“Ahí empezaron los cachetazos. Él se empezó a poner cada vez más nervioso hacia el final de su mandato, y yo le decía que no iba a vivir más en Argentina, después de todo lo que había vivido. Quería preservar a mi hijo del acoso y del bullying del que yo había sido objeto antes que él. No quería esa vida para mi hijo. Y ahí empezaron los cachetazos diarios”. Las palabras de Fabiola Yañez, en un escrito judicial y durante cuatro horas desde el consultado de Madrid, le dieron ahora a la causa un cuadro concreto de su denuncia. En las próximas horas, el fiscal Ramiro González prepara la imputación concreta contra Alberto Fernández y las primeras pruebas para avanzar en la investigación, indicaron a Infobae fuentes judiciales.
El fiscal González tiene delegada la instrucción, con la colaboración de la encargada de la Unidad Especializada en Violencia contra las Mujeres (UFEM), Mariela Labozzetta; y la responsable de la Dirección General de Acompañamiento, de Orientación y Protección a las Víctimas (DOVIC), Malena Derdoy. Precisamente, se esperaba la declaración de Fabiola Yañez para poder definir el curso de la causa.
Uno de los puntos a resolver es el planteo que hizo la defensa de Alberto Fernández en el expediente: reclamó que el caso se tramite ante la justicia federal de San Isidro, al pedir la incompetencia de los tribunales de Comodoro Py 2002. También pidió que la causa sea competencia de la justicia federal por su función como presidente.
La querella no pidió que el caso pasara a otro fuero. Pero del relato de Fabiola se desprende que no solo en Olivos habrían tenido lugar los hechos de violencia. ¿Por qué? Porque la querella habló de un delito continuado que comenzó en 2016 cuando la pareja se fue a vivir a Puerto Madero, al departamento de Enrique “Pepe” Albistur en el que aún reside el ex jefe de Estado.
El lunes por la mañana, Yañez presentó un escrito en la causa en donde pidió encuadrar penalmente los hechos como actos de “violencia de género” y lesiones graves, agravados por el vínculo y por haber sido cometidos bajo abuso de poder y autoridad, en concurso real con amenazas coactivas. “El maltrato, el hostigamiento, el desprecio, las agresiones, los golpes eran constantes”, sostuvo Yañez en la presentación que hizo con su abogada, Mariana Gallego.
Según detalló, el maltrato se agravó en el último año de mandato. “Ante mi insistencia en querer irme, empezó esta rutina: a la noche, él me gritaba y me pegaba un sopapo y me dejaba la cara hirviendo, y yo me iba caminando a la casa de huéspedes y escuchaba los gritos al irme. Se convirtió en algo diario, cachetazos diarios, creo que al tercero o cuarto día seguido que me pegó -con mi hijo y su niñera durmiendo al lado- es que abandoné el dormitorio y me fui. Me mudé a la casa de huéspedes, con mi hijo, e hice venir a mi mamá con nosotros. Tenía miedo, él era avasallante, entraba a la casa y a mi cuarto golpeado las puertas y a los gritos, no tenía paz”.
Su relato comprometió a otras personas: Ayelén Mazzina, ex ministra de la Mujer, quedó en la mira luego de que la ex primera dama la acusó de haber sabido de los golpes que había sufrido y no haber hecho nada. También involucró a Juan Pablo Biondi, ex vocero presidencial y amigo de Fernández a quien señaló como la persona que le recomendó no salir a dar explicaciones públicas sobre la fiesta de Olivos. Ese episodio, dijo Yañez, empeoró la crisis. Desde entonces, según sus dichos, Alberto Fernández la responsabilizó de haber perdido el Gobierno. El médico de la Unidad Presidencial, Federico Salvatierra, también quedó apuntado: remarcó que la atendió cuando estaba golpeada. No una, sino varias veces.
Los hechos de violencia física incluyeron al menos tres episodios: el golpe en el ojo y el moretón del brazo, que se vieron en las fotos que aparecían en el chat de María Cantero, secretaria de Alberto Fernández e investigada junto al ex presidente en una causa de corrupción, y un tercer episodio en donde el ex jefe de Estado la habría tomado del cuello.
Tras el análisis del escrito y las casi cuatro de horas de audiencia en donde Fabiola relató cómo ocurrieron los hechos (se quebró en varias oportunidades), el fiscal González preparaba las primeras medidas de prueba que incluían distintas diligencias y la citación de testigos. Queda pendiente el análisis del teléfono de Alberto Fernández, que fue secuestrado el viernes pasado: se sospecha que la hostigó pese a que pesaba una orden judicial para no tener ningún tipo de contacto con ella. Fabiola prometió aportar más pruebas.