como el Intel Core Serie H de 12va generación que tiene dicha laptop, la frecuencia de refresco de la pantalla sí me brindó una velocidad de respuesta prácticamente mínima que me permitió superar a casi todos los jefes en un solo intento.

Más allá de los aspectos técnicos o lo que solemos analizar cuando revisamos un videojuego, quiero destacar el trabajo de Massive Monster a la hora de crear este mundo de sectas y cultos siniestros. Así como la jugabilidad fusiona dos géneros que tienen muy poco que ver, la estética adorable protagonizada por animales de colores logra un muy interesante contraste con la temática que gira alrededor de sectas, dioses malvados y sacrificios de sangre.

Por otro lado, el estudio también hizo un gran trabajo con sus simbolismos para crear dioses completamente nuevos que hacen claras referencias a deidades y conceptos tratados en todas y cada una de las religiones conocidas. Adicionalmente, el hecho de elegir un cordero como protagonista no es nada casual. Los jugadores comienzan la aventura como un ser completamente inocente listo para sacrificar su vida por una causa más grande que él, pero terminan siendo líderes de un culto con prácticas tan o más despiadadas.

Con numerosas decisiones que hacen dudar de nuestra moral a lo largo de la aventura, es una temática más que interesante de plantear en el mundo de los videojuegos, donde el 90% de las experiencias se centran en enfrentar a alguien “bueno” contra alguien “malo”.

El final de la historia plantea una decisión importante para definir el camino de cada jugador en particular, pero una vez “terminado” el apartado roguelike, se puede continuar nutriendo y mejorando la secta, lo que le deja bastante vida útil a la experiencia. Sí, como The Sims, pero con un culto siniestro. Uso comillas en “terminado” porque, a pesar de superar las cuatro áreas principales, siempre se puede volver a las cruzadas para enfrentarse a enemigos más poderosos y obtener mejores recompensas.

De cualquier manera, el menú principal del juego anticipa que “se vienen cositas” - aplausos al equipo de traducción -, porque los desarrolladores ya anticiparon que habrá al menos dos actualizaciones gratuitas que incorporarán nuevas funciones y contenido post-lanzamiento.

Vamos a tener Cult of the Lamb para rato y es una muy buena noticia, porque se trata de un título muy original, con ideas más que interesantes y con una ejecución que no falla. Como mencioné antes, no es un título que innove demasiado en sus mecánicas particulares, pero sí lo hace mezclando elementos y géneros dispares para dar una experiencia prácticamente única. Como ya demostró Stray hace algunas semanas, el nivel adorable que maneja Cult of the Lamb es más que suficiente para atraer a muchísimos jugadores, pero una vez sumergidos en este mundo de cultos, dioses y sacrificios con mecánicas de gestión adictivas, va a ser muy difícil soltarlo.

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