La industria independiente de videojuegos ofrece una variedad enorme de experiencias, pero hay algunos géneros que son mucho más explotados que otros. Tal vez sea por lo accesibles que son para programar o porque se trata de fórmulas intuitivas para los jugadores que no requieren demasiados tutoriales, pero los metroidvanias con gráficos retro dejaron de ser una tendencia para ser un fenómeno muy particular. En el mar de opciones indie para disfrutar del género, esta semana llegó B.I.O.T.A., el nuevo trabajo de Small Bros. ¿Tiene elementos que lo separen de las demás experiencias?
El título comienza con una historia digna de una película de acción de los 80, porque mucho de su esencia busca homenajear una época retro donde los juegos no se caracterizaban por los gráficos. Un equipo de fuerzas especiales debe viajar a un asteroide para contener una amenaza que podría destruir la Tierra.
Los jugadores pueden elegir entre diferentes personajes para encarar esta aventura y cada uno cuenta con un arma principal y un arma especial únicas. Algunos soldados son ideales para ataques a distancia, mientras que otros se apoyan mucho más en explosivos o armas de corta distancia con mayor impacto. Adicionalmente, a lo largo de los niveles se pueden sumar otros protagonistas, como una médica que puede curarse y un robot fundamental para superar un pequeño segmento del juego. Al terminar la campaña también se desbloquean más personajes para aquellos interesados en la rejugabilidad.
BIOTA no cuenta con demasiadas explicaciones de sus controles porque son bastante intuitivos. El título también cuenta con mecánicas clásicas de otros metroidvanias y plataformeros, como wall jumps, lo que permite que podamos entrar en acción de manera instantánea. Para prolongar esta sensación, el juego también cuenta con un botón dedicado al guardado rápido, lo que permite no solo grabar la partida en casi cualquier momento, sino volver a la acción casi al instante cuando morimos.
La navegación por los diferentes escenarios y biomas se hace con el mapa, que va descubriendo áreas cuando las visitamos. Para poder avanzar a todos los jefes y superar la campaña es necesario recorrer el mapa en un cierto orden, obteniendo llaves y activando interruptores para puertas que bloquean el paso. En el camino también hay tiendas que permiten mejorar la vida y munición de todos los personajes, así como también obtener mejoras, llaves o ítems específicos para avanzar en la campaña.
Si estas descripciones de las mecánicas de BIOTA son aplicables a decenas de otros videojuegos, es porque el título de Small Bros no innova demasiado por ese lado. La acción es frenética y algunos escenarios particulares obligan a intentar una y otra vez para sobrevivir, aunque sin enemigos injustos ni una dificultad demasiado endemoniada.
BIOTA sí cuenta con algunos interesantes segmentos protagonizados por vehículos, como naves espaciales, submarinos o robots, que imprimen un ritmo muy diferente y a veces hasta cambian la perspectiva de la cámara, convirtiéndolo en otro juego por un rato. Se trata de una sensación similar a la que generó Cyber Shadow el año pasado, aunque sin su elaborado pixelart.
En cambio, la característica única que presenta BIOTA es su modificador de paletas. A lo largo de la aventura, los jugadores se cruzan con especímenes que deben recolectar para entender mejor esta amenaza que puede llegar a la Tierra. Aparte de que se trata de ítems que van a determinar cuál de los dos posibles finales se obtienen, también desbloquean diferentes paletas de colores para experimentar. En total hay más de 50 paletas de cuatro colores y cada una hace referencia a épocas o títulos específicos del gaming.
Se trata de una mecánica más que interesante, que logra cambiar la estética del juego de un momento a otro sin transiciones ni pantallas de carga. El único punto en contra es que algunas de estas paletas pueden ser un poco cansadoras a la vista, pero la variedad es tan amplia que es prácticamente imposible aburrirse de este apartado.
Tuve la oportunidad de probar BIOTA en una notebook ASUS Vivobook Pro 15 OLED provista por la gente de AMD y no se me ocurre una pantalla mejor para ver las paletas de colores que una Pantone Validated. Aunque no se trata de un videojuego que requiera una PC poderosa detrás, el procesador AMD Ryzen 9 5900HX con su arquitectura Zen 3 permitió tener una experiencia de juego sin interrupciones, algo que va muy de la mano de BIOTA y su acción frenética. Además, la posibilidad de configurar perfiles específicos de juego hizo que se aprovechen al máximo las características de la máquina sin sacrificar calidad de imagen ni elevar el volumen de los ventiladores.
Más allá de las paletas de colores y los segmentos de vehículos cargados de enemigos, BIOTA no cuenta con muchos más elementos que lo distingan entre otros metroidvanias. Por suerte, tampoco es necesario que cada nuevo videojuego revolucione algún aspecto o mecánica con su jugabilidad. Así como Infernax hace unos meses, BIOTA es un título ideal para los que quieren revivir la nostalgia de títulos en 8 bits, pero sin sus engorrosas mecánicas, sus primitivos sistemas de guardado ni las limitaciones de la tecnología en su momento.
Con BIOTA y su anterior título, Ghostly Matter, el estudio Small Bros dejó demostrado que son fanáticos del retrogaming y que saben cómo elevar algunas de las fórmulas que se vienen explotando desde hace décadas. En ambos casos lograron innovar con elementos novedosos y más que interesantes al mismo tiempo que presentaron aventuras muy pulidas y con un ritmo bastante moderno. Sin ser maravillas, son experiencias de un par de horas de duración ideales para cortar entre títulos de mundo abierto de cientos de horas y juegos como servicio que demandan todavía más.
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