La escasez de microchips a nivel global golpeó fuerte a las empresas del gaming que prometieron lanzar su nueva generación aún durante pandemia. Pero Microsoft y Sony tuvieron respuestas muy distintas ante la crisis global y ya tomaron decisiones que podrían ser claves para el futuro de la industria consolera.
Para la empresa madre de Xbox, este problema fue tratado de manera muy calma. En silencio y sin anuncio, a finales del 2020 terminó la producción de la Xbox One, meses antes del lanzamiento de la Xbox Series X/S. Esta decisión tomó de sorpresa a las empresas de distribución, quienes vendieron de manera estable el stock que les quedaba de la serie pero sin tampoco brindarle mucha información al público consumidor.
Pero para Sony, la escasez de microcomponentes significa ponerle una pausa a la fabricación masiva de PlayStation 5, consola que ya había vendido casi 14 millones de consolas para octubre del 2021. Su plan fue sorpresivo e involucra promover la producción de PlayStation 4, cuyos componentes siguen en amplia oferta en el mercado.
Según reportes de Bloomberg, Sony Group Corp tomó la decisión de fabricar casi un millón de unidades nuevas de la consola lanzada en el 2013, lo cual ayudaría a bajar el precio de mercado de las PS4.
“Es una de las consolas mejor vendidas de la historia y siempre habrá un cruce entre generaciones”, concluyó un representante de Sony, quien también señaló que muchos de los títulos exclusivos de la nueva generación también están habilitados para la vieja consola.
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