Conocer la historia de Atari es entender los principios sobre los que comenzó la industria del gaming. Antes que el marketing le asignara el género masculino los videojuegos y que a partir de ello se reclamara por representación, la empresa estadounidense contó entre sus primeras filas con pioneras que revolucionaron el paradigma del gaming.
Lejos de pensarse como el origen de una de las industrias culturales más influyentes de la actualidad, Atari comenzó a pensar en el ámbito lúdico gracias a la creación del “Pong” en 1972. Este arcade doméstico fue creado por el ingeniero Al Alcorn y disparó al éxito a la empresa gestada el año anterior por Nolan Bushnel y Ted Dabney.
Luego de este hito, los ejecutivos sabían que necesitaban construir su identidad de marca y contrataron para ello a la agencia de publicidad Opperman-Harrington, quienes ser harían responsables de generar toda su iconografía. El diseñador líder, George Opperman, convocó a Evelyn Seto para el proyecto y entre ambos crearon el histórico logo de Atari.
Seto terminó convirtiéndose en una de las primeras diseñadoras en trabajar exclusivamente en el departamento de artístico de Atari, ser la responsable de la ilustración comercial de las experiencias y fichar talentos que ayudaran con el nuevo universo.
En ese momento, este rubro emergente era un mundo completamente nuevo y nadie sabía cómo categorizarlo. Eso cambió cuando Carol Kantor, investigadora en Marketing, conoció al vicepresidente de Atari y le propuso un reto: si ella podría adivinar cuál sería el próximo éxito de la empresa basándose en estudios del mercado, la empresa debía contratarla.
La experta superó fácilmente el desafío e impulsó el primer departamento de mercadeo en pensar en las relaciones de los usuarios y usuarias con las consolas. En su división, especialistas como Collete Weil y Mary Takatsuno, fueron las primeras en darle forma a la idea de lo que significa ser “gamer”.
El ascenso de la empresa era meteórico y muy pronto comenzaron a vender su propia consola, la Atari 2600. Ya para 1978, los ejecutivos estaban gestando una segunda generación de consolas que entrarían en directa competencia con la Apple Computer y para ello, necesitarían enseñar cómo manejar el nuevo lenguaje de programación que se utilizaría. No era tarea fácil, pero tenían a la persona perfecta para hacerlo: Carol Shaw, quien ya había desarrollado tres juegos para su primera consola, fue la responsable de escribir el Manual de Referencia de Atari BASIC, junto a su colega Keith Brewster.
Dos años después, Atari también le abriría las puertas al trabajo de Dona Bailey, la desarrolladora que creó el icónico Centipede en 1980 y se consolidó como la primera mujer en crear un juego arcade.
La lista de contribuyentes a la industria de los videojuegos sigue creciendo gracias al trabajo de AtariWomen, un proyecto impulsado por la Universidad de Copenhagen (Dinamarca) y la Universidad de Washington (Estados Unidos). Su búsqueda por deshacer la invisibilización del rol femenino y de diversidades en el ámbito de los videojuegos ha logrado desenterrar la labor de decenas de mujeres que fueron clave fundacional en la icónica empresa. Gracias a ello, la historia reivindica las políticas de la empresa y colabora con destacar el rol de Atari como clave para entender las nuevas eras tecnológicas.
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