Frente a un auditorio colmado, el presidente de la Cámara Federal de Casación Penal, Mariano Borinsky, presentó este martes su último libro, “¿Puedo ir preso?”, una obra colectiva con la colaboración de 110 autores de distintas disciplinas que examina la privación de la libertad del imputado durante el proceso penal. A diferencia de otros libros sobre justicia, las voces son múltiples: desde jueces de renombre hasta figuras de la neurociencia como Facundo Manes o el ex mánager de Diego Armando Maradona, Guillermo Coppola, quien estuvo preso.
Al magistrado se le ocurrió la idea de este libro el 5 de enero, cuando estaba en la playa junto a su cuñado. A los pocos minutos se levantó y fue a buscar la computadora. Su cuñado no entendía qué pasaba. “Tengo una idea”, le dijo para explicarle. Lo que vendría serían más de ocho meses de trabajo, en los que reunió a más de cien personas que fueron convocadas para escribir el libro, coordinado por Laura Fabiana Kvitko y Julián Rubinska, publicado en versión papel por La Ley y que tiene una versión digital disponible en Bajalibros.
Dividido en dos tomos, con un total de 1900 páginas, el tratado se organiza en cinco capítulos: “Marco constitucional y legal de la pena de prisión”, “La prisión domiciliaria y otras medidas de sujeción al proceso”, “Infraestructura carcelaria y coyuntura de la vida en prisión”, “Ejecución penal” y “Mirada interdisciplinaria”. Cada capítulo aborda diferentes aspectos del sistema penitenciario y la ejecución de la pena, proporcionando un análisis exhaustivo y detallado. Este extenso trabajo abarca desde los fundamentos legales hasta las implicancias personales y sociales de la privación de libertad, desenredando las múltiples aristas de un fenómeno tan complejo bajo un enfoque interdisciplinario.
La presentación del libro tuvo lugar en el salón azul de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, ante un auditorio de más de 200 personas, entre las que se destacaban jueces, académicos y funcionarios de tribunales. Pero sucedió algo que no pasa en la presentación de cualquier libro: muchos de los miembros del auditorio también eran autores de los artículos que integran la obra.
Ante el decano de la Facultad de Derecho, Leandro Vergara, encargado de dar la bienvenida y celebrar la publicación de la obra, hubo agradecimientos por parte de Laura Fabiana Kvitko y Julián Rubinska. Luego, la periodista Romina Manguel tuvo la misión de romper el hielo del panel: relató entre sonrisas que cuando Borinsky la llamó para contarle su proyecto pensó “que había enloquecido”. Según señaló, se sintió desconcertada al pensar en una obra sobre este tema, cuando gran parte de la opinión pública percibe impunidad si la condena no implica privación de la libertad. “Pareciera que un preso deja de ser persona. Hoy la política no le habla a la sociedad en general y mucho menos a los presos, salvo cuando se habla de endurecer la pena”, comentó.
A su turno, tras destacar la iniciativa del libro, el ministro de la Corte Suprema, Ricardo Lorenzetti, expresó que “el Poder Judicial debe ser siempre un límite al poder” y afirmó que, mientras inicialmente se enfocaba en el poder político y luego en el económico, ahora el desafío es plantear los límites al área tecnológica, donde “la inteligencia artificial representa un verdadero desafío existencial”.
Al respecto, Lorenzetti subrayó que ese es uno de los temas que aborda la megaobra de Borinsky. En ese sentido, mencionó un caso en Estados Unidos en el que un hombre fue sancionado por conducir un auto que no era de su propiedad y escapar para evitar los controles. Fue condenado, pero la sentencia la emitió un algoritmo, que impuso seis años de prisión, una pena superior a “la estimación razonable que hubiera evaluado un juez”. Cuando el condenado quiso saber cuál fue el criterio, la Justicia le respondió que no podía revelarlo, pues afectaba la propiedad intelectual de los creadores del algoritmo. La Corte de Estados Unidos no abrió el caso a estudio. “La pregunta es si la función judicial puede ser reemplazada por la inteligencia artificial”, dijo. “Podemos llegar a una situación donde el Poder Judicial pierda su esencia. Estamos asistiendo a un debate mundial. Hay una pérdida de control del ser humano. Todo esto está tratado en el libro. Tenemos que pensar el futuro y proteger a nuestra gente. Debemos seguir siendo humanos razonables”, concluyó.
