A diferencia de lo que sucede cuando uno veranea en Río de Janeiro, donde la armonía, el cariño y el respeto colaboran para que la estadía turística sea perfecta, en los Juegos Olímpicos la relación entre brasileños y argentinos pasó del amor al odio.
En el debut del equipo del Vasco Olarticoechea frente a Portugal, los hinchas locales hicieron sentir el rigor con el apoyo a los lusitanos. En aquel encuentro, fanáticos del Botafogo, Flamengo y Fluminense se encargaron de marcar el territorio con su habitual canción que recuerda los 1.000 goles de Pelé y los problemas de adicción que tuvo Diego Maradona con las drogas. Brasil arrojó la primera piedra en el estadio Engenhao.
Al día siguiente en la ceremonia de apertura la tendencia continuó. La delegación albiceleste fue una de las más castigadas por los espectadores y la silbatina generalizada opacó el ingreso de Luis Scola con la bandera en el Maracaná.
Si bien el primer duelo entre ambas selecciones pasó desapercibido en el beach vóley, Georgina Klug y Ana Gallay debieron soportar el maltrato de los locales en un partido que finalizó 2 a 0 a favor de las brasileñas.
En cambio, en la segunda presentación de Juan Martín Del Potro frente a Joao Souza la amenaza se concretó. Durante el primer set del singles, una pelea en las gradas demoró la continuidad del juego y los efectivos de seguridad debieron intervenir para que el caos no se desmadre. Si en el tenis se agarraron a trompadas, quién sabe lo que pueda suceder en un encuentro en el que el público es más activo.
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— snap: BreakPointBR (@BreakPointBR) August 8, 2016
"La gente va a estar muy caliente porque hay pica y rivalidad", le dijo Manu Ginóbili a Infobae horas antes de salir para el Arena de la Juventud. En cambio, para Sergio Hernández la preocupación es exagerada: "Yo conozco a la gente de Brasil porque trabajé en este país. Grita mucho, pero se comporta muy bien y te diría que conozco a la mayoría de los argentinos que vendrán al estadio y te puedo garantizar de que no va a pasar absolutamente nada".
Luis Scola, otro de los referentes que se había mostrado molesto cuando escuchó en el debut frente a Nigeria canciones referidas al 7 a 1 del Mundial del 2014, reconoció que le darán "un voto de confianza a la gente". "Sería una picardía que pase algo. Ojalá que seamos inteligentes, gritemos mucho los argentinos y los brasileños manteniendo el respeto para que esto sea una fiesta. Al fin y al cabo no es más que un partido de básquet", afirmó Luifa.
El antecedente entre los Pumas y los dueños de casa en el seven de Deodoro también marcó un antecedente. Si bien los jugadores intentaron bajarle intensidad a los enfrentamientos con una foto compartida, los gestos de Gastón Revol no colaboraron con la causa.
A las 14:15 la Generación Dorada buscará la clasificación frente al combinado de Rubén Magnano, en un duelo que estará caldeado por el fervor de los simpatizantes. Es tan importante el choque, que Carlos Delfino prefirió no pensar en lo que pueda llegar a suceder en las tribunas. "Nosotros nos preocupamos por lo que pueda pasar adentro de la cancha. Afuera hay seguridad para controlar a la gente. Para mí es un deporte en donde se gana y se pierde, que pase lo que tenga que pasar", cerró el Lancha.
Una vez más, la región tiene la oportunidad de demostrar que está a la altura de organizar un Juego Olímpico en Sudamérica. De las sociedades depende el comportamiento de su público.