¿Cuánto tiempo pasó desde que Alejandro Cohn entró a la guardia del hospital y fue atendido? ¿Cómo llegó al lugar? ¿Cómo abordaron al paciente? Tres incógnitas que la tercera audiencia del juicio oral por su fallecimiento a causa de una posible mala praxis médica intentó develar. Para eso fueron convocados este lunes distintos testigos con el fin de ampliar lo que pasó en las primeras horas de esa noche del 27 de julio de 2015, cuando el joven de 35 años llegó “lúcido” y “orientado” al centro de salud municipal tras sufrir una hipoglucemia en la vía pública.
Según las actuaciones del caso, Alejandro fue auxiliado por una ambulancia del Hospital Central de San Isidro “Melchor Posse” que estaba a cargo del médico Marcelo Toro Solano, uno de los nueve imputados por los delitos de homicidio culposo y violación de los elementos de prueba. Luego se lo llevó a la guardia y permaneció allí hasta que lo trasladaron al shock room como consecuencia de una convulsión. ¿Pero cuánto pasó hasta que lo atendieran? ¿Quién lo hizo y cómo fue?
El padre de la víctima, Mario Cohn, declaró haber visto a su hijo cerca de las 21:15 en una camilla mientras esperaba que algún profesional lo asistiera. Relató incluso que habló con él y le pidió un “almohadoncito” porque le dolía la espalda. Pasaron los minutos y ningún médico se acercó. Mario, preocupado por la palidez de Alejandro, empezó a gritar para que lo ayudaran con la colocación de un suero: “¿No ven que mi hijo es diabético?”, exclamó. Recién ahí una enfermera lo vio y terminó llevándolo al shock room, una zona contigua con doce camas donde se internan los pacientes en un estado de salud más crítico.
Su versión de los hechos contrasta con la que dio esta mañana la enfermera Nancy Flores, supervisora general de la enfermería ese lunes de invierno. Para ella, el paciente no esperó más de 10 minutos en los boxes de guardia, bajo supervisión de la enfermera Érica Valverde. Dijo que le colocaron la sonda “enseguida” y que a los “10 o 15 minutos” empezó a convulsionar y ella mismo lo llevó al shock room. Negó que el joven haya sido desatendido en algún momento.
Pero el libro que registra las novedades del shock room tiene asentado que el ingreso del paciente con convulsiones a ese lugar fue a las 21:45. El fiscal del juicio, Diego Molina Pico, se lo hizo leer en voz alta. Hubo un silencio. Contestó que habían pasado nueve años y que había datos que ya no recordaba. “¿Nunca estuvo solo el paciente en los boxes?, insistió el fiscal. “No”, reiteró Flores, y en su explicación aclaró que “Toro Solano era el que estaba a cargo del paciente. Él se lo entregó a la enfermera Valverde y salió a otra emergencia porque era el médico que hacía el auxilio con el ambulanciero”.
Unos minutos antes de esta declaración frente al juez Facundo Ocampo, titular del Juzgado Correccional N°4 de San Isidro, habló Miguel Pereyra, quien al momento de los hechos se desempeñaba como director de Emergencias en el hospital municipal. Si bien esa noche no estuvo, hizo saber que le comentaron que el paciente fue “inmediatamente tratado” en la guardia, adonde Alejandro llegó en un “nivel amarillo”, es decir, con un nivel de riesgo “moderado”, ya que tenía “todos los parámetros normales y respondía a todos los estímulos”, explicó Pereyra.
“Según me refirieron -dijo-, el paciente fue a los boxes, y ahí, mientras le estaban sacando sangre y haciéndole los controles complementarios, él se descompensa, empieza a convulsionar, y ahí las supervisoras avisan y lo llevan al shock room. En el shock ingresó con un cuadro convulsivo; la médica evalúa que estaba con dificultades respiratorias, entonces se le intenta una vía aérea definitiva. (...) Este muchacho tenía dificultades respiratorias, por eso la médica creyó necesario hacer una vía aérea definitiva, y como no se pudo hacer por su espondilitis anquilosante -una artritis que afecta la columna vertebral-, quisieron entubarlo y tampoco se pudo hacer: el paciente no se pudo ni extender. Ahí llaman a los médicos de terapia y le hacen una vía aérea por punción -una cricotirotomía-. Después quedó en terapia intensiva con asistencia respiratoria mecánica”.
Y agregó: “Tengo entendido, según me dijo la enfermera, que se le aplicó el suero. No sé los tiempos. En el shock room me dijo el enfermero que había otros dos o tres pacientes descompensados…Estoy seguro de cómo actuaron nuestros médicos”.
Entre el fiscal y la querella que representa a la familia Cohn, Juan Carlos García Dietze, le hicieron notar que la historia clínica del paciente estaba incompleta, ya que en los registros quedó consignada la intervención de Toro Solano desde la ambulancia hasta el área de boxes, mientras que todas las maniobras que se le practicaron en el shock room no estaban escritas. Ya cuando el paciente llega a terapia intensiva, en el segundo piso del hospital, vuelve a dejarse constancia de la cronología de los hechos.
“Debería estar lo que ocurrió en el shock room”, aseveró Pereyra, y añadió: “No tengo idea por qué no está. Tendría que estar, porque se hicieron una serie de prácticas donde al paciente se lo reanima, y eso debería estar documentado en la historia clínica. No encuentro explicación para que falte lo que ocurrió. (...) No encuentro motivos para ese salto cronológico. Pero que falte esa hoja nos perjudica a nosotros: es un documento valiosísimo”.