El ministro de Justicia, Mariano Cúneo Libarona, subrayó la visión “sistémica que proponía el libro”, donde se analiza no solo la parte jurídica de la privación de la libertad, sino también aspectos más llanos, como el capítulo dedicado al lenguaje “tumbero”. Tras recordar charlas con el jurista Julio Maier que terminaban con una sensación de “pesimismo puro”, el ministro aseguró que ahora su vida ha cambiado y que libros como este lo llenan de “esperanza”, al ver que participan de esa megaobra “amigos entrañables”, muchos de ellos jueces, a quienes mencionó especialmente. “La obra es amplísima”, subrayó.
En diálogo con Infobae, Cúneo destacó: “La presentación fue muy esclarecedora en cuanto a las virtudes del libro. No es una obra normal. No hay un libro con un centenar de autores que traten de tantos temas: psicólogos, abogados, periodistas, neurólogos. Me pareció magnífico y ojalá haga historia”.
Por su parte, el presidente del Colegio de la Abogacía de la Capital Federal, Ricardo Gil Lavedra, confesó lo difícil que resultaba presentar esta obra: “En general, en cualquier libro hay que hablar del autor y del contenido. Pero este es un volumen descomunal: dos tomos de mil páginas cada uno, que abordan una cantidad enorme de temas en facetas detalladas”. En tanto, aceptó el desafío al señalar: “Aquí se trata la cuestión de la libertad desde lo sustancial, como en su ejecución, con un criterio innovador que excede el marco jurídico y sin duda le da a la obra un cariz especial”. Según el prestigioso jurista que formó parte del Juicio a las Juntas, “nadie puede ser privado de su libertad hasta una sentencia firme, salvo excepciones y con una interpretación restrictiva. Pero hay una brecha entre las reglas y muchas aplicaciones, y el libro también se hace cargo de esto”.
Uno de los puntos que admitió le sorprendió fue la estadística sobre la cantidad de gente que se muestra a favor de la pena de muerte. “Aquí hay un problema serio que se da en todo el mundo”, señaló ante el auditorio. Pero el libro, añadió, también aporta el valor de las estadísticas. “¿Cuánto vale un preso? ¿Cuánto cuesta encarcelar? ¿Cuánto mantener estructuras carcelarias? Sin datos confiables es imposible hacer una política seria”, destacó. En ese sentido, Gil Lavedra remarcó que el libro aborda “la cuestión del respeto al orden jurídico, la realidad porque habla de lo que pasa y la necesidad de hacer estudios serios y confiables” y acotó: “Vivimos tiempos difíciles, con propuestas irracionales, por eso es valioso encontrar una obra que no tenga posiciones dogmáticas, sino un abordaje desde diferentes puntos de vista y respetando la Constitución Nacional en pos de la libertad y la dignidad del hombre”.
El cierre de la convocatoria estuvo a cargo del propio Borinsky. Tras contar la anécdota de la playa con su cuñado, el juez agradeció especialmente a quienes enriquecieron el proyecto con sus aportes. “Uno de los aspectos más trascendentes en una causa es si un imputado puede ir preso. Es la pregunta más importante para un imputado. El otro miedo es enfrentar un juicio oral. Esta privación de la libertad es un elemento central. Por eso convoqué a distintos autores con la mirada jurídica”, señaló. En tanto, indicó: “El derecho penal no le toca un solo pelo al delincuente, el que lo hace es el derecho procesal”.
Por su parte, Borinsky resaltó la visita reciente que realizó al Vaticano para entrevistarse con el Papa Francisco, quien destacó que “cuando se está frente a una pena se debe infligir el menor daño posible y buscar la reinserción” de la persona involucrada.
“Si en la ciencia del derecho nos miramos el ombligo, no vamos a encontrar todas las respuestas. Por eso se convocó a otras áreas”, concluyó el magistrado. “No solo ver lo que pasa en los tribunales, sino también del otro lado del mostrador, o en el cine, la literatura, la religión o la actualidad tecnológica. No es solo una obra académica, sino un proceso colectivo”, finalizó.