La industria del gaming en Latinoamérica continúa el camino de hallar un lugar dentro de las definiciones tradicionales de los espacios productivos. Para quienes trabajan lejos de lo que alguna vez fue un nicho, es muy difícil definir bajo qué parámetros se maneja este lugar que conglomera decenas de disciplinas tanto técnicas como artísticas.
Con el objetivo de entender cómo los videojuegos se convirtieron en una fuerza cultural tecnológica, Infobae Latin Power propuso realizar un relevo de diferentes polos para comprender la identidad del rubro a nivel regional.
El primer país de la serie es Argentina, donde pusimos la lupa en la provincia de Mendoza, lugar donde el ilustrador Juan Jiménez se convirtió en el primero en trabajar en videojuegos a nivel internacional en 1988. Su lápiz ilustró las portadas de títulos para las computadoras de Atari, la Spectrum, Amiga y Amstrad y las imágenes de Sol Negro, Casanova y DefCom1 entre otras, conservan repercusión internacional.
De la mano de Guillermo Nuñez, desarrollador de videojuegos en Xoen Studio (que lleva con su socio), profesor en la Universidad Nacional de Cuyo y expresidente de la Asociación de Desarrolladores de Videojuegos Argentinos (Regional Mendoza), vimos cómo la comunidad de desarrolladores de la provincia comenzó a encontrarse dentro de las Global Game Jam. Gracias a ese punto de encuentro, las entidades estatales comenzaron a entender el nivel de tracción de la industria.
Mendoza: el gaming comienza a buscar definiciones
La comunidad de creadores y creadoras dentro de videojuegos se había encontrado entre sí y solo faltaba una rúbrica general para la normalización de su trabajo. Según Nuñez, el gobierno provincial se acercó a varias figuras de la región con una misma pregunta a partir del 2010: ¿cuántas personas realmente están dentro del gaming?
“A medida que empezamos a hacer eventos, nos empezamos a dar cuenta que si no teníamos una figura legal, el gobierno no nos iba a tomar en cuenta. Así que le consultamos a la Asociación de Desarrolladores de Videojuegos Argentinos por su estatuto. Andrés Rossi, presidente de la entidad, nos propuso directamente hacer un capítulo mendocino”, relató el desarrollador, aunque aclaró que la división no se conformó como una personería legal concreta.
Desde la primera Global Game Jam nacional (2010), solo pasaron cinco años para que distintas iniciativas tomasen forma definitiva. La Universidad de Mendoza (como entidad privada) habilitó una tecnicatura en Videojuegos en su facultad de Ingeniería, lo que ayudó a la normalización del rubro. En los papeles ya era un título con una formación académica con sello.
Mientras tanto, el conglomerado de producción cinematográfica FilmAndes había comenzado a hacer peso para que desde el estado se diera la derecha a la Ley 9058, de “Promoción y Desarrollo de la Industria Audiovisual”. Allí el gaming mendocino encontró un espacio clave para su definición y comenzó su puja para participar del sector como rubro formal. “Fue un proceso de varios meses convencer a FilmAndes que tenía sentido que videojuegos estuviese ahí”, contó Nuñez.
Finalmente, la entidad concordó en abrir una subdivisión especial para el arte interactivo: GameAndes. De la mano del coordinador y desarrollador Leandro Agostino, el sector logró calificar para un segmento del programa del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el cual otorgaba dos millones de dólares para proveer a las entidades culturales de formación estratégica en su rubro. GameAndes ya no era meramente representativo, sino que contaba con el poder de incubar proyectos de estudios regionales y crear un ecosistema para el crecimiento del gaming.
Una ley para los videojuegos
En 2018 se sancionó finalmente la Ley 9058, que estableció el Registro de Empresas Audiovisuales, la creación de Mendoza Film Commission y permitió legalmente la creación de fondos de inversión, incubación y aceleración de proyectos como fondos de garantía.
Pero una ley sancionada no es una ley reglamentada: la industria audiovisual esperó hasta el 2020 para que se pusieran en práctica los beneficios que se habían establecido para los mercados creativos. Según el relevo estatal, el sector audiovisual mendocino empleaba de forma directa a tres mil personas en lo que se englobaban 200 proyectos que incluían series, documentales, animación y videojuegos.
Este año, la cámara de Diputados regional volvió a ratificar su apoyo al sector audiovisual. En su última sesión, antes del receso invernal, aprobó el proyecto de ley “Mendoza Audiovisual”, un programa de reintegros y beneficios impositivos para todas las actividades en torno al sector. Las prestaciones de este nuevo proyecto tienen como objetivo alcanzar tanto a personas humanas como jurídicas e incentivar con 500 millones de pesos a las producciones audiovisuales.
No solo con código se crea un videojuego
Los videojuegos ya no eran solo una anécdota en el 2014. Los eventos internacionales eran masivos y muchas personas dentro del mercado laboral habían crecido con un joystick en la mano.
Los eventos de la Global Game Jam también lograron despertar la curiosidad de las mentes artísticas que se habían criado con una realidad gamer. Las comunidades encontraban allí un lugar donde poner a prueba sus distintos proyectos.
Julián Micic es profesor de la Universidad Nacional de Cuyo y estudió Producción Musical en la Universidad de San Luis. Cuando terminó su trayecto académico, volvió a Mendoza para encontrarse con la realidad de las Jams. “Terminé haciendo música para siete videojuegos diferentes, una situación que solo pasa allí. Pensé que era genial, porque para cada uno era una ambientación diferente”, contó Micic. Unos meses después, uno de esos proyectos llegaría a Google Play Store.
“Fue un enamoramiento muy rápido, porque la posibilidad de hacer algo interactivo me pareció fascinante. Además, noté el contexto que viviendo en Mendoza… Yo podía cobrar por composiciones que mis compañeros no. Así que pensé bueno…. ‘va por acá’”, relató Micic.
La búsqueda por la extensión artística del gaming vino de la mano de la proliferación de sistemas de reproducción de medios, donde las consolas y computadoras ya no ofrecían tantos limitantes para construir mundos. El gaming necesitaba cada vez más artistas para atraer a los jugadores y jugadoras, y este nuevo paradigma cambió una vez más los requerimientos del rubro.
“Radiografía del gaming en Latinoamérica: Mendoza, cuando los videojuegos ganaron terreno”, es la primera segunda crónica de un conjunto de proyectos que buscará fotografiar el crecimiento regional de la industria de los videojuegos en Sudamérica.
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