A su término declaró la enfermera Valverde, quien ese día cumplió tareas en la guardia hasta las 22. Dijo no recordar el horario de ingreso del joven “porque pasaron muchos años”. “Habrá sido una hora antes de entregar mi guardia, a las 9 de la noche”, razonó. Según su versión, el paciente entró de la ambulancia directamente al sector del box “C” sin que hubiera familiares a su lado, a quienes negó haber visto. “Entró somnoliento, sudoroso…no reaccionaba, le controlé los signos vitales”, relató.
La enfermera recordaba que el joven estaba con ropa deportiva, zapatillas verdes y “muy barbudo”. Que ella le hablaba y él no contestaba porque estaba descompensado, “hipoglucémico”. Dijo que por orden del médico a su cargo -Toro Solano- le “colocó una vía” con suero glucosado. “A las 21:45 empezó a convulsionar, y con mi supervisora -Nancy Flores- lo pasamos al shock, que queda a 20 pasos”.
La jornada en los Tribunales de San Isidro tuvo un pico de tensión cuando el fiscal Molina Pico le pidió al juez que le recordara a la testigo que estaba declarando bajo juramento y que existía la posibilidad de quedar detenida por falso testimonio. Eso ocurrió después de que la enfermera contestara que en el shock room ella no desvistió al paciente para entubarlo, cuando en su declaración testimonial durante la instrucción de la fiscal Carolina Asprella había dicho que le sacó la ropa junto a otro enfermero, que le había costado sacarle la remera “porque estaba muy pegada al cuerpo” y que habían tardado “entre siete y ocho minutos” en desnudarlo, lapso en el cual, según dijo entonces, “el médico no intervino”. La enferma dijo que no recordaba “haber declarado eso”.
Luego brindó testimonio el enfermero del shock room Longer Sanabria Melgarejo, que esa noche llegó a su puesto de trabajo a las 22 y dijo que cuando asumió la guardia el enfermero del turno anterior le había comentado verbalmente que Alejandro tenía “politraumatismos”. Estimó que el paciente estuvo en el shock room hasta las 22:30, cuando fue derivado a terapia intensiva. Dijo también que no recordaba que los “tres o cuatro” médicos que lo atendieron le hubiesen hecho “maniobras de reanimación, pero eso debería estar en la hoja de enfermería”. Que hasta donde él pudo ver, todos estaban “tratando de asegurarle la vía aérea” para que le llegara el oxígeno al cerebro.
En un cuarto intermedio, el hermano de la víctima, el célebre cineasta Mariano Cohn, en diálogo con Infobae en las escalinatas del edificio judicial de Ituzaingo 340, en pleno centro de San Isidro, consideró que las declaraciones de los enfermeros estaban “coacheadas” y “alineadas” con la estrategia de las defensas de los imputados. Sugirió a su vez que esa era la causa de las “inconsistencias” en los relatos. También consideró que el testigo Miguel Pereyra, en cabeza de todo el sector de Emergencias del hospital en 2015, y actual director General de Salud de la Municipalidad de San Isidro, fue “muy impreciso” porque “no dijo ni un solo nombre de con quién habló o si hizo algún sumario administrativo”.
Además detalló: “Pereyra reconoció que en el hospital, cuando no había lugar en la guardia, solían dejar a los ingresados en los pasillos, que es lo que le pasó a mi hermano”. Y remató: “Este hombre se maneja con total impunidad. Es sabido en el municipio de San Isidro que Miguel Pereyra es el ‘Negro Pereyra’, quien maneja las dos puertas que hay en el hospital: una para las personas comunes que llegan al lugar y otra puerta ‘VIP’: él es el encargado de manejarlas. Está enquistado hace más de 25 o 30 años y es de la mafia sindical del hospital, un planta fija de la mafia sindical, una persona que no ha colaborado en lo absoluto. Estoy seguro de que sabe mucho más que lo que declaró este lunes en la audiencia, y eso se notó”.
Así las cosas, de acuerdo a la fiscalía Alejandro llegó al hospital y los médicos “no realizaron ningún diagnóstico, ni tratamiento para compensar al paciente; tampoco dieron indicaciones terapéuticas ni seguimiento, quedando el paciente en un box sin ser asistido por ninguno de ellos”. Después “sufrió convulsiones y un deterioro del sensorio” en virtud del cual Quiroga y Seijo -entonces residentes de segundo año- intentaron, ya en el shock room, “practicarle una intubación orotraqueal sin lograrlo”.
Ante ese obstáculo, decidieron llamar a los médicos de terapia Marina Vogelin y Maximiliano Ragazzoli para practicarle “una cricotomía y conexión a asistencia mecánica”. Para la acusación ese procedimiento estuvo atravesado por “un paro cardiorrespiratorio superior a los dos minutos”. Alejandro pasó del shock room a terapia intensiva, de donde fue trasladado al Hospital Italiano a la madrugada del 29 de julio con autorización del jefe de esa área, Darío Campos. Según denunció el subjefe de Terapia Intensiva del hospital que lo recibió, Sergio Gianassi, el paciente llegó con múltiples fracturas y muerte cerebral.
Además de Toro Solano, Seijo, Quiroga, Vogelin, Ragazzoli y Campos, se encuentran imputados Martín Montagna, Ana Sánchez y Carla Setti. Casi todas las defensas adelantaron que pedirán la absolución de sus defendidos al momento de los alegatos de cierre, que se prevén para el 30 de mayo. Este miércoles, en tanto, declararán diez testigos convocados por las partes para realizar la cuarta audiencia del juicio.