El financista Alejandro Talevi generó un cimbronazo en la city porteña en 2018, cuando se fugó a España y dejó desamparados a decenas de clientes que le confiaban sus ahorros. Entre los perjudicados hubo políticos, empresarios, sindicalistas, y hasta sus propios empleados. Solo un puñado pudo reclamar ante la Justicia. En uno de esos expedientes, el financista fue procesado a fines del año pasado por ocho estafas. Ese fallo acaba de ser confirmada por la Cámara del Crimen.
Talevi se hizo conocido en el mercado financiero como “el financista de los radicales” por sus estrechos vínculos con el radicalismo y la “Coordinadora”.
Durante la gestión Facundo Suárez Lastra como intendente de la Ciudad, fue secretario administrativo del entonces Concejo Deliberante. También estuvo relacionado con los medios de comunicación: fue director de radio Rivadavia cuando esa emisora estaba en manos de otro radical, el empresario Luis Cetrá, con quien terminó muy enemistado.
La financiera de Talevi funcionaba en Reconquista 672, bajo el rótulo de “Cooperativa de Vivienda, Crédito y Consumo Madercoop Ltda.”. El financista tenía decenas de pequeños clientes que le entregaban sus dólares a cambio de una comisión mensual. Pero también tenía muchos “ahorristas” del mundo de la política y empresarial.
La debacle de Talevi comenzó con la corrida de agosto de 2018. Un mes después, luego de un paro general, decidió tomarse un avión y refugiarse en España. Tenía miedo por su integridad. Las amenazas se extendieron en el tiempo, y afectaron a sus familiares cercanos.
Acorralado, el financista dio la orden desde Europa de pagarle a determinados clientes “sensibles”. La encargada de esas negociaciones fue una de sus hijas, que también figuraba en una empresa familiar dedicada a la publicidad en vía pública, otro punto de conexión con las campañas políticas.
La crisis de Talevi impactó en el micromundo radical. Aunque no era su cliente, el diputado Leopoldo Moreau visitaba con frecuencia las oficinas del financista para intentar llegar a un acuerdo por una deuda millonaria que mantenía uno de sus hijos, que solía frecuentar la financiera y terminó con una quiebra por sus negocios oscuros. Nunca llegaron a un acuerdo.
“Leopi (es el apodo del hijo de Moreau) pasaba mucho tiempo en la financiera. Cada vez que iba dejaba su auto en el estacionamiento de Córdoba y Reconquista. Una vez que fui a la oficina me presentó a Talevi. Manejaba mucho dinero en cheques y efectivo”, detalló un empresario que tuvo relación comercial con el hijo del ex dirigente radical.
Las denuncias judiciales contra Talevi tardaron en prosperar. La causa por la que acaba de ser procesado comenzó con una denuncia de su ex abogado y varios clientes. Uno de los perjudicados, Alberto Gustavo Porcel, depositó USD 220 mil por la venta de un inmueble. Otro cliente, Daniel Claudio Vignati, declaró haber entregado USD 63 mil y $45 mil.
Hay más casos. Rafael Diego García fue cliente desde 2014 y terminó depositando USD 56.388 y $12.033.
La mayoría de los clientes aportaron mails, planillas y hasta cheques para comprobar los depósitos. Otro de los afectados entregó capturas de WhatsApp con Talevi y un colaborador, Tomás Nistal Coelho.
El fallo de la Cámara destaca que Talevi desapareció y nunca devolvió el dinero. “La totalidad de los damnificados detallaron que la clausura de “Madercoop” aconteció de improviso, sin que les fuera notificado nada al respecto, y que no volvieron a tener contacto con el encausado ni se les informó acerca del destino de los fondos que depositaron, los que nunca les fueron devueltos”, dice la resolución firmada por Ignacio Rodriguez Varela y Hernán Martínez López.
En su defensa, el financista argumentó que la cooperativa que presidía “no realizaba actividades financieras” y que “la diversas denuncias serían una mera fabricación de personas ligadas a los servicios de inteligencia”. Pero la Justicia no le creyó.
“A pesar de que los denunciantes no le habrían entregado los valores a Talevi sino a “Madercoop”, resulta claro que este –en su calidad de presidente de la entidad era, en última instancia, el responsable de su administración”, dice el fallo. Y agrega: “Tampoco puede soslayarse que, aunque se valiera de la cooperativa para propiciar la recepción de dinero y valores, como lo ha señalado Nistal Cohelo, esas operaciones fueron concretadas por el encausado a título personal y no integraban la actividad regular de la firma”